Otra vez dando caña a los jóvenes, esta vez por machistas
Nadie puede negar que algo les pasa a los chicos jóvenes y a su percepción y vivencia del machismo y el feminismo. Diferentes encuestas vienen poniendo el foco en las creencias que predominan en un grupo significativo de jóvenes, varones, que tienen entre 16 y 26 años, la llamada Generación Z. Los datos parece que hablan por ellos y nos dicen que casi la mitad no se siente feminista, según 40dB; que la mitad cree que se ha llegado muy lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres y ahora se los discrimina a ellos, según el CIS; e incluso, uno de cada diez piensa que ser un hombre de verdad implica que deben tener la última palabra en su relación o matrimonio y que está justificado el uso de la violencia si se necesita, según el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación FAD Juventud.
¿Acaso son más machistas los jóvenes que sus abuelos? Eso lo que parecen sugerir todos los análisis que se hacen de estos datos. Otra encuesta, esta de IPSOS, señala que una quinta parte de los chicos de la generación Z cree que un hombre que se queda en casa para cuidar de sus hijos e hijas es menos hombre. Sin embargo, la misma encuesta viene a reafirmar un dato que se entrevé en la de 40dB, y que pasa desapercibido: más de la mitad de la población (55%) se define como feminista, –11 puntos más que el año pasado– , algo que sitúa a España como el segundo del mundo y el primero en Europa en esta autopercepción.
¿En qué quedamos está en vaso medio lleno o medio vacío? Realmente ¿son los chicos jóvenes más machistas ahora que antes? No sé si tenemos una serie de datos lo suficientemente amplia para poder llegar a esa conclusión tal y como se plantea en muchos foros, entre otros aspectos porque no es desde hace tanto tiempo desde cuando se desagregan los datos por género, hasta para las encuestas la opinión de las mujeres ha sido invisible hasta hace muy poco. Si se echa la vista atrás y se analiza, por ejemplo, la percepción de la violencia machista en 2007, año en el que se aprobó la Ley de Igualdad, una encuesta realizada a universitarios por el Grupo de Mujeres CREA:SAFO de la Universidad de Barcelona ponía de relieve que una cuarta parte de los universitarios no consideraba violencia machista impedir que la mujer hable con otras personas, imponer la manera de vestirse y comportarse en público o que se la persiga insistentemente. Los datos no difieren tanto, y lo que sí es evidente es la polarización entre feminismo y machismo. Una polarización que alimenta y avivan los neomachistas desde la machoesfera, la fachoesfera y la terfesfera, el mayor negocio que han encontrado los movimientos reaccionarios anti-derechos humanos en años, el negocio del odio contra las mujeres, las disidencias sexuales y las personas migrantes y también racializadas.
Si nos preguntamos qué les pasa a los chicos más jóvenes sería bueno que dejáramos de analizar la información desde el adultocentrismo y la generalización. Si miramos los datos de todas esas encuestas veremos que significan algo, pero ¿son representativos del machismo entre los jóvenes o del machismo entre los hombres? Eran los amigos del presidente Sánchez los primeros que se sentían discriminados, y no creo que estos tengan 18 años.
Si trascendemos de nuestra necesidad de alarmar sobre los comportamientos de los jóvenes veremos que estos son solo el reflejo de lo que sucede en el mundo adulto que permea en ellos sus frustraciones, sus creencias, sus prejuicios y sus dogmas. Sin ir más lejos, la reciente encuesta de 40dB resulta mucho más inquietante si nos fijamos en los hombres que tienen más de 26 años que no se sienten feministas, su dato es mayor que el de la generación Z. Es aquí donde está el problema, en los hombres supuestamente maduros, los que son el modelo donde se miran y referencia de masculinidad para esos jóvenes, los que son los responsables de los contenidos que consumen estos jóvenes en las redes sociales que son su modo de informarse. Por ejemplo, El Xocas tiene 34 años, Roma Gallardo tiene 35, UTHB tiene 35, Alvise Pérez tiene 34… Todos ellos millennials venidos a más gracias al lucrativo negocio de esparcir bulos y odio con el apoyo (económico) de la extrema derecha.
Si realmente nos preocupan los jóvenes y queremos llegar hasta ellos, preguntémosles y dejemos de contribuir a su victimización con análisis que no van a la raíz sino al síntoma, análisis que les empujan a refugiarse en esa “tribu” machista que los está esperando con los brazos abiertos para darles la identidad que les falta: la del hombre machista. En el Estado español hay muchos consejos de participación de la infancia, de la adolescencia y de la juventud que tiene las claves de cómo hacer para que los más jóvenes sean la generación menos machista de la historia. De hecho, en muchas de esas encuestas, y comparados con el resto de las franjas de edad, los chicos son menos machistas. También esas encuestas reflejan otro dato que es otra de las claves de la polarización actual, las chicas, y esto es muy importante, cada vez son más feministas.
Esa brecha es en la que tenemos que poner foco desde los feminismos porque ellos, los chicos, programados por el mandato patriarcal desde la cuna, no saben qué hacer, ni cómo actuar, ni qué se espera de ellos cuando se encuentran con chavalas empoderadas que identifican perfectamente las violencias, quieren relaciones igualitarias (aunque todavía sueñan con un amor para toda la vida) y les ponen delante un espejo que da un reflejo que les desconcierta. No se sienten tan machistas como los ven porque se ven mejores que sus mayores, de hecho, lo son, aunque también son machistas, menos machistas, pero lo son.
Quizá es momento de que empecemos a analizar las encuestas viendo a estos jóvenes (y adolescentes) como seres que están en proceso de madurar y crecer, de aprender, están en construcción. Quizá, seamos así capaces de distinguir a aquellos que son también víctimas de un patriarcado que los necesita para sobrevivir. Un patriarcado que se siente amenazado porque no es nada si no hay hombres violentamente machistas, especialmente ahora que cada vez hay más conciencia feminista y feministas. Prestemos atención a los marcos de debate y análisis sobre la adolescencia y la juventud, porque el patriarcado sabe perfectamente que las personas adultas tendemos a menospreciar y juzgar a los jóvenes, con eso cuenta para llevarlos a su terreno. Y cuando lo que necesitan esos jóvenes son referentes y espejos que les ayuden a encontrar una identidad no lo vamos a lograr si les reafirmamos en una condición de machistas que, por ahora, tiene más de rebeldía que de personalidad.
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