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Imagina

Sebastián Fernández Martínez

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Emulando a John Lennon. En la sociedad actual hay que diferenciar entre lo formal y lo real. Entre lo consensuado y/o acordado y la realidad cruda y dura. Haciendo coincidir lo formal con lo real se daría un paso importante hacia una sociedad más justa, fraterna e igualitaria. Pero la realidad es otra.

Imagina una sociedad donde se cumpla lo que se dice en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que da lugar a los 30 artículos que contiene: “Considerando que es esencial que los derechos del hombre sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”; “Considerando que es también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones”. Pero por el contrario: actualmente en el mundo hay 64 conflictos armados y guerras; y más de 60 muros y vallas fronterizas de la vergüenza; que es vergonzoso que se sigan dando situaciones en España como la del 24 de junio en la frontera de Melilla, con al menos 40 muertos según la ONG “Caminando Fronteras” y 66 desaparecidos. Situación que recuerda a la de El Tarajal, en las cuales prevalece la impunidad.

Imagina una sociedad donde se cumpla la Constitución en cuanto al derecho a vivienda, trabajo, etc., que también se de la separación de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero por el contrario, el poder judicial caducado más de 4 años y el Tribunal Constitucional también sin renovar se interfiere en el poder legislativo en connivencia con el Partido Popular.

Imagina una sociedad donde los acuerdos y los convenios colectivos se cumplan. Pero que al final, los sindicatos de clase tienen que gastar muchas energías a luchar por que se cumplan por parte de la patronal firmante de los acuerdos.

Imagina una sociedad donde la ley de vida esté basada en la colaboración por la existencia y no en la lucha por la existencia.

Imagina una sociedad donde las legislación a favor de los más vulnerables, como por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital, llegue a las personas y familias previstas. Pero por el contrario, para su percepción hay que transitar una carrera de obstáculos, en cuanto a requisitos y documentación. Y que además se mire con lupa, para criminalizar a quien lo percibe.

Imagina una sociedad donde en lugar de gastar tanto esfuerzo en mantener lo que se tiene consensuado o acordado, es decir, en resistir, se luche por hacerla avanzar de forma propositiva.

Estoy seguro que el lector encontrará muchas más situaciones que pongan de relieve, que una cosa es lo formal y otra la realidad.

Así las cosas, tras esta pequeña reflexión, uno llega a la conclusión que lo que está impidiendo que lo formal y lo real coincida es el conflicto social o lucha de clases que atraviesa la sociedad. No descubro nada.

Como dice el periodista y sociólogo Andrés Villena, en la introducción de su libro, que recomiendo “Las redes de poder en España”: “El presente ensayo desvela la articulación de las principales redes de poder que han conseguido poner la democracia española al servicio de una serie de minorías con intereses ajenos a los de los votantes; privatizando, por tanto, los beneficios de la vida política y económica. Como se verá en estas páginas, existe en España una red de poder perfectamente coherente y organizada que viene supervisando las decisiones políticas más relevantes que se han tomado durante las dos últimas décadas en nuestro país, condicionando nuestras vidas, nuestra percepción de la realidad y nuestro porvenir” Villena termina la introducción diciendo: “…cuando tomamos conciencia de que nos une mucho más de lo que nos separa, la estructura de poder que hasta ahora nos ha dominado en silencio queda desnuda frente a nuestros ojos. Se trata de una experiencia a partir de la cual no hay vuelta atrás. El lector debe asumir ante todo este riesgo.

Asumir el riesgo. Como dice en la canción Bob Dylan, “la respuesta está flotando en el viento”.

Emulando a John Lennon. En la sociedad actual hay que diferenciar entre lo formal y lo real. Entre lo consensuado y/o acordado y la realidad cruda y dura. Haciendo coincidir lo formal con lo real se daría un paso importante hacia una sociedad más justa, fraterna e igualitaria. Pero la realidad es otra.

Imagina una sociedad donde se cumpla lo que se dice en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que da lugar a los 30 artículos que contiene: “Considerando que es esencial que los derechos del hombre sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”; “Considerando que es también esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones”. Pero por el contrario: actualmente en el mundo hay 64 conflictos armados y guerras; y más de 60 muros y vallas fronterizas de la vergüenza; que es vergonzoso que se sigan dando situaciones en España como la del 24 de junio en la frontera de Melilla, con al menos 40 muertos según la ONG “Caminando Fronteras” y 66 desaparecidos. Situación que recuerda a la de El Tarajal, en las cuales prevalece la impunidad.