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La muerte no son los últimos momentos de la vida

M. J. Miranda

Llevo pensando esto desde que el diputado Casado declaró que la eutanasia puede sustituirse por la sedación en los últimos momentos de la vida. Tengo 70 años y una enfermedad rara, congénita, que se me declaró en 1950. Un eminente doctor informó a mis padres de que solo conocía un caso como el mío y que murió al llegar a la pubertad.

Efectivamente, a los 17 años tuve un brote especialmente virulento. Si mis padres me hubieran sedado y retirado todo tratamiento médico, según el diágnostico de la eminencia, yo no habría obtenido mi doctorado y mi plaza en la Universidad, no habría conocido el amor ni tenido a mis tres hijos, no hubiera llegado a conocer los avances científicos que me han mantenido viva hasta hoy. 

Tengo reconocida una minusvalía del 78%. Puedo asegurar al señor Casado que no he vivido sin dolor ni un solo día de mi vida. Muchas veces he pedido morfina a gritos. Evidentemente, he hecho mi testamento vital y soy socia de DMD. Ansío una ley de eutanasia, porque llegará un día en el que no me pueda mover, o me quede totalmente ciega o no sea capaz de soportar el dolor.

Ese día, que ojalá tarde mucho, querré morir. Señor Casado, no pretenda respuestas únicas para una enorme variedad de casos. Denos libertad. Ya se que esto no le va a caber en la cabeza, pero piense en el dicho andaluz: “cá uno es cá uno...y seis media docena”

Llevo pensando esto desde que el diputado Casado declaró que la eutanasia puede sustituirse por la sedación en los últimos momentos de la vida. Tengo 70 años y una enfermedad rara, congénita, que se me declaró en 1950. Un eminente doctor informó a mis padres de que solo conocía un caso como el mío y que murió al llegar a la pubertad.

Efectivamente, a los 17 años tuve un brote especialmente virulento. Si mis padres me hubieran sedado y retirado todo tratamiento médico, según el diágnostico de la eminencia, yo no habría obtenido mi doctorado y mi plaza en la Universidad, no habría conocido el amor ni tenido a mis tres hijos, no hubiera llegado a conocer los avances científicos que me han mantenido viva hasta hoy.