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23J la máquina para viajar en el tiempo, al pasado o al futuro
El mecanismo de propulsión hacia el porvenir por desempaquetar o el ayer ya visto (déjà vu) es en resumen una urna transparente provista de una ranura a través de la que cada ciudadano mayor de 18 años introduce su voluntad de proyectar el futuro prometedor o el regreso a un pasado ya sabido y experimentado por ciudadanos contemporáneos cuya edad les permite tener memoria de entonces.
Cuando parte de la ciudadanía se arruga ante el futuro y prefiere lo malo conocido, sin valor, sin arrestos para labrar su propio y genuino destino, es difícil salir del día de la marmota en el que unas sonrojantes minorías localistas encanalladas en lo que se dio en llamar partidos “visagra” que ordeñan la rivalidad entre españoles absolutistas y demócratas, concediendo el gobierno a unos u otros según suene la bolsa engordada a costa de los demás conciudadanos: fiscalidad, inversiones, concesiones político económicas, supremacía en los poderes del estado ajenos al equilibrio demográfico y territorial, vaselina…
Esta bicoca descubierta hace alrededor de doscientos años por las élites económicas de las provincias limítrofes con la frontera francesa en las que los gobiernos españoles establecían las industrias destinadas a la exportación en un afán de ahorrar gastos de transporte, se ha ido consolidando y adornando con boatos suntuosos estatalistas y con mayor o menor habilidad hasta la actualidad cuando ya nada nuevo queda por exprimir y cada vez resulta más imposible esconder el timo, la trampa, la guerra y el cartón.
Este país lleva décadas colapsando, obligado a dedicar parte no pequeña de sus esfuerzos y recursos económicos y humanos a mantener estable una realidad inaceptable por inmoral e injusta. Siendo más fácil y con menos riesgos entregarse a las corruptas ardides o “soluciones individuales” de llenar la bolsa y cerrar la boca, mirando sin querer ver, antes que encarar limpiamente los riesgos y retos que los nuevos tiempos traen para construir un destino común, que será el nuestro, no el momio que los bisabuelos pusieron de pie sin vocación de futuro, con ingenuidad o desvergüenza y que algunos no saben o quieren dejar atrás, enterrado como una malestar inmoral producido por el proceso de crecimiento y madurez de los pueblos que conforman este país y que no han terminado de asimilar.
Si como parece, la época de España está ya superada por las contradicciones de sus partes tenemos la obligación de pasar a la pantalla siguiente que se llama Unión Europea en donde haremos frente a los riesgos y venturas del futuro que amenaza con arrollarnos y pasarnos por encima, otra vez, para construir la era de la humanidad con los medios y recursos apropiados que ya tenemos en nuestras manos.
Cuando se acerca la fecha del 23J y eres libre de elegir tu destino y el de todos habrás de decir alto y claro ante el resto de la ciudadanía si quieres seguir viviendo en esta jaula de grillos de cuyo cuento conoces el final, o sacar entradas para la UE, el futuro que todavía está sin terminar de escribir y en el que el concurso de todos será imprescindible. No habrá más codazos entre riojanos, vascuences y burgaleses, catalanes y valencianos…, sino que tendremos que colaborar y competir con italianos, franceses, daneses, rumanos…, reclamando nuestro sitio y construyendo la casa común que hará viable el planeta, la regeneración de los océanos, el progreso y la justicia social globalizada, sólo el infinito limitará nuestra capacidad. Vota repetir la misma peli de los últimos dos siglos o la libertad de luchar por el futuro de nuestro planeta. Tú misma. No olvides que un voto lo puede romper todo. Aforismo popular: “Un tonto jodió un pueblo”. Vota, no seas tú ese tonto.
El mecanismo de propulsión hacia el porvenir por desempaquetar o el ayer ya visto (déjà vu) es en resumen una urna transparente provista de una ranura a través de la que cada ciudadano mayor de 18 años introduce su voluntad de proyectar el futuro prometedor o el regreso a un pasado ya sabido y experimentado por ciudadanos contemporáneos cuya edad les permite tener memoria de entonces.
Cuando parte de la ciudadanía se arruga ante el futuro y prefiere lo malo conocido, sin valor, sin arrestos para labrar su propio y genuino destino, es difícil salir del día de la marmota en el que unas sonrojantes minorías localistas encanalladas en lo que se dio en llamar partidos “visagra” que ordeñan la rivalidad entre españoles absolutistas y demócratas, concediendo el gobierno a unos u otros según suene la bolsa engordada a costa de los demás conciudadanos: fiscalidad, inversiones, concesiones político económicas, supremacía en los poderes del estado ajenos al equilibrio demográfico y territorial, vaselina…