Ver sentados plácidamente y sin escoltas a decenas de militantes socialistas escuchando a Patxi López en el Boulevard donostiarra, hasta hace poco escenario habitual de asesinatos y de escenas de violencia callejera, con autobuses ardiendo, cajeros quemados y la indignación y el miedo metidos en el cuerpo para los que estábamos allí; ver cómo los populares pueden abrir sedes a pie de calle sin sufrir destrozos en las lunas, sin que los vecinos se nieguen a alquilar a apestados; ver que a los actos de ambos partidos van los que quieren ir, voluntariamente, sin el miedo de antes, sin la presencia añadida de decenas de escoltas; todo ello resulta emocionante, nuevo y expresivo del clima de libertades recién estrenadas que se vive en la Comunidad vasca.
Después de las primeras elecciones generales fuera del ámbito escoltado de decisión, llegamos a las primeras elecciones autonómicas sin el ámbito encapuchado de decisión. Se acabó votar escoltados.
El próximo día 21 votaremos con más libertad y con mucho menos miedo y, entonces sí, la sociedad vasca empezará a normalizarse, ya no hará falta ser héroe a su pesar para ser militante del PSE-PSOE o del PP, y ojalá se pueda decir pronto en libertad que se vota a cualquiera de los dos partidos.
No habrá que ir de entierro en plena campaña, no hará falta suspender los mítines por un crimen, ni serán atacadas las sedes socialistas, ni destruida la propaganda del PP; no habrá presuntos camellos asesinados al abrir la puerta de su casa y aunque Enrique Casas, Isaías Carrasco, Gregorio Ordóñez, Jesús Marí Pedrosa, Froilán Elespe, Manuel Indiano, José Luis Caso, Miguel Ángel Blanco, José Ignacio Iruretagoyena, Juan Priede, Joseba Pagazaurtundua, Fernando Buesa, Juan Mari Jauregui, Ramón Baglietto, Juan de Dios Doval y tantos otros no podrán votar porque han sido asesinados, los demás podremos pasear con su recuerdo y su memoria, sin el miedo de antes, camino de las urnas.
Está bien que el PNV diga ahora que quizás no ha sido lo suficientemente beligerante contra ETA; esta mal que Rajoy, en su visita a Euskadi, no diga ni una palabra de los que fueron asesinados por luchar por la libertad, ni de la derrota de ETA en la que nunca antes creyó; y está fatal que los batasunos pretendan darnos a entender que aquí no ha pasado nada y se salten con pértiga la memoria histórica reciente.
El próximo 21 de octubre, justo un año después de que ETA reconociera su derrota, los vascos podremos votar con una libertad que antes no hemos tenido, nos detendremos a llorar por los ausentes y nos habremos sacudido el miedo que durante años fue nuestro grasiento acompañante.