Hace bastantes años una sentencia judicial establecía que la mujer violada se había puesto “en disposición de ser utilizada sexualmente” por su violador.
Una expresión brutal, subrayada por ese lenguaje acartonado y farragoso que aún hoy caracteriza tantas sentencias judiciales.
No se dictará sentencia hasta enero del juicio contra los presuntos violadores, integrantes de una autodenominada “manada”, y que ha quedado visto para sentencia este martes en Pamplona.
Es de esperar que el fallo judicial no establezca expresiones semejantes como podrían ser, en este caso, que la violada no opuso resistencia, que no se movió, que no grito socorro, que no cerró las piernas lo bastante (como se preguntaba a otra violada en otro juicio). El abogado defensor de los violadores, presuntos, ya ha deslizado “la peculiar forma de sentarse” de la violada como fuente de sospecha. Añade el simpático letrado respecto de la violada “su rictus jovial y su falta de aflición”.
Es de esperar que tampoco se diga que la violada hizo “vida normal” después de la múltiple violación; que en vez de recluirse en casa, metida debajo de una arpillera, con el pelo rapado y dale que te pego al aceite de ricino, salió con sus amigas, se fue a la piscina y que, a lo mejor, incluso un día sonrió.
En el proceso se ha conseguido que la víctima fuera la obligada a dar explicaciones; el “algo habrá hecho” de tantos casos, así en violaciones como en asesinatos machistas.
El abogado defensor de los presuntos criminales, ha montado un teatrillo según el cual sus defendidos son “verdaderos imbéciles”, “patanes”, brutos, pero buena gente en el fondo. Sanotes, “buenos hijos” en su tosquedad. Mientras su abogado decía esto, los acusados lloraban. Lógico.
En los días del juicio hemos tenido que leer y escuchar la melonada de que la violada era “presunta víctima”. Bien, la víctima es realmente existente, presuntos, en todo caso, serán los de la manada, que de tan bien como se lo debió pasar la violada no tuvieron el detalle de intercambiar los teléfonos después de la faena para citas posteriores. No; se lo robaron, la dejaron incomunicada y tiraron la tarjeta por el camino.
Las cámaras de televisión no han podido tomar imágenes de los criminales, presuntos, a diferencia de lo que ocurrió con el acusado, y luego condenado, por abusar, violentar y asesinar a Nagore Laffage, también en unos Sanfermines, de 2008.
Algunos supuestos periodistas han planteado una carrera en búsqueda del me gusta del idiota de guardia, un jueguecito repugnante que, muy lejos de la equidistancia aparentaba, preguntaba si la víctima disfrutó o fue violada. Ah! Lo que diga la gente será verdad, claro.
Estos de la manada tienen antecedentes también por abusos, trifulcas y robos, que espero que el juez tenga en cuenta. Dan mucha información sobre ellos.
El informe de la fiscal Elena Sarasate contra los acusados fue tumbativo y dejó claro el modo de actuar de los presuntos autores de la violación en manada. Se le entendía todo a la fiscal, a diferencia de algunas sentencias. Estableció la culpabilidad de los sentados en el banquillo con el privilegio de no tomar imágenes de ellos.
Ojalá la sentencia que se dicte disuada a los potenciales violadores, así sea en San Fermín o en las cien mil fiestas de San Luis que hay en España. Ojalá se reduzcan las tres denuncias diarias por violación que se registran en España, menos de las que se producen en otros países porque el miedo sigue siendo paralizante.
Por favor, en la sentencia, no digan nada que tenga que ver con el campo semántico de la frase: la violada se puso en disposición de ser “utilizada sexualmente”