La socialdemocracia ha dejado huérfano a su electorado. La gran coalición de facto entre populares y socialistas que ya existe en Europa ha supuesto que las políticas neoliberales de recortes pasen como un rodillo por los Estados miembro, con independencia del color político de su gobierno. Es difícil ver las diferencias entre el azul y el rojo. Mucha gente ya está buscando otro color. No en vano, casi el 10% de los encuestados por el CIS hace apenas unas semanas deseaban que Los Verdes europeos ganasen estas elecciones europeas.
Desde Los Verdes Europeos –Equo en España– recogemos el guante. Estamos dispuestos a liderar la lucha en cuestiones sociales, al igual que lo hicimos en la anterior legislatura europea. Durante la crisis económica y financiera, Los Verdes hemos luchado desde el Parlamento Europeo por una economía más ética, al servicio de las personas, introduciendo elementos significativos e innovadores para poner fin a la economía de casino. Como cuarta fuerza del Parlamento Europeo, Los Verdes hemos logrado poner sobre la mesa la dimensión social de la crisis.
En este sentido, tenemos propuestas coherentes y globales para terminar con el austericidio. Protestamos y nos indignamos, como no puede ser de otra manera, pero sabemos cómo funciona Europa y sabemos ganar apoyos para trasladar nuestros planteamientos a las instituciones europeas. Así hemos conseguido éxitos en la lucha contra la explotación laboral, el diseño de la Garantía Juvenil que enfrenta el drama del desempleo entre la juventud, la introducción de indicadores sociales en el seguimiento del déficit o más transparencia en torno al peligroso Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea.
La realidad es que tanto nuestro mensaje de justicia social y ambiental, como nuestra manera de funcionar va calando. Equo y Primavera Europea estamos haciendo una campaña a pie de calle, en la que además de hablar de nuestras propuestas escuchamos a la gente. No se le puede preguntar a un cartel o a un candidato enlatado en un debate encorsetado, pero sí a las muchas personas nuestras que invierten su tiempo libre en salir a la calle y explicar nuestro mensaje. Y cuando nos paramos a escuchar, descubrimos problemas personales, hartazgo, desinformación, pero también necesidad de alternativas y de esperanza.
Cuando hablamos de tú a tú, notamos ilusión e interés por conocer más de nuestras propuestas que rompen con el bipartidismo y funcionan de una manera abierta y participativa. Gente que se acerca buscando a quién votar o personas que nos confiesan que no iban a participar, pero que tras escuchar y conocer alternativas frescas y serias cambian de opinión. Hay quien valora sobre todo nuestra apuesta por los empleos verdes o que hablemos de pobreza. Otras personas dicen apreciar la juventud de nuestra candidatura o que hablemos una y otra vez de la participación ciudadana como un ingrediente más de nuestra receta para salir de la crisis.
Otro de los elementos diferenciadores de nuestra propuesta verde es la dimensión ecológica que de forma transversal incluimos en todas nuestras políticas. La gente está cada vez más concienciada sobre la necesidad de luchar contra el cambio climático, admite que debemos respetar los límites del planeta y reconoce las consecuencias que la crisis ecológica tiene en nuestras vidas hoy y mañana. Entiende cada vez más claro que no solo los ecologistas respiramos aire o bebemos agua. Entiende cada vez más claro que no hay planeta B.
Si además explicamos que trabajar en esta línea genera empleo, mejora la calidad de vida y tiene un impacto positivo en los países del Sur, se visualiza la complejidad del mundo en el que vivimos. Se ve claramente que las políticas que se diseñen para salir de la crisis no han de ser parches sectoriales, sino que deben ser parte de una transformación global del sistema. Como me confesó una de esas numerosas personas con quién me encontré en el camino durante la campaña: “A pesar de que no tengas corbata, me has convencido. Tengo dos hijos y en tu discurso he visto el futuro”.
Efectivamente, una crisis del siglo XXI sólo puede ser resuelta desde la perspectiva del siglo XXI. Se han quedado obsoletos los postulados y la dialéctica de la Europa de la postguerra. No importa de dónde venimos o lo que ha funcionado hasta ahora, tenemos que decidir hacia dónde vamos y de qué manera vamos a llegar. En Equo y Primavera Europea pensamos en lo que aún está por construir. Esa es la manera en que Los Verdes Europeos trabajamos en las calles y en las instituciones. Es la manera mediante la que logramos pequeños y grandes éxitos que nos llevan hacia una Europa más democrática, sostenible y solidaria.