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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Derechos, educación, tibieza y violencia

Carmen Zorita

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El ambiente está agitado por las manifestaciones que apoyan la libertad de Pablo Hasel. Parece que algunos de los medios de comunicación están de acuerdo en fomentar y generar en la sociedad una condena sin paliativos hacia las mismas. En absoluto soy partidaria de la violencia, pero soy menos partidaria aún de juzgar las cosas sin analizarlas en profundidad, quedándonos, una vez más, en tratar y combatir los síntomas parcheando los problemas y no las causas que los producen.

No soy socióloga pero considero que este encarcelamiento está siendo la espoleta que ha hecho saltar la chispa de meses (creo que lo justo sería decir años) en los que hemos estado sometidos a la arbitrariedad de nuestros políticos y de la justicia, a la tibieza de sus decisiones, a su corrupción y a la pérdida continuada de nuestros derechos. Por algún sitio tenía que saltar.

Prohibir algo de manera irracional, nunca ha resuelto ningún problema. El remedio es evidente que nunca puede pasar por la censura. El proceso de sanación pasa por conseguir derechos que den libertad de elección, abran posibilidades a las personas a sentirse reconocidas, respetadas, y, por supuesto, la solución auténtica parte una vez más de la educación.

Las personas tenemos derecho a elegir, pero para poder elegir hemos de saber analizar y valorar: tener criterio. Eso se puede conseguir a partir de un espíritu crítico, de un enriquecimiento personal originado, no en la adquisición de información y de conocimientos, sino en un desarrollo de actitudes y aptitudes que despierten el interés por conocer y saber, con la duda como certeza ante toda afirmación. “Solo mediante la duda, puede existir el librepensamiento”, repetía el poeta Aarón García Peña. Una duda que obliga a buscar razones y porqués y que ayuda a no aceptar y dar como supuestamente bueno y verídico todo lo que nos ofertan y dicen en cualquier medio, sean libros, escritos, películas o cualquiera de las mil maneras con que nos llegan los conocimientos y las informaciones.

Para tener criterio, no solo hay que aprender las cosas que son prácticas y útiles de una manera inmediata (que también) sino que hay que ir adquiriendo un bagaje cultural que permita desarrollar de una manera integral a las personas. Cultura viene de cultivo y para cultivar algo que dé fruto, hay que preparar y cuidar bien la tierra donde se va a plantar las semillas. “Una persona culta no es la que sabe muchas cosas; es la que sabe interpretar por sí misma las muchas o pocas cosas que sabe”.

Hay un principio que sabemos que se cumple en todo aprendizaje: se aprende a leer, leyendo; se aprende a escribir, escribiendo; se aprende a razonar, razonando y se aprende a analizar, analizando.

La educación es el instrumento del que disponemos para conseguir, poco a poco, que las personas puedan y sepan valorar qué elegir, sin verse abocadas a aceptar todo aquello que les dan como bueno y válido. Quizás así, dentro de unos años, no permanezcamos pasivos y seducidos por lo que nos quieran ofertar y “lo que la gente quiera ver” sea algo más enriquecedor y constructivo.

Mientras tanto, besos, ternura y derroche de amor para todos. Por una sociedad justa, digna y amorosa. Cada día con el corazón más abierto y el puño más cerrado.

El ambiente está agitado por las manifestaciones que apoyan la libertad de Pablo Hasel. Parece que algunos de los medios de comunicación están de acuerdo en fomentar y generar en la sociedad una condena sin paliativos hacia las mismas. En absoluto soy partidaria de la violencia, pero soy menos partidaria aún de juzgar las cosas sin analizarlas en profundidad, quedándonos, una vez más, en tratar y combatir los síntomas parcheando los problemas y no las causas que los producen.

No soy socióloga pero considero que este encarcelamiento está siendo la espoleta que ha hecho saltar la chispa de meses (creo que lo justo sería decir años) en los que hemos estado sometidos a la arbitrariedad de nuestros políticos y de la justicia, a la tibieza de sus decisiones, a su corrupción y a la pérdida continuada de nuestros derechos. Por algún sitio tenía que saltar.