Tres mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas o exparejas en un solo fin de semana. ¿Por qué ha pasado? ¿Por qué no es la primera vez? Y, ¿por qué va a seguir pasando?
1. El Ministerio de Interior invierte dinero y personal en entrevistar a asesinos para “encontrar en ellos un patrón de conducta”, para terminar resolviendo que si los hombres matan a mujeres es porque éstas se separan demasiado rápido. No deja de ser revelador que, mientras los motivos de la violencia de género ya están más que claros, el Ministerio encargado de ponerle fin al problema anda en pleno 2017 preguntándose obviedades. Es un mal chiste, es una escena de Torrente.
Se llama “violencia machista” pero no, aún no tienen claro el porqué de dicha violencia. Pensarán ellos, en su misoginia galopante, que una cosa es ser machista y “no ayudar en casa”, y otra muy diferente matar a una mujer. Entonces, como si de un monólogo de Gila se tratase, cogen sus bolis y sus libretas y se van cárcel por cárcel con el “Alguien ha matado a alguien”. Así resuelven como resuelven, claro: la culpable es la víctima, porque se “separó demasiado rápido”. Si esto fuera verdad, si el quid de la cuestión fuera éste y no el género, también las mujeres matarían a sus maridos cuando estos intentasen separarse “muy rápido”. Pero, ¿por qué hacerse preguntas incómodas cuando el problema ni te atañe ni lo hará jamás? Ya serían ganas.
2. El presidente del Gobierno, y máximo responsable de que todo lo anterior, hace reflexiones de este tipo: “Siempre que una mujer se sienta agredida, que llame al 016, que de ahí sólo va a poder recibir buenas cosas”. La persona que puede marcar una diferencia en cuanto a la violencia de género cree así que quizás a las mujeres víctimas de violencia de género les faltaba este dato y por eso no llamaban. El 016. Ya está, llamen ustedes, señoras. Olviden todos esos titulares que repiten como un mantra “la mujer asesinada había denunciado a su marido”, no tengan miedo, que con suerte a ustedes las protegen y les toca un policía que no sospecha que lo que en realidad quieren es meter en el calabozo a su marido por otros motivos.
3. El Partido Popular votó en contra de aumentar los fondos contra la violencia machista. A día de hoy, se dedica menos dinero que en 2006. También bloqueó en el Senado, en pleno el 8 de marzo, el trámite parlamentario de la Ley para garantizar la pensión de orfandad a menores víctimas violencia machista (la media de huérfanos víctimas de violencia machista contra sus madres es de 42 al año en España). ¿Para qué invertir dinero en la lucha de un “sinsentido”? Pensarán ellos. Cuando tomas la violencia machista, que tiene ya sus raíces y sus porqués perfectamente detallados, como si se tratase de una catástrofe natural, imprevisible y espontánea, el resultado es ése, negarse a dar más recursos. Si total, va a seguir pasando. Mejor poner un tuit, que es gratis y te hace parecer preocupado.
4. Hace sólo unos meses, se pedía a la ministra de Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, la dimisión de la directora del Instituto de la Mujer por sus declaraciones sobre la violencia de género: “(La violencia machista) es el peor síntoma de desigualdad entre un hombre y una mujer. Que alguien acabe con la vida de una persona por celos, por sentimientos… por no sé qué”. Adivinen qué pasó. Ahí siguen tanto la una como la otra.
5. Los medios de comunicación, por su parte, siguen tratando las noticias de violencia machista de forma irresponsable. Al igual que el Ministerio, que la Guardia Civil, que la Policía y que la directora del Instituto de la Mujer, no están formados con perspectiva de género, no tienen ni idea ni tampoco están interesados en saber.
Así informa El País de que ha habido tres mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas: se han sumado a la lista.
Así contaban los informativos de TeleCinco que una mujer había sido asesinada y de que su pareja se había autolesionado. En la misma noticia reconocen que fue él quien llamó por teléfono a la policía, pero en TeleCinco prefieren usar el “Hallan”, dando a entender que una tercera persona que pasaba por allí ha hallado ambos cuerpos, uno sin vida y el otro herido. Ambos víctimas, una con más mala suerte que el otro. (Pueden buscar en multitud de medios las tres noticias de este fin de semana, la pauta es la misma).
6. El sentir popular en los comentarios a dichas noticias se lo pueden ustedes imaginar; la inmensa mayoría del tipo “no sabemos si era machista: asesino sí, machista no se sabe”, “cuando una mujer es la que mata no ponéis la noticia tan arriba”, “no sabemos qué pasó, ni si el hombre tenía problemas mentales”, “los hombres somos ciudadanos de segunda, estamos desprotegidos, una sola llamada de teléfono nos sitúa en el calabozo sin pruebas” (éste lo he copiado literal).
Párrafos y párrafos escritos por hombres en cada uno de esos medios que, lejos de lamentar las noticias o de preocuparse por la asiduidad con la que suceden, sentían la necesidad de, o bien justificar al asesino, o bien justificarse a ellos mismos, quejándose de su situación. Una situación muy preocupante, claro está, dense cuenta que ellos tienen tan poca presunción de inocencia que hasta los que ya han asesinado reciben el apoyo y la empatía de los que no. Son tan vulnerables ante la palabra de una mujer en comisaría, que a muchas las matan horas, días o semanas después de haber denunciado y haber sido ignoradas.
Ante este panorama, las mujeres españolas sólo tenemos dos certezas: por un lado, que vamos a seguir siendo asesinadas y, por el otro, que los que pueden hacer algo para amortiguar esta violencia –que sólo sufrimos nosotras– ni saben cómo hacerlo, ni mucho menos –y aquí está lo verdaderamente grave– están interesados en saber.