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La difícil cuadratura de la incompetencia
La responsabilidad ante acontecimientos extremos es compartida entre las distintas administraciones, cada una en el ámbito de sus competencias. Esto es un axioma irrefutable.
Que un gestor haga dejación de esta responsabilidad, propia de su competencia y pretenda culpar a otra administración para salvaguardar no ya el incumplimiento competencial de la administración en sí misma, sino su propia incompetencia es un acto de cinismo.
Que haya perdidas de vidas humanas evitables, de haber mediado una pronta asunción de responsabilidades competenciales en el ámbito de la administración que dirige, es un acto que conlleva responsabilidades penales.
Que se haga política para desestabilizar al gobierno de centro izquierda de la Unión Europea, para así propiciar alianzas con la extrema derecha, utilizando tragedias como la Dana que ha asolada la Comunidad Valenciana, poniendo el foco en la supuesta responsabilidad de la ministra de transición ecológica española, que a la sazón iba, en primera instancia, a ser nombrada vicepresidenta de la Comisión Europea, en la pérdida de vidas humanas, no deja de ser un acto de apología fascista.
Y es que llueve sobre mojado, permítanme la frivolidad. Existe una densa trayectoria en la política de desinformación a través de la mentira, poniendo el ventilador para que salpiquen a otros las responsabilidades de una falta de gestión por parte del PP, que esta regada de muertos y desastres ecológicos, caso PRESTIGE y los hilillos de plastilina de Rajoy. Los muertos del 11M, 192 personas. El accidente del YAK 42, 62 militares muertos. Los cerca de 6000 ancianos fallecidos en las residencias de ancianos en Madrid durante la Pandemia. O el accidente del metro de Valencia que causó la muerte de 43 personas. Pero esto no es más que la continuidad de la bomba de Palomares con el baño de Fraga en Almería o los muertos por el fraude del aceite de colza. Desde el franquismo hasta sus actuales herederos, el partido popular, esta ha sido su estrategia, ocultar su responsabilidad en la pérdida de vidas humanas, muchas de ellos evitables, tergiversando la realidad.
Vista esta estrategia, visto como Ayuso lapidó a Casado, por haberle exigido que aclarase la implicación de la Comunidad de Madrid en el caso de la compraventa de mascarillas de su hermano. De cómo ha utilizado el caso del fraude fiscal de su pareja para responsabilizar y encausar al fiscal general del Estado.
Comprobada esta torticera estrategia del PP no sería para nada aventurado pensar que la insistencia por parte de Feijoo en que Pedro Sánchez asumiera la competencia en la Dana valenciana elevando la alerta a nivel 3 y que el Gobierno central asumiera esta responsabilidad, sirviese para presentar una denuncia contra el presidente Sánchez por haber usurpado las competencias del presidente de la Generalitat valenciana, que aunque no prosperara contribuirá a un ruido mediático y judicial que favorecería a Mazón, y como este hecho no se produjo pues toca responsabilizar al ejecutivo central en la persona de Teresa Ribera. Esto es un acto de deslealtad a los principios de colaboración institucional en circunstancias extremas. Al PP no le interesan los muertos, son números para cuadrar un balance político negativo por la insolvencia de su barón valenciano. Habría que explicarles que no existe ninguna herramienta capaz de cuadrar la destrucción, la muerte, la orfandad, los sentimientos, los afectos, la desesperación y el abandono. Capaz de cuadrar la incompetencia.
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