La vocación aniquiladora del fascismo

Los ves bajar de la barcaza, llorando, ateridos de frío y miedo. Padres y madres que cargan a sus hijos. Mujeres entradas en años obligadas a afrontar el riesgo de un viaje incierto por huir de una vida aún peor. Ancianos que han de ser sostenidos por otros para caminar. Los propios chiquillos que han ofrecido una cadena de expresiones con todos los registros, hasta llegar al cuerpo inerte del niño como dormido en la derrota que no le permitirá despertar jamás. Era septiembre de 2015, hace diez años, y ya alertábamos del auge del fascismo como el gran peligro para Europa. La periodista de TVE Ana Jiménez de TVE entrevistaba a una doctora. Los centros de internamiento de Hungría están peor dotados y atendidos que los de África, le explicó. Y nuestra compañera Olga Rodríguez se desgarraba al hacerse eco de un vídeo donde los recluidos por ser migrantes eran tratados como piaras de cerdos: guardias húngaros al servicio del gobierno ultraderechista de Viktor Orbán, les “echaban” la comida como a animales.
Entonces, las víctimas del fascismo eran prioritariamente desplazados por emigración económica o conflictos en sus países de los que no tuvieron culpa alguna, ahora el fascismo que aniquila personas sin piedad, se ceba mucho más en ellos, pero ha ampliado sus objetivos hasta intentarlo también con dirigentes democráticos. Viktor Orbán es un político destacado en Europa, socio de los españoles de Vox. Y Estados Unidos irradia un odio febril al resto del mundo desde la Casa Blanca. Todo con la participación de seres aparentemente normales que ejecutan daños terribles a otras personas solo metiendo su voto en una urna. Dirigen la mano que así lo hace. Porque el otro gran cambio al que asistimos nos sitúa ante una sociedad que ya ni se inmuta por las atrocidades que se producen, capaz de asistir en directo hasta a un genocidio mirando simplemente para otro lado.
Sí, el fascismo ha crecido de forma exponencial. Ha vuelto a hacerlo apoyado por la cantidad ingente de dinero dedicado a ese fin y por la propia deshumanización de una parte no menor de los ciudadanos que deben creerse de lo más sano y sabio. Cuánta educación ha faltado primero, y cuanta certera mano de la justicia, después.
La justicia, precisamente, que debe defender a la sociedad parece ahora otra mano ejecutora en algunos de sus sectores o individuos. Nos contaba ese gran periodista que elDiario.es ha enviado de corresponsal a Washington, Andrés Gil, cómo Trump acumula cada vez más poder. La mayoría que se preparó a su medida en el Tribunal Supremo empieza a dar sus frutos. La justicia no ecuánime suele dar alas a la involución democrática. Y no solo en EEUU, claro.
El otro gran brazo que tuerce lo que se entiende en rigor un Estado de Derecho pleno anda, dentro de una deriva amplia, aplaudiendo esos sesgos autocráticos. Los de EEUU, desde luego. El director adjunto de El Español aplaudía que el Tribunal Supremo haya limitado el poder de los jueces para bloquear los decretos del presidente, es decir, que haya roto la separación de poderes para otorgarle un derecho impropio a Trump. Trump cumple, decía, no como Sánchez. En otra de sus llamadas “newsletter” aseguró que “El 'reinado' de Sánchez toca a su fin y, de la misma manera que Rajoy, Gadafi o incluso Hitler, su imperio se desmorona entre estertores”.
Sánchez. El tratamiento que se le aplica es fascismo puro, el que busca la aniquilación de la persona. No lo han hecho ni con quien nos llevó a una guerra ilegal que traería consigo los terribles atentados del 11M, ni con quien dejó morir sin asistencia médica a 7.291 ancianos enfermos y desvalidos, ni con quien estuvo desaparecido mientras sus conciudadanos se ahogaban. El enemigo público es Pedro Sánchez. Ese trato recibe, no el de un adversario político. Y ha cuajado en amplios sectores, a pesar de que sus gobiernos de coalición han implementado varias mejoras, corrigiendo daños de gobiernos anteriores del PP (pensiones o salario mínimo, por ejemplo).
Y es que todo esto no tiene nada que ver con Cerdán, ni menos aún con la corrupción, parcela que el PP idolatra y domina con maestría. Viene de lejos. En 2021, el entonces presidente del PP, Pablo Casado, ya convocaba a quienes querían acabar con Sánchez, incluso lo veía ya fuera de Moncloa y preparaba sus primeros Consejos de Ministros.
El fascismo, como ideología y movimiento político, se caracteriza por su tendencia a aniquilar a sus adversarios: políticos, sociales o ideológicos. Para lograr esa eliminación se actúa a través de la propaganda, se busca la supresión política o personal deshumanizando al individuo, y puede llegar a hacerle víctima de la violencia psicológica o física, incluido el genocidio. Cuando Emilia Landaluce de El Mundo se permite un título como 'Are we humans or are we Sánchez?' no hace una pretendida cita culta del escritor Hunter S. Thompson, lo está excluyendo de los humanos.
Estamos a las puertas de una desgracia. Mayor de la que tenemos ya, quiero decir. No por casualidad, Vox se ha animado a proponer la deportación de ocho millones de emigrantes y de sus hijos nacidos en nuestro suelo -imitando a Trump- para preservar la raza esa suya de gente obtusa y cruel que, por otro lado, no se caracterizan precisamente por trabajar para ganarse el sustento. Y el PP avanza -en lo poco que ha dicho de su Congreso acerca de un verdadero programa-, la intención de imponer trabas a los emigrantes para dificultar su acceso a servicios públicos y ayudas sociales. Sumemos la nueva cúspide nombrada, radicalmente ultra y agresiva, añadamos esos apuntes xenófobos, alguno machista -adoptando la falacia de las denuncias falsas-, y nos encontramos que el PP está en la carrera electoral adelantada con Vox, diga lo que diga. Cada vez más cerca de la extrema derecha fascista. Ý más lejos de todos los ciudadanos porque dificultar el acceso a la sanidad, por ejemplo, repercute en la salud de toda la sociedad. Lo que voy a contarles ahora es bastante desagradable. Un repelente niño se ha hecho “viral” aporreando fotografías de Pedro Sánchez y buscando su eliminación personal. Le jalea un tío, pero los padres no deben ser ajenos al tema. Esa estúpida criatura no es culpable del odio que le han imbuido –porque no es un juego ni mucho menos lo que hace– pero tiene derechos y la fiscalía del menor competente debería hacerse cargo del tema. Ahora bien, ese tipo de animadversión provocada está adquiriendo unas magnitudes preocupantes.
Es imprescindible tomar muchas más medidas para detener el odio fascista que se extiende como aceite tóxico. Es al presidente del gobierno propiciado por gentuza indeseable, pero globalmente crece contra la diversidad sexual –no sin valiente rechazo–, el feminismo, las diferencias raciales, y todo cuanto deja fuera la ideología fascista. Contra la emigración, como permanente caballo de batalla que parece concitar bastantes adhesiones de gente con escasa cabeza y menos alma aún.
Llevo varios días impresionada por el relato en Gaza de una doctora del Sistema Nacional de Salud británico. Porque resume cuanto el fascismo odia y es capaz de masacrar con placer, además. Es extremamente duro, les advierto. La médica estaba descompuesta tras ver un vídeo –que no enlazó– en donde miembros del ejército israelí violaron repetidamente a una adolescente palestina… hasta la muerte. La mataron así. Esa maldita plaga de la violencia sionista no valora como humanos a sus enemigos, ni siquiera a miembros de todas las edades del pueblo palestino. Para ellos no son personas. ¿Tampoco son humans, verdad Landaluce? ¿Los ejecutores sí? El repugnante niño de tik tok ¿sabe que pega y quiere eliminar a una persona? A una persona elegida por la mayoría de los votantes de su país como presidente. Los miembros del PP y sus secuaces mediáticos sí saben lo que hacen.
Esto siempre va a más. Como soñaba Mussolini de su fascismo. Llegar a controlarlo todo, de la cuna a la tumba. Este mismo martes, como si fuera una broma macabra, Netayanhu se ha permitido pedir el Nobel de la Paz para Donald Trump, por sus planes para convertir Gaza en un resort, confinando a los palestinos que queden vivos, y por bombardear Irán. Deja sin palabras.
Todos los fascistas sobran en una sociedad sana y democrática. Todos.
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