Los argentinos empiezan a degustar el mayor ajuste económico de su historia. Sobre todo los más débiles, como se suponía. Lo primero que ha hecho el presidente Milei ha sido devaluar el peso al 50%. Ahora harán subir la inflación más de lo que ya está y hay pérdidas seguras de puestos de trabajo al cancelar las obras públicas. Se da por seguro que se va a incrementar la pobreza y que los más afectados serán los 11 millones de jubilados cuyas pensiones no mantendrán su poder adquisitivo. Sí han prometido que el Estado duplicará las ayudas por hijo y el monto de las cartillas de alimentos, aunque no llegarán a compensar el alza de precios. Se han disparado ya con la devaluación del peso. En algunos casos hasta el 100%. La carne, un 40%. Solo en los primeros 3 días.
En campaña, dijo Milei que no subiría los impuestos -se cortaría antes un brazo, aseguró- pero ya se han anunciado cambios en la presión fiscal, de entrada a los más desfavorecidos. El Gobierno se propone bajar el mínimo exento del equivalente al IRPF para que paguen 1,5 millones de trabajadores que hasta ahora no lo hacían. Los más pobres entre quienes tienen trabajo.
Y se han desatado las primeras protestas. Milei había avisado de “sanciones severas” a quienes corten el tráfico. El manual del shock marca que se hablará de disturbios, de delitos, y no de pobreza. Este viernes ha lanzado un protocolo por el que va a enviar al ejército a reprimir las manifestaciones, sin ninguna garantía judicial, bajo el lema: “Sin libertad no hay orden. sin orden no hay progreso”. Su “libertad” y su “orden”. el habitual en las gentes de su cuerda. Anuncia también la creación de “un registro nacional de todas las organizaciones agitadoras”. De manual.
El recorte efectista se centra en el número de ministros y los gastos de los miembros del Congreso. Un clásico, este chocolate del loro.
El FMI avala las medidas de ajuste como hace siempre esta oficina de la ONU que acabó siendo uno de los mayores apoyos al neoliberalismo. Y de quien la Argentina de Macri fue un cliente notable. Se da la casualidad de que el ministro de Hacienda y portavoz hoy de las duras medidas era también brazo derecho de Macri. Se trata de Luis Caputo, un multimillonario con experiencia en hacer lo que conviene a las clases dirigentes. Y el que gestionó malamente los 45.000 millones de dólares solicitados al FMI en el 2017.
Así empieza a ser el milagro de los panes y los peces que tantos esperaban de Milei. Una mayoría de argentinos estaban hartos, sin duda, del peronista Alberto Fernández, y se supone que en su día lo estuvieron también del conservador Mauricio Macri. Ahora esa mayoría decisiva les ha embarcado en un experimento del que van a salir enormemente escaldados. Había que elegir y, como ocurre muchas veces, no eran buenas ninguna de las opciones, pero siempre hay alguna con la que se afrontan menores riesgos. Y gente a quien le gusta no creer en lo que se ve, más volcados en la fe.
La democracia se ha degradado en gran medida con nefastas interferencias. Es particularmente molesto cuando se atribuyen los resultados electorales en la izquierda a su fragmentación, a errores que sin duda los hay –y flagrantes– y a que no se hace “la pedagogía” necesaria para que por fin se enteren los votantes de lo que les conviene. Frase que resulta particularmente irritante. La izquierda ha de enseñar a los ciudadanos a preocuparse por sí mismos, por su entorno familiar y sus congéneres como si no fueran ciudadanos adultos y con un mínimo de sentido común. A decirles: “cuidado, que si metes los pies en un lago cuajado de pirañas te pueden morder”. Se olvida el enorme apoyo mediático que en los países más corruptos se presta a las derechas. Las escandalosas encuestas de influencia de voto que padeció España para las elecciones del 23 de julio son un claro ejemplo, cuyo fracaso, por cierto, el PP no logra asumir. Y con una rabia que trasciende pantallas y cuanto se les pone por delante. Nivel pirañas, precisamente.
Lo cierto es que a Milei le votaron casi 14,5 millones de personas para que hiciera lo que está haciendo. Y así es siempre. A derecha e izquierda. Los votantes suelen quedar excluidos de las consecuencias de su decisión en las urnas. Y son responsables de cuanto hacen sus elegidos para bien o para mal. Es una obviedad tal que cuesta hasta decirlo. Casi nunca la dicha es plena, las catástrofes, por lo que sea, suelen tener mayor amplitud.
Así que los jubilados argentinos deben saber a quiénes deberán la devaluación del poder adquisitivo de sus pensiones. Por cierto, el Gobierno español las va a volver a subir y a su presidente la ultraderecha lo quiere colgar por los pies con escarnio y recibe una serie de amenazas similares e insultos de miembros del PP. Es tan visual que casi da sonrojo tener que contarlo.
No quisiera hacer una comparación de programas y de hechos, pero parece claro que los votantes del PP y de Vox son los responsables de que allí donde gobiernan bajen los impuestos a los ricos y hagan recortes en los servicios públicos. Y de no combatir la violencia machista. Y de imponer la censura y la mentira en sus actuaciones. Son cómplices de suprimir cuidados al medioambiente, tan esencial. O, como vemos en Madrid, de talar árboles en plan salvaje para poner estaciones de metro justo donde los han arrancado de cuajo. De intentar borrar la Memoria Histórica o de tumbar manifestaciones culturales con solera como el Periferias de Huesca, que en sus 23 ediciones ha dejado un gran legado.
¿No sabían lo que votaban?
¿Le han comprado al PP y Vox que es perfectamente lícito amnistiar a golpistas y delincuentes económicos y supone una ruptura del Estado de Derecho amnistiar a un gobierno catalán por poner unas urnas y votar en un referéndum sobre una hipotética independencia? ¿Y que es preferible atar corto a los catalanes, y a los pobres, y a las mujeres y cuanto se aparte del pensamiento ultraconservador a cambio de aceptar recortes esenciales?
¿Les han votado para que desplieguen violencia, la crispación de la sociedad, la angustia y el asco de ver tanta basura?
A votar se va aprendido, sobre todo en ciudadanía y en saber y valorar el bien común.
Y un último por cierto ¿recuerdan ustedes qué políticos españoles han ido a la toma de posesión de Milei en Argentina aplaudiendo sus medidas y quiénes las aplauden aquí?