Que 'los' Zapatero y Chacón se tranquilicen, la vieja guardia solo quiere influir en Sánchez

El jueves 12 de febrero de 2015, los santones de la gloriosa era de Felipe González recibieron una llamada desde Ferraz. Quedaba anulada la segunda cita del comité de sabios que se había sentado con Pedro Sánchez unas semanas antes, según El Huffington Post. La noticia de la destitución de Tomás Gómez obligaba a aparcar el encuentro para otra ocasión.

Javier Solana, Carlos Solchaga, José María Maravall y José Félix Tezanos –el único guerrista metido de cuña para que no todo fuera olor a felipismo– reorganizaron rápidamente su tarde. Algunos aprovecharon para sestear –“esa cabezadita maravillosa de la sobremesa, tan reparadora”, en palabras de uno de los desconvocados– y otros para enredar con el teléfono y enterarse cómo era posible que, pese a sus consejos de hacía días, César Luena –el hombre que redime a su antecesor, Óscar López–  hubiera sido tan torpe a la hora de anunciar la salida de Gómez.

La trastienda de lo que significa recuperar como asesores temporales al grupo de antiguas glorias aún trae cola. Pone de los nervios a los que hace tan solo unos meses, eran los grandes valedores de Pedro Sánchez, el entorno de Zapatero y Carme Chacón. Lo primero, ¿quién aconsejó a Sánchez escuchar a la vieja guardia? Respuesta de uno de los asistentes: Felipe González, con el que el descolocado secretario general habla de vez en cuando, tras el abandono de sus primeros apoyos, transmutados ahora en enemigos encarnizados.

“No es lógico ese ataque de nervios. No estábamos solo los gurús de los ochenta o como quieran llamarnos”, vieja guardia y abuelos tampoco les parece mal, unos cuantos ejercen la abuelidad entusiasmados. “Había otra gente muy interesante, como el economista José Carlos Díez, que no es del PSOE pero parece que puede jugar un papel como el que Sebastián hizo con Zapatero, y un sociólogo serio, catalán, interesante, Gabriel Colomé, quien tomó la palabra y lo hizo bien en cuanto a valoración y algunos datos que ofreció”, relata uno de los asistentes, que mira por detrás de sus gafas con picardía divertida.

De acuerdo con la convocatoria de aquella primera cita –hasta que no pase el Debate del Estado de la Nación no habrá más– las reuniones iban a celebrarse una vez al mes, dependiendo de las circunstancias. “Pero ninguno de nosotros tenemos más aspiraciones, solo nos importa el partido y quien no lo crea tiene un serio problema. Los socialistas estamos hechos unos zorros y si nos piden consejo, vamos. Lo primero, señores por favor, dejen de acuchillarse, ¿no ven la que cae por ahí afuera? Piensen en lo de Susana o Pedro, o Chacón cuando hayan salvado los muebles en las autonómicas y municipales. Me niego a decir que son como niños”, explica otro de los presentes en la reunión, “pero dejen ya las conspiraciones bobas. De todas formas, ZP ya nos mató cuando llegó al poder, cumplió con el deber de cualquier político, asesinar al padre. El problema de Sánchez es que no es nuestro nieto, sino más bien un hijo de última hora, hermano pequeño de los zapateristas o chaconistas, que les está fallando en el reparto del poder según sus criterios”.

Escuchados sin prisa, la llamada vieja guardia casi atina. “¿Adónde vamos a ir ya, nada más que a defender lo que queda de la socialdemocracia, del PSOE, aterrados como estamos por el cainismo entre ellos?. A este paso, dejan pequeñas las batallas entre felipistas y guerristas. Entonces peleabamos por el poder, ahora solo por las migajas. Céntrense ustedes en pensar, en ofertar cosas concretas, coherentes y viables, en tener cuidado con el ala más izquierdista del partido, que nosotros no somos Podemos”.

Eso sí, los consultados son unánimes en lo maleable que es Pedro Sánchez, “pero los viejos gurús no somos su equipo. Pedro tiene que rodearse de gente nueva, más joven y si no la hay dentro del PSOE, que la busque fuera”, remata otro felipista de pro, quien ya sin ironías sangra por la herida por la que a los socialistas se les escapan los votos a chorros.

Posdata. Susana Díaz hará bien en quedarse en Andalucía tras las elecciones, porque si Sánchez se queda alrededor del 20% en las generales, Andalucía se convertirá en la aldea de Astérix frente a los romanos.