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La injusticia de nacer aquí o allá
Es frecuente oír la frase “es injusto”, ya sea entre niños a los que les han tocado menos caramelos en el desfile de carrozas o entre jóvenes que piensan que el profesor les trata peor que a los demás (sea o no verdad) o bien en otras múltiples situaciones de la vida diaria.
Yo siempre me acabo preguntando: y ¿quién ha dicho que la vida sea justa? ¿Acaso tú, que te quejas de injusticia, has presentado instancias y solicitudes para nacer en un país del primer mundo, sin guerras que destruyen vidas y bienes de poblaciones enteras, con un sistema más o menos democrático, donde no seas perseguido por tu forma de ver la vida?
¿Tal vez has pagado impuestos o tasas especiales para ser de raza blanca, aparentemente sin problemas de rechazo, y no ser negro, gitano, o un paria de la India o de cualquier etnia rechazada, excluida, perseguida o ignorada?
¿Qué méritos alegaste para nacer sin malformaciones o discapacidades tanto físicas como mentales que condicionarían tu forma de vivir y tu relación con el resto de las personas de tu entorno?
¿Qué argucias empleaste para nacer en una familia que te ha acogido, querido y cuidado, que te ha dado la oportunidad de adquirir capacidades por medio de estudios y aprendizaje en la vida diaria y no en una que te rechace, te abandone o abuse de ti?
Así podría seguir con mil situaciones posibles que suponen una desigualdad desde el momento de nacer, pero creo que es suficiente para hacerse una idea.
Por eso no comprendo las posturas xenófobas o el rechazo a las personas que abandonan su tierra y a sus seres queridos para buscar una vida mejor o simplemente vida, ¿no haríamos lo mismo cualquiera de nosotros si nos viéramos en su situación?
Tantas cosas se nos han dado de forma gratuita, empezando por la misma vida, que es difícil pensar que algo nos pertenece por justicia. La idea no es nueva. Por poner sólo un par de citas: En el evangelio se dice “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt. 10, 8) y Séneca, en sus “cartas a Lucilio” dice: “… Cuando ya lo has dicho todo, es pobre. ¿Por qué? Porque debe. ¿Cuánto?, preguntas. Todo; a no ser que creas que existe diferencia si uno ha recibido un préstamo de un hombre o de la fortuna”. Y en otro momento de la misma obra cita: “No es tuyo lo que la fortuna ha hecho tuyo”.
En fin, tras estas pequeñas reflexiones sólo se me ocurre pensar que lo más honesto sería poner nuestros bienes, capacidades, conocimientos, nuestra sabiduría y habilidades a disposición de los que no han tenido tanta suerte y así paliar al menos en parte la injusticia que supone el hecho de haber nacido aquí o allá.
Es frecuente oír la frase “es injusto”, ya sea entre niños a los que les han tocado menos caramelos en el desfile de carrozas o entre jóvenes que piensan que el profesor les trata peor que a los demás (sea o no verdad) o bien en otras múltiples situaciones de la vida diaria.
Yo siempre me acabo preguntando: y ¿quién ha dicho que la vida sea justa? ¿Acaso tú, que te quejas de injusticia, has presentado instancias y solicitudes para nacer en un país del primer mundo, sin guerras que destruyen vidas y bienes de poblaciones enteras, con un sistema más o menos democrático, donde no seas perseguido por tu forma de ver la vida?