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Hombres callados

Gabriel García | socio de elDiario.es

16 de noviembre de 2021 16:16 h

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El pasado 23 de octubre, en este mismo diario se publicaba un artículo de Ana Requena Aguilar con el título “Hablan los 'aliados' por la igualdad: entre el escepticismo del feminismo y la indiferencia de muchos hombres”. En el texto se recogían intervenciones de varios hombres comprometidos con los objetivos del feminismo y se aportaban diversas ideas al respecto, por ejemplo, de cómo autodenominarse. En uno de los párrafos de la pieza, José Ángel Lozoya, activista de 70 años, se expresaba así respecto a esta cuestión y la posibilidad de definirse como feminista: “Y lo de feminista, un poco de impostura, no me parece que nos tengamos que sumar a un nombre que de alguna manera parece que nos permite opinar en nombre del feminismo”.

“Parece que nos permite opinar en nombre del feminismo”, repito la frase porque hace referencia a uno de los consensos que, supuestamente, teníamos superados los hombres, al menos los hombres que decidimos un día comprometernos con la lucha de nuestras compañeras: cuando las feministas hablan, los hombres callamos y escuchamos.

Parece algo elemental, el movimiento feminista será lo que quieran las mujeres que sea, no nos corresponde a los hombres ni tutelar sus debates ni, mucho menos, aprobar sus objetivos. Insisto, elemental.

También el pasado 23 de octubre fue el día elegido por la plataforma feminista “La fuerza de las mujeres es el futuro de todas” para manifestarse por las calles de Madrid para reivindicar sus objetivos. La plataforma está integrada por decenas de asociaciones feministas, entre ellas, por ejemplo, la histórica Asociación Clara Campoamor. Uno de los objetivos de la manifestación fue la denuncia de la llamada Ley Trans, que se encuentra en este momento en proceso de tramitación.

No es el objeto de este texto debatir sobre una ley que ha generado divisiones entre el feminismo, pero sí me parece importante señalar que en este mismo diario se han publicado textos críticos con la ley por parte de firmas como las de Elisa Beni , por ejemplo:

El debate está abierto y de momento no parece que haya una postura unitaria en la totalidad del movimiento feminista, postura que consensuarán, o no, las mujeres feministas.

Ellas y nadie más.

Pero, como decía, no es el motivo de esta carta la Ley Trans, sino expresar mi sorpresa ante la actitud de una parte masculina del periodismo y la política que, en el contexto de este debate entre diferentes corrientes del feminismo, ha decidido expresarse con una virulencia inusitada contra una u otra parte.

Los insultos de la prensa y la bancada del congreso más conservadora hacia la ministra de Igualdad, Irene Montero, son tan previsibles como, por desgracia, habituales.

Más sorprendente resulta que entre hombres de “izquierda” se recurra al improperio y a la caricatura para criticar la discrepancia, especialmente cuando se usa contra mujeres.

Son muchos los ejemplos que se pueden encontrar en las redes sociales y en la prensa nacional pero baste de ejemplo el tuit que el portavoz del grupo parlamentario de Unidas Podemos, Pablo Echenique, escribió al respecto de la manifestación del 23 de octubre, una manifestación en la que solo participaron mujeres feministas, y de la que, en primer lugar, pone en duda su denominación de “feminista” y luego califica como “basura tránsfoba”.

Es el ejemplo más exagerado quizá, pero no el único, de hombres “progresistas” que se sienten legitimados para expresar qué es o no es el feminismo y cuales deben, o no, ser sus objetivos.

Así que la pregunta que se me plantea es obligada:

Los hombres callamos cuando las compañeras feministas hablan ¿siempre, o sólo cuando lo que dicen es de nuestro agrado?

El pasado 23 de octubre, en este mismo diario se publicaba un artículo de Ana Requena Aguilar con el título “Hablan los 'aliados' por la igualdad: entre el escepticismo del feminismo y la indiferencia de muchos hombres”. En el texto se recogían intervenciones de varios hombres comprometidos con los objetivos del feminismo y se aportaban diversas ideas al respecto, por ejemplo, de cómo autodenominarse. En uno de los párrafos de la pieza, José Ángel Lozoya, activista de 70 años, se expresaba así respecto a esta cuestión y la posibilidad de definirse como feminista: “Y lo de feminista, un poco de impostura, no me parece que nos tengamos que sumar a un nombre que de alguna manera parece que nos permite opinar en nombre del feminismo”.

“Parece que nos permite opinar en nombre del feminismo”, repito la frase porque hace referencia a uno de los consensos que, supuestamente, teníamos superados los hombres, al menos los hombres que decidimos un día comprometernos con la lucha de nuestras compañeras: cuando las feministas hablan, los hombres callamos y escuchamos.