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El 23J no fue un simulacro
Una vez pasada la cita electoral, los analistas suelen navegar en la obviedad ante la realidad contrastada de los resultados. Pero hay un análisis que no leo, no se hace un análisis de lo que ha supuesto para la democracia este intento de golpe de Estado, sí, de golpe de Estado, fomentado por los medios de comunicación afines al neo-liberalismo, por un sistema financiero depredador con la clase trabajadora y más vulnerable, por un catolicismo rancio y a contracorriente de los aires liberalizadores de Roma, por unos partidos políticos negacionistas y antieuropeístas, por un fascismo latente que está fagocitando todo el espectro social de este país con una rapidez asombrosa y me preocupa que se esté agotando la tinta y el papel progresista de las rotativas.
La izquierda ha dejado de llenar plazas de toros, afortunadamente en esta ocasión ha llenado las urnas, que al fin y a la postre es lo importante, pero para ello, y sigo con el símil taurino, hemos tenido que verle los cuernos al toro, bueno casi, y si no han terminado de sentir su aliento ha sido porque durante este mes de julio ha habido un subalterno de excepción, José Luis Rodríguez Zapatero, sí, hay que decirlo públicamente y poner en valor su legado y su compromiso en esta campaña, un Rodríguez Zapatero que ha hecho aflorar las emociones del respetable de una manera sublime, propiciando que los toros llegaran amansados, casi derrotados ya a la plaza, aunque ese no fuese su cometido. Así, en la última semana Pedro Sánchez pudo ponerse a puerta gayola para recibir de grana y oro al último de la tarde y si su faena no fue de oreja y rabo, al final dio una merecida vuelta al ruedo.
Los dirigentes de los partidos, el “aparato”, están tan institucionalizados que cuando llega el momento de afrontar situaciones complejas y sin ser tan complejas, no son capaces de organizar la resistencia y tan solo y por generación espontánea, por vergüenza torera, por sentido de la responsabilidad los ciudadanos, no todos los que podrían haberlo hecho, han sido capaces de sobreponerse a esta dejadez de los “líderes” locales, provinciales y regionales y evitar que el fascismo se quedara a las puertas, pongamos que de Madrid, Málaga o Cuenca, a las puertas de España. Sé que no es bueno generalizar, pero es la tónica general. Se gobierne o no, haya nuevas elecciones o no, lo cierto es que a los partidos de izquierda les toca llamar a fila y reorganizar a la militancia. Hay una desmovilización, no ya solo en los ciudadanos de progreso sino en las bases de los partidos, que es cuando menos preocupante.
Ni tan siquiera el mundo de la cultura se ha movilizado en masa, cierto que esporádicamente han surgido manifiestos de apoyo a las fuerzas de izquierda, algunas voces que han esgrimido la palabra como ariete contra el horror de un gobierno PP/VOX, pero pocas. Pocas guitarras han sonado llamando a las barricadas. Donde estaban los poetas andaluces de Alberti, donde las nanas de las cebollas de Hernández, donde el 'no pasarán' de José Herrera. No, no ha sido suficiente y no será suficiente en el futuro.
Estamos en una situación de alarma global ante el avance de la extrema derecha, los acontecimientos internacionales nos están poniendo en alerta, las alarmas han saltado en muchos países de Occidente y tenemos aún en la memoria lo que supone ser gobernados por el totalitarismo. Hay que movilizar a los obreros, sobre todo a los que no se consideran obreros, hay que sacar a las clases medias de su aburguesamiento, hay que alertar a los ciudadanos contra los discursos de odio y la banalización de la historia.
Queridos amigos, esto no ha sido un simulacro, estas elecciones han sido un aviso y muy serio de lo que puede llegar, y entonces ya no valdrán las canciones, ni los versos, no habrá poetas, ni cantautores. No habrá humanistas ni voces que se alcen, solo la voz de su amo. Y quizás haya canciones que sus creadores nunca interpretarán, como 'Somos cinco mil', la última de Victor Jara.
Una vez pasada la cita electoral, los analistas suelen navegar en la obviedad ante la realidad contrastada de los resultados. Pero hay un análisis que no leo, no se hace un análisis de lo que ha supuesto para la democracia este intento de golpe de Estado, sí, de golpe de Estado, fomentado por los medios de comunicación afines al neo-liberalismo, por un sistema financiero depredador con la clase trabajadora y más vulnerable, por un catolicismo rancio y a contracorriente de los aires liberalizadores de Roma, por unos partidos políticos negacionistas y antieuropeístas, por un fascismo latente que está fagocitando todo el espectro social de este país con una rapidez asombrosa y me preocupa que se esté agotando la tinta y el papel progresista de las rotativas.
La izquierda ha dejado de llenar plazas de toros, afortunadamente en esta ocasión ha llenado las urnas, que al fin y a la postre es lo importante, pero para ello, y sigo con el símil taurino, hemos tenido que verle los cuernos al toro, bueno casi, y si no han terminado de sentir su aliento ha sido porque durante este mes de julio ha habido un subalterno de excepción, José Luis Rodríguez Zapatero, sí, hay que decirlo públicamente y poner en valor su legado y su compromiso en esta campaña, un Rodríguez Zapatero que ha hecho aflorar las emociones del respetable de una manera sublime, propiciando que los toros llegaran amansados, casi derrotados ya a la plaza, aunque ese no fuese su cometido. Así, en la última semana Pedro Sánchez pudo ponerse a puerta gayola para recibir de grana y oro al último de la tarde y si su faena no fue de oreja y rabo, al final dio una merecida vuelta al ruedo.