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¿Quién es David y quién Goliat?

Antonio Franco García

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Menos mal que Israel no forma parte de la OTAN. Si fuera miembro de la OTAN ya hubiera incumplido el articulado del Tratado militar en muchas ocasiones. Sabedores de su posición geopolítica y de su comportamiento expoliador de los territorios del Pueblo Palestino desde hace casi ochenta años, Israel no podía pertenecer a la OTAN.

La redacción del artículo 1 ya lo hubiera incumplido. Textualmente el punto uno del Tratado expresa que “las partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional...”

Comencé expresando “la tranquilidad” de que Israel no pertenezca a la OTAN porque el artículo 5 viene a decir que un ataque armado contra cualquier miembro del Tratado será considerado como un ataque dirigido a todos los demás miembros. Si así fuese, ahora estaríamos en Guerra con Siria, Yemen, Irán...He entrecomillado el sustantivo porque da igual que Israel pertenezca o no a la OTAN para que el presente conflicto de Oriente Medio no se extienda.

Israel siempre ha contado con la ayuda de los Estados Unidos de Norteamérica. Con eso y con la compra de armas a todos los países dispuestos a vendérselas.

El artículo 1, al que ya he aludido, también dice que “los miembros de la OTAN se comprometen a abstenerse en sus relaciones internacionales a recurrir a la amenaza o al empleo de la fuerza de cualquier forma que resulte incompatible con los propósitos de las Naciones Unidas...”

Este texto, al mandamás de la OTAN (Estados Unidos) le importa poco menos que un pimiento. Y no digamos al gobierno de Netanyahu. La semana pasada, Israel declaró al Secretario General de la ONU “persona non grata”. Al parecer, según el gobierno israelita consideró que Antonio Guterres, el Secretario General de las Naciones Unidas, no condenó “de forma inequívoca” el ataque iraní contra Israel. Hay que recordar que fue Israel el que primero invadió con su ataque el espacio aéreo iraní.

Al Papa Francisco le iría mejor no pronunciarse sobre el conflicto, no vaya a ser que Netanyahu lo califique igual que al Secretario de la ONU.

Estamos asistiendo a la expansión del conflicto. Aunque pensemos que no nos afecta directamente, sí lo hace. No del mismo modo en que lo sufren in situ la población civil. La ciudadanía palestina está sufriendo una crisis humanitaria sin que nadie ponga remedio. Pero el resto del Mundo nos exponemos a otra crisis económica de proporciones desconocidas.

A veces, me planteo si todo esto no está orquestado. Porque, a ver; resulta que el Servicio e Inteligencia israelí (Mossad), no detectó el ataque de Hamás en su suelo en un primer momento. Recordemos que esa fue la chispa que provocó que palestinos inocentes sufrieran los ataques del ejército israelí como represalia al acto terrorista de Hamás que acabó con vidas y con el secuestro de civiles israelíes.

Y ahora resulta que ese mismo Servicio de Inteligencia es capaz de localizar cualquier refugio de los altos cargos de Hamás, ya sea en Líbano, Irán o Siria. Resulta todo un poco extraño.

De momento lo que se puede constatar es que los accionistas de las empresas armamentísticas se están poniendo las botas con la subida del precio de sus acciones.

Según la mitología judeo-cristiana, David venció con sólo una honda al gigante Goliat en una batalla que enfrentaba a Israel contra los filisteos. Una metáfora que se ha aplicado desde siempre y que ha tenido diferentes interpretaciones. La más común es la victoria de una persona de una condiciones físicas inferiores (David) sobre otra de “seis codos y un palmo de estatura” (Goliat). El grande es derrotado por el pequeño.

Me pregunto, ¿qué papel interpreta hoy Israel, el de David o el Goliat?

Menos mal que Israel no forma parte de la OTAN. Si fuera miembro de la OTAN ya hubiera incumplido el articulado del Tratado militar en muchas ocasiones. Sabedores de su posición geopolítica y de su comportamiento expoliador de los territorios del Pueblo Palestino desde hace casi ochenta años, Israel no podía pertenecer a la OTAN.

La redacción del artículo 1 ya lo hubiera incumplido. Textualmente el punto uno del Tratado expresa que “las partes se comprometen, tal y como está establecido en la Carta de las Naciones Unidas, a resolver por medios pacíficos cualquier controversia internacional...”