La suspensión del partido entre el Rayo Vallecano y el Albacete la semana pasada por llamar nazi a Román Zozulya ha servido para medir la profundidad de la aceptación de la ultraderecha en la mayoría de la prensa deportiva, y no solo deportiva, de este país. El cierre de filas con la decisión comenzó con una discutible, pero comprensible, argumentación sobre la necesidad de parar los insultos en los campos de fútbol. Pero con el paso de las horas de tertulias y programas se comenzó a blanquear, justificar y negar la ideología neonazi del jugador para intentar transmitir que los peligrosos no son los que profesan esa ideología, sino quienes se ponen enfrente de quien cree que hay que exterminar a gitanos, negros, judíos, socialistas u homosexuales. José Ramón de la Morena expresó la que sería la aproximación general de los medios deportivos a la polémica: “Posiblemente tiene simpatías con grupos ultras nazis… es militar, lo considera una misión patriótica y ha sido condecorado por defender a su país del separatismo… ahora, de ahí a ser un nazi es otra cosa”.
Arno Gruen en el libro “El extraño que llevamos dentro”, sobre el origen del odio y la violencia en las sociedades, explica de forma precisa lo que ocurre cuando aparece una ideología totalitaria en una sociedad y los pasos que se tienen que seguir para que triunfe. Gruen explica que la falta de identidad en muchas de las personas hace posible que una proporción pequeña de convencidos pueda arrastrar a la multitud y que esta ideología acabe venciendo por la pasividad y la connivencia de los no convencidos. Arno Gruen cita un estudio de Henry V. Dicks sobre una muestra de 1.000 prisioneros de guerra alemanes en 1942. El estudio afirmaba que solo un 11% eran nazis radicales convencidos, un 25% creían en el nazismo pero con reticencias, un 40% se declaraban apolíticos, un 15% se consideraban patriotas, y solo un 9% eran antinazis. Para que una ideología como el nazismo triunfe solo es necesaria una minoría de convencidos con la suficiente fuerza para arrastrar a los que se consideran apolíticos y la connivencia del resto de la población. Un ejemplo de lo que hemos vivido estos días con la tolerancia hacia la ideología de Román Zozulya.
Roman Zozulya y sus filias filonazis
Roman Zozulya es nazi. Maticemos. Para que los puristas y académicos se contenten podemos decir que es un fascista nacionalista ucraniano y que llamarle nazi es reduccionista por la compleja realidad que tiene cualquier fascismo en la Europa del Este en su relación con el nacional socialismo alemán. Podemos comprender que Zozulya no se considere nazi a sí mismo porque eran alemanes y él por encima de todo es un nacionalista ucraniano, aunque comparta todos los posicionamientos ideológicos. Por eso no tiene ningún problema en fotografiarse orgulloso con una simbología que significa “Heil Hitler”. Aunque no es nazi.
Ha sido muy romántico ver artículos diciendo que Román Zozulya no es filonazi porque ha habido algunas fotografías difundidas en redes sociales que por sí solas no significan nada o que ciertamente eran erróneas en la interpretación. Eso es completamente cierto, ha habido interpretaciones falsas. El ABC de Sevilla confundió el escudo de Ucrania con la de un grupo neonazi. El problema es hacer cherry picking con los errores sin incidir en lo que sí muestra de forma inequívoca la ideología de Román Zozulya. Existen multitud de imágenes, actitudes, declaraciones y símbolos que permiten aseverar de forma factual que el jugador del Albacete es de ideología fascista. Obviamente con las peculiaridades, concreciones y especificaciones propias del nacionalismo ucraniano más radical. Que tiene sus puntos en común y sus diferencias con el nazismo alemán. Como ocurre con cualquier movimiento neofascista de cada país.
La imagen que no admite ningún espacio para la interpretación es la compartida por Román Zozulya en su perfil de Twitter en la que un amigo difundía una foto del jugador con la camiseta número 18 señalando el marcador de una cancha de baloncesto con los números 14-88. Los movimientos neonazis utilizan los números de forma habitual para mostrar su ideología sustituyendo el tradicional saludo, perseguido en algunos países penalmente, y sancionado socialmente en la mayoría, por otra gestualidad que permita identificarse entre ellos sin incumplir la ley o salir perjudicados profesionalmente. En España, la Comisión Estatal Contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte creó un Manual de simbología para que los clubes supieran identificar los símbolos susceptibles de ser ideología de odio. En las primeras páginas incluyen los números y acrónimos utilizados por los movimientos neonazis entre los que se incluye el 18, el 14 y el 88. Las explicaciones dadas por Roman Zozulya al respecto de esa imagen rozan el insulto a la inteligencia. El jugador explicó que se hizo esa fotografía porque el marcador le pareció curioso y que solo se enteró del significado de esos números cuando llegó a España, el jugador añadió: “¿Si tenemos un coche con la matrícula 1488 lo quemamos?, Si hay un cambio del número 14 por el número 88 es el árbitro nazi?”.
Algunos medios y periodistas han intentado desvincular a Román Zozulya del batallón Azov, un comando paramilitar neonazi ucraniano, porque la foto que algunos perfiles han utilizado para vincularlo es una imagen errónea de la aerotransportada ucraniana. Eso es cierto. Pero en esa misma imagen aparece en la parte superior derecha la bandera de la Organización Nacional de Ucrania, el partido de Stepán Bandera. Sin que ninguno de los que ha corrido a justificar al futbolista hayan intentado explicar ese punto.
Ninguno de los medios que se ha dedicado a intentar desmontar los posibles errores anónimos en redes ha hablado de otros elementos que sirven para comprender la ideología de Zozulya ni su relación con grupos neonazis de Ucrania en general y con el Batallón Azov en particular.
Uno de esos elementos de análisis que ha pasado desapercibido para todos esos medios es una fotografía que Román Zozulya compartió en sus redes el 23 de febrero de 2015. En la imagen que el entonces jugador del Dnipro subió a sus redes no incluía texto, lo que habrá impedido buscar información en su perfil y por eso ningún periodista en España la identificó. En la imagen aparece Román Zozulya con una camiseta del miembro del Batallón Azov Alexander “Daring” Ruzak, en homenaje al ultra del grupo “White Boys” del Dnipro que participó como voluntario en el grupo neonazi paramilitar y que murió en combate el 23 de agosto de 2014. El jugador no solo salió junto con el resto de compañeros del Dnipro homenajeando al miembro del batallón Azov, sino que después compartió en redes la fotografía para mostrar su homenaje de forma personal y no solo colectiva.
También se ha obviado que el órgano oficial del Batallón Azov agradeció el apoyo público de Roman Zozulya. Un batallón nutrido con miembros del grupo ultra “White Boys”. Al respecto de la fotografía en la que el jugador aparece con una pegatina de dicha organización argumentó que es una imagen con los colores de la ciudad y que los ultras del club “no son racistas” porque hasta los ha entrenado “Juande Ramos”. El hecho de que se llamen chicos blancos por ideología supremacista y que el símbolo que Zozulya tenía en las manos incluía multitud de Totenkopfs, el símbolo de la unidad de combate de las Waffen SS, no lo explicó. Tampoco contó su estrecha relación con los “Dnepr White Boys” con los que incluso acude a ver partidos con la camiseta identificativa que los ultras llevan en muchos de sus encuentros y acciones políticas.
En su comparecencia, Roman Zozulya también explicó que las donaciones de su organización benéfica a estos grupos paramilitares neonazis se dedican exclusivamente a medicamentos, alimentos y equipamientos destinados al salvamento de vidas. Otra mentira fácilmente comprobable en sus redes sociales ya que aparecen también donaciones de drones del tipo Lelaka, que han sido usados por el Batallón Dnipro-1 para precisar de forma eficiente los disparos de la artillería.
Existe otra fotografía que tampoco ha sido identificada hasta este momento. En dicha imagen aparece Roman Zozulya con una camiseta del grupo ÑÑолÑнÑй гÑад (Stolnyi Grad) haciendo el saludo de los tres dedos. Si bien es un gesto que tiene muchas interpretaciones depende del país y el contexto, en Ucrania es utilizado por los ultras del país por su simbolismo con el Tryzub del escudo de Ucrania. El grupo de “White Rap” es uno de los grupos de rap nazi más famosos de Ucrania entre los neonazis y recomendado en páginas como Stormfront. Una de sus canciones en la que abogan por el asesinato de drogadictos, borrachos y aquellos que trapichean con drogas dice “coge el hacha, purga tu distrito”. A pesar de eso, Zozulya aseveró que rechaza cualquier ideología racista y violenta.
Zozulya y sus relaciones con la ultraderecha política ucraniana
“Es un patriota”, dijo el representante del jugador, para exonerar a Román Zozulya de cualquier vinculación filonazi, como si para ser patriota solo se pudiera uno acercar a movimientos paramilitares y a la extrema derecha. El ejemplo vivo de que un futbolista puede entrar en política y ser un patriota sin abrazar ideologías criminales es el mejor jugador que ha dado Ucrania: Andryi Shevchenko. El mito del fútbol ucraniano entró en política en el partido Ukraine-Forward!, una escisión del bloque de Yulia Timoschenko liderado por Natalia Korolevska que también se oponía al gobierno de Viktor Yanukovich. El partido de Shevchenko es del ámbito socioliberal y no tiene relaciones conocidas con grupos paramilitares de extrema derecha. Sí, se puede ser patriota en Ucrania, hacer política, y no ser neonazi.
Pero Zozulya ha elegido apoyar a otros partidos, a otros movimientos, a otra ideología. De manera libre, convencida, constante y comprometida. Entre sus relaciones destaca la que mantiene de forma cercana con Yury Bereza junto con el que fundó el club de fútbol Dnipro-1, un antiguo club histórico soviético desaparecido al que dieron un nuevo armazón ideológico. En un mensaje de Facebook en sus redes sociales el jugador del Albacete realizó el anuncio agradeciendo a Bereza el esfuerzo.
Bereza es ahora miembro del Parlamento en Ucrania con el partido Frente Popular, una formación de extrema derecha. Esta formación cuenta entre sus miembros más prominentes con el presidente de la Rada Suprema, Andry Parubiy, que tuvo entre sus antiguas ocupaciones ser el líder de la formación paramilitar de los neonazis de Patriotas de Ucrania, una rama del Partido Social Nacional de Ucrania (SNPU) que fue el precursor de Svoboda. La formación de Parubiy tenía como lema el Wolfsangel nazi. El partido Frente Popular tiene en su organigrama un consejo militar formado por Yuri Bereza como comandante del batallón Dnipro-1 y Andriy Biletsky, comandante del Batallón Azov.
El Dnipro-1 del que toma nombre el club cofundado por Roman Zozulya fue un batallón de voluntarios comandado por Yury Bereza que estuvo implicado en crimenes de guerra denunciados por organizaciones internacionales. Un informe de la OSCE sobre crímenes de guerra de las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad de Ucrania recoge el testimonio de Alexander Tkachenko, que narra cómo miembros del batallón Dnipro-1 le retuvieron en una zona industrial y tras golpearle con tubos de hierro y culatas de rifle le aplicaron corrientes eléctricas y le cortaron con un cuchillo mientras amenazaban a su familia. El informe detalla otros numerosos casos de torturas por parte del batallón que da nombre al club confundado por Zozulya.
Yuri Bereza, llamado Nicolaevich de nacimiento, fue además comandante regional en Dnipropetrovsk del Congreso de los Nacionalistas Ucranianos. Un partido neonazi continuador de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y fundado por Slava Stetsok, la esposa de Yaroslav Stetsok, el lugarteniente de Stepan Bandera. Para comprender el espectro ideológico de Yaroslav Stetsok en el libro Borrados de Omer Bartov se incluye una cita del líder del OUN: “Considero que el marxismo es un producto de la mente judía… Moscú y los judíos son los mayores enemigos de Ucrania y los portadores de las ideas internacionales y malvadas de los bolcheviques. Si bien considero que es Moscú, y no los judíos, el enemigo principal y decisivo, puedo entender en toda su extensión el innegable rol dañino y hostil de los judíos, que están ayudando a Moscú a esclavizar Ucrania. Por tanto, apoyo la aniquilación de los judíos y la conveniencia de utilizar en Ucrania los métodos alemanes de exterminación de los judíos, prohibiendo su asimilación y prácticas similares”.
No es nazi, solo un héroe nacional
Una de las justificaciones más peregrinas que se han dado sobre la ideología de Zozulya tiene que ver por su admiración hacia el nacionalista ucranio Stepán Bandera. Las justificaciones sobre esas imágenes dadas por la prensa deportiva han pasado por decir que era una broma, a aseverar que es solo un héroe nacional sobre el que se profesa admiración en Ucrania fruto del conflicto bélico que se vive en ese país con Rusia desde el año 2014. Como si ser un fascista y genocida no fuera considerado un motivo para ser un héroe en muchos países por multitud de fascistas. Ante Pavelic es considerado un héroe nacional por los nacionalistas croatas del HDZ que consideran, desde que Franjo Tudman se lo propuso, el régimen nazi de los Ustacha como unos patriotas que defendieron Croacia de potencias extranjeras. También Ratko Mlàdic es un héroe para los serbobosnios, se pueden encontrar memoriales en Nova Sarajevo en la República Srpska a escasos kilómetros de Srebrenica donde el general serbio asesinó a más de 10.000 bosníacos. En España se considera digna de admiración por los patriotas españoles a los componentes de la División 250 del ejército nazi que luchó contra los soviéticos, la División Azul. Para los fascistas, sus fascistas siempre son héroes nacionales.
El jugador del Albacete aparece en varias fotografías mostrando su admiración hacia el líder nacionalista. Sobre la foto con Stepán Bandera argumentó que la publicó no por su admiración hacia el líder nacionalista, sino porque se parece a él ya que tienen las mismas entradas. Lo cierto es que no solo existe esa fotografía con Bandera, y hay otros mensajes en los ya no puede argumentar que su admiración se debe a parecerse.
Si bien es un tanto reduccionista calificarle de nazi en el contexto de la II Guerra Mundial no puede dejar de calificársele como un fascista que participó de manera activa en el Holocausto. Bandera colaboró con los nazis en la primera fase de la guerra de manera utilitarista porque consideraba a los nazis un aliado en contra de los soviéticos para liberar Ucrania. Cuando Bandera y Stetsok proclamaron la independencia de Ucrania en 1941 fueron detenidos y enviados al campo de concentración de Sachsenhausen. Sin embargo, la colaboración de su organización con los nazis fue fructífera hasta esa fecha, durante su cautiverio, y también tras su liberación en 1944 para combatir a los soviéticos. Uno de los episodios más terribles en los que participó la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) de Stepan Bandera fue en los pogromos de Lviv (Ucrania). El 30 de junio de 1941 los hombres de Bandera, junto a los miembros de la Werhmacht y población local participaron en el exterminio de más de 4.000 judíos dejando incluso imágenes en vídeo de las masacres. En Volinia, los miembros de la OUN acabaron con la vida de entre cuarenta mil y sesenta mil civiles polacos que fueron asesinados en 1943, y otros veinticinco mil en Galitzia en 1944.
La adoración de los nacionalistas ucranianos por Stepàn Bandera y el OUN tiene una explicación para Omer Bartov: “La memoria de la OUN y del UPA es un componente esencial en la creación de una identidad ucraniana, así como de su gloria y heroísmo, una identidad que fue reprimida violentamente bajo el régimen comunista (al igual que la memoria de las víctimas judías). Pero ahora que estas organizaciones nacionalistas han vuelto a ocupar su lugar de honor en la historia, ya no es posible asociarlas con la colaboración en el asesinato de los judíos. Además, al adoptar a la OUN y al UPA como símbolos nacionales de Galitzia, también es necesario adoptar, hasta cierto punto, lo que estas organizaciones proclamaban: Ucrania para los ucranianos y limpiar la tierra de «elementos foráneos», como los judíos y los polacos. Desde esta perspectiva, es «natural» colocar una estatua de Bandera donde se encontraba el gueto de Drogóbich, ya que su legado terminó venciendo y los soviéticos, los polacos, los alemanes y los judíos se han ido para siempre”.
Los símbolos de los nacionalistas ucranianos que han conformado su identidad nacional están basados en esa herencia neonazi del OUN. Hasta el saludo recuperado por los de Bandera durante la II Guerra Mundial, el Слава УкÑаÑÐ½Ñ (Gloria a Ucrania), que ha sido incluido dentro de los símbolos nacionales actuales, y que Zozulya también hace suyo.
Ese orgullo sobre el heroísmo y patriotismo de Bandera en la conformación del pensamiento nacionalista ucranio es indisoluble de los partidos y formaciones neonazis con los que Zozulya simpatiza y cualquier visión crítica sobre la figura es ferozmente atacada por esos partidos y la propaganda nacionalista ucraniana. El historiador alemán de origen polaco Grzegorz RossoliÅski-Liebe escribió una de las mejores obras sobra el líder fascista ucraniano: Stepan Bandera: The Life and Afterlife of a Ukrainian Nationalist. Fascism, Genocide, and Cult. En el año 2012 el historiador fue invitado a Ucrania a realizar una serie de conferencias sobre Bandera en Lviv, Dnipropetrovsk y Kiev que tuvieran que ser canceladas por el hostigamiento del partido neonazi Svoboda ya que consideraban que la figura de Bandera no podía ser cuestionada por un “liberal alemán” al que consideraban un “bisnieto de Goebbels”. La única conferencia que pudo dar el historiador fue en la embajada alemana en Kiev con una manifestación de los neonazis de Sbovoda en las puertas.
En definitiva, existen pruebas suficientes para afirmar la ascendencia ideológica de Román Zozulya sin necesidad de que el propio jugador lo reconozca, sin que tenga tatuada una esvástica en la frente o un lebensrune en la pantorrilla. Es posible que algunos necesiten a pesar de todo una sentencia judicial para reconocer el pensamiento fascista de un neonazi o que salga a quemar judíos en una Sinagoga. Alguna explicación encontrarían para excusarle. Para Eduard Dolinsky, Director General del Comité Judío de Ucrania, y tras ser consultado para este artículo por su opinión al respecto de la ideología de Roman Zozulya, no cabe lugar a dudas: “Simpatiza con el nacionalismo y el radicalismo de derechas. Puedes ver esto en su imagen donde señala los números 1488 o posa con la imagen de Bandera”. Dolinsky ya dejó escrito en un artículo en The New York Times su preocupación por el blanqueo del pasado nazi de los nacionalistas ucranianos adorados por Zozulya. El mismo proceso legitimador del pensamiento fascista que ocurre en España, abanderado por las grandes firmas del periodismo deportivo, por todos aquellos que lo justifican y niegan su ideología fascista aunque las pruebas sean abrumadoras. Por tibios, conniventes y cómplices de una ideología criminal.