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¿Cómo podemos estar tan ciegos y corruptos los seres humanos?
La Humanidad tiene un recorrido de casi veintiún siglos desde que Cristo murió crucificado por ser una excelente persona, sepamos mucho o poco acerca de sus palabras: sabemos lo suficiente para poder entenderlo como alguien extraordinario; hasta ese momento ya había hecho un camino de unos quince siglos desde la salida de los Israelitas de Egipto conducidos por Moisés; como unos siete mil años nos separan de la Prehistoria; Estoy ahora escribiendo de memoria. Pero lo que quiero subrayar es lo increíble que me parece el que no queramos abrir los ojos: los ricos y los pobres y sigamos teniendo corazones de piedra sólo hechos al vicio del querer pasárnoslo a tope y no pensar más que en esto.
No entiendo cómo podemos con tanta facilidad negarnos la vida, despreciar buscar con todo ahínco la limpieza, en las energías y en general; despreciar de una vez el armamento nuclear y la violencia entre nosotros, cómo no queremos defender la unión de Oriente y Occidente y no desear más ejércitos que aquellos que nos ayudan en las catástrofes naturales o nos limpien los océanos.
No puedo entenderlo cómo podemos decir que todos los políticos son iguales, que como roba este pues yo también me sumo, cómo tantos jueces miran a los intereses de los más podridos, cómo el ser fariseos es la tónica general, cómo se desprecia a las ciencias y la cultura y preferimos educadores que defiendan lo indefendible en colegios privados y Sanidad privada y toda clase de privacidad para seguir siendo depravados y bien poco inteligentes. Cómo podemos pensar que la técnica nos va a salvar de todos neustros pecados: sí: pecados y cómo pensamos que nos vamos a poder largar a un exoplaneta y cómo fundimos mile de millones de dólares, euros o rupias o chelines para intentar huir de este maravilloso planeta que es el nuestro, para así poder tener la excusa suficiente para seguir guarreándolo, ningunenado al otro. Es una pena que mi pobre suegra llevara razón: “llegará un momento en que padres e hijos primos hermanos”: eludía el “serán” pero se la entendía perfectamente y es una pena que llevara tanta razón.
Yo no creo en un Señor ahí con barbas. Soy más kantiano, más Spinoziano: creo en las leyes universales de lo ínfimo, lo de todos los días y lo magno del mundo este. Está en nuestra mano no acabar como los habitantes de la Isla de Pascua y sé que vds que me pueden estar leyendo, en la superficie o en el fondo, piensa como yo. Creo en que respetarlas no cuesta tanto.
La Humanidad tiene un recorrido de casi veintiún siglos desde que Cristo murió crucificado por ser una excelente persona, sepamos mucho o poco acerca de sus palabras: sabemos lo suficiente para poder entenderlo como alguien extraordinario; hasta ese momento ya había hecho un camino de unos quince siglos desde la salida de los Israelitas de Egipto conducidos por Moisés; como unos siete mil años nos separan de la Prehistoria; Estoy ahora escribiendo de memoria. Pero lo que quiero subrayar es lo increíble que me parece el que no queramos abrir los ojos: los ricos y los pobres y sigamos teniendo corazones de piedra sólo hechos al vicio del querer pasárnoslo a tope y no pensar más que en esto.
No entiendo cómo podemos con tanta facilidad negarnos la vida, despreciar buscar con todo ahínco la limpieza, en las energías y en general; despreciar de una vez el armamento nuclear y la violencia entre nosotros, cómo no queremos defender la unión de Oriente y Occidente y no desear más ejércitos que aquellos que nos ayudan en las catástrofes naturales o nos limpien los océanos.