En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
Mejor soñar y tener principios pacifistas
No son tiempos para soñar en un mundo mejor, se hace difícil: La invasión rusa de Ucrania, los atentados terroristas de Hamás, el genocidio del pueblo Gazatí, los bombardeos de Israel e Irán y el último ataque de Estados Unidos a centrales nucleares en Irán. Mientras tanto, la OTAN, pide a los países europeos que compren más armas, un 5% del PIB, que supondrán recortes en prestaciones básicas de nuestro estado del bienestar.
¿Estamos ciegos? ¿Se perdió la humanidad en cada uno de nosotros o la vendimos por las cosas materiales? ¿No somos capaces de ver más allá de lo que sucede a nuestro lado? ¿Es que no somos capaces de ver hacia dónde nos lleva todo esto?
Si seguimos ignorantes o no abrimos rápidamente los ojos, nos acabarán arrastrando a una guerra mundial, si no lo estamos ya.
En el verano de 1914, al inicio de la I Guerra Mundial, mientras se movilizaban los ejércitos alemanes, rusos, franceses, el imperio Austrohúngaro, etc., la gente corriente se iba a la playa, disfrutaba de sus vacaciones quienes podían hacerlo o continuaban con sus trabajos, hacían la vida normal o cotidiana de aquella época. Pocos meses después, las bombas llegaban a las puertas de sus casas. Mucha gente normal se preguntó qué ha pasado, sin obtener respuesta alguna. Ya era demasiado tarde.
Me sorprende nuestra apatía para protestar y levantar la voz contra el genocidio de un pueblo, los crímenes de guerra y las propias guerras. Más pronto que tarde, sufriremos las consecuencias de nuestra ceguera. Porque la historia es tozuda, cuando llega la guerra, quien sufre es siempre el pueblo. Los que nos meten en estos problemas no son los que pagan el precio.
Si no hablamos ni protestamos contra la violencia, el genocidio y la destrucción de pueblos enteros, estaremos condenados a sufrir la misma suerte. Porque quienes verdaderamente sufren en una guerra es el pueblo, pierden lo material y también su futuro, su dignidad, sus principios y hasta la vida.
En cambio, los que fabrican las armas y las élites económicas se llenan los bolsillos. Primero ganan vendiendo armas y recortando derechos al pueblo para después ganar también con el negocio de la reconstrucción, si hay algo material que reconstruir. Porque la vida de la gente no se reconstruye nunca. Y nosotros, el pueblo, si sobrevivimos, sólo tendremos derecho a lamentarnos.
Nos dicen que rearmarse es necesario para defender nuestra seguridad. Pero la historia demuestra lo contrario: los países que se rearman acaban entrando en guerra. Y la seguridad y estabilidad salta por los aires con las primeras bombas.
Nos quieren asustar con argumentos como: si tenemos más armas nuestros potenciales enemigos no nos atacarán, le llaman disuasión. Pero la historia es así de clara, los países se arman para ir a la guerra, no para evitarla. La misma historia que evidencia una verdad incontestable, es el pueblo quien padece las guerras.
Por eso, prefiero seguir mis principios y soñar en un mundo más pacifista. Y aunque nos quieran hacer creer que no hay otra salida, aún podemos decidir entre ignorar lo que pasa o levantar la voz y decir basta.
Como decía Mahatma Gandhi sobre la paz: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”.
No a la guerra. No al genocidio. No al rearme. Sí a la paz, sí a la vida.
Sobre este blog
En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
0