Los científicos llaman bioindicadores a aquellas especies que con su presencia o su desaparición nos envían un mensaje. “El campo está agonizando. Desaparecen los gorriones, las golondrinas y ahora nosotras: haced algo o desapareceremos todos”: éste podría ser el wasap de la lechuza común, ave del año 2018, cuya población está cayendo en picado.
Su mengua es otro aviso sobre el grave deterioro que están sufriendo los ecosistemas rurales. Nuestros campos acogen cada vez menos biodiversidad. Estamos produciendo más alimentos en las grandes plantaciones de regadío, pero a costa de los otros. Multiplicamos la fabricación de carne en espantosas macrogranjas, pero a costa del resto. Convertimos los ríos en piscifactorías, y dejan de ser ríos. El campo ha dejado de serlo y las especies que lo habitan nos lo dicen desapareciendo.
Es muy posible que a algunos lectores esto les pueda parecer algo banal, pero créanme, es mucho más trascendente de lo que imaginan. Porque no se trata de que cada vez haya menos pájaros, menos insectos, menos arañas, menos ranas, menos murciélagos, menos ratones. Eso a muchos incluso les puede parecer una buena noticia. Qué horror; qué error.
Lo que todo eso nos demuestra es que la cadena trófica, esa que une a todos los seres vivos del planeta y a la que nosotros mismos estamos inmutablemente engarzados, se está rompiendo a pedazos por culpa de nuestro irracional sentido de progreso.
Nos estamos convirtiendo en el eslabón perdido de la cadena trófica, un verso suelto de la naturaleza. Hace tiempo que dejamos de observar al campo como hogar para entenderlo como industria, y esa es otra más de las causas que pueden estar abocándonos a nuestro final como especie. Porque el campo es, era, nuestra casa común. Hasta que decidimos expulsar al resto de inquilinos. El caso de la lechuza es especialmente significativo.
Esta rapaz nocturna -es decir este búho- decidió convertirse en nuestro vecino y establecer su área de cría en el entorno de nuestros pueblos y ciudades para beneficio mutuo: quid pro quo; tú me das cobijo y yo mantengo a raya a los roedores, de los que me alimento. Su declive manifiesta la ruptura de ese pacto de convivencia (uno más) y nuestro fracaso como anfitriones.
Estamos uniformando el campo. La diversidad de hábitats que formaban nuestro entorno más cercano, ese mosaico de tierras formado por praderas y dehesas, viñedos y olivares, huertas y campos de cereal, bosques y brañas, se está convirtiendo en una sucesión de superficies de cultivo dedicadas a la producción intensiva. Todo lo otro, todos los otros, sobran. El único que sale beneficiado de esta situación es el bosque.
Las noticias del constante incremento de la superficie forestal española son recibidas por muchos como síntoma de recuperación ecológica, pero eso no es así. Que el bosque avance no debe ser entendido como una buena nueva, pues tan solo confirma la peor de las tragedias que estamos sufriendo: el despoblamiento rural y el abandono de las actividades agrarias y ganaderas tradicionales que sustentaban ese mosaico de hábitats que acogen buena parte de nuestra biodiversidad.
Más bosque son más árboles, es cierto, pero también menos labrantíos y menos pastizales. Menos tomillares y jarales. Menos liebres y zorros, menos sisones y perdices, menos grillos, menos golondrinas y aviones, menos alondras y totovías, menos saltamontes y, por supuesto, menos gorriones y lechuzas.
Con la elección del Ave del Año, que se lleva a cabo por votación popular, la organización conservacionista SEO/Birdlife quiere poner en valor el relevante papel que juegan las aves para el mantenimiento de los ecosistemas, incluidos los agrarios, donde la lechuza común actúa como el mejor y más eficaz controlador biológico de las plagas de topillo y otros roedores.
Conocer mejor su situación nos ayudará a entender la nuestra. Por eso les recomiendo abrir el mensaje de la lechuza común, descubrir las curiosidades de esta fascinante rapaz nocturna y atender a las causas que están motivando su declive, tal y como nos proponen los amigos de SEO/Birdlife en esta completa ficha de la especie.