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La mujer inmolada

Luz Olier

Hace tiempo que me enamoré de la Venus de Botticelli. Nada más perturbador que su mirada melancólica, lejana, cargada de la nostalgia de un paraíso recién abandonado para llegar a la playa de la realidad. Años más tarde descubrí los cuadros de Nastagio degli Onesti en el Prado y sospeché con horror que era ella, la Venus, Simonetta Vespucci, sempiterna modelo de Sandro, la que yacía despedazada por los perros en terrible e inacabable tortura.

No está claro si la creación de El Nacimiento de Venus es anterior o posterior en el tiempo a La Historia de Nastagio degli Onesti. Botticelli se inspiró en un cuento del Decamerón de Bocaccio para realizar las cuatro tablas. En cualquier caso ambas obras fueron creadas alrededor de 1483, años después de morir la modelo de Botticelli.

Nastagio está enamorado de una mujer que lo rechaza y pasea desesperado por el bosque, cuando se desarrolla ante sus ojos una escena de pesadilla. Un jinete persigue a una joven medio desnuda, le arranca el corazón y se lo arroja a la jauría de perros que lo acompaña. Le cuenta a Nastagio que el rechazo de esa mujer lo empujó al suicidio, más tarde ella murió y ambos fueron castigados: él, por quitarse la vida, ella, por no ceder a su reclamo amoroso. La penitencia consiste en repetir todos los viernes la persecución y muerte de la infortunada joven. Nastagio entonces tiene la “feliz idea” de disponer el siguiente viernes una comida en ese lugar e invita a distintos amigos, entre los que se encuentra la dama de sus sueños. Mientras se celebra la fiesta, vuelve a desarrollarse la fantasmal y dramática escena ante los ojos aterrorizados de los comensales. En consecuencia, la amada de Nastagio, temiendo correr la misma suerte que la joven de la visión, acepta el casamiento que antes rehuía. Esta historia plasmada de un modo secuencial, casi cinematográfico, en las cuatro tablas de Botticelli, desmiente la gloriosa libertad de la Venus nacida de la espuma del mar. La mujer, que en El Nacimiento de Venus adquiere categoría de diosa, en La Historia de Nastagio degli Onesti es una especie de animal al que hay que sojuzgar y cazar.

Han pasado más de cinco siglos y los crímenes y el maltrato de género continúan. Las distintas iglesias, incluida la católica, niegan derechos y dignidad a la mujer. Yo me pregunto: ¿sigue siendo una utopía su liberación? ¿Hasta cuándo se continuará arrojando a los perros el corazón de las mujeres?

Hace tiempo que me enamoré de la Venus de Botticelli. Nada más perturbador que su mirada melancólica, lejana, cargada de la nostalgia de un paraíso recién abandonado para llegar a la playa de la realidad. Años más tarde descubrí los cuadros de Nastagio degli Onesti en el Prado y sospeché con horror que era ella, la Venus, Simonetta Vespucci, sempiterna modelo de Sandro, la que yacía despedazada por los perros en terrible e inacabable tortura.

No está claro si la creación de El Nacimiento de Venus es anterior o posterior en el tiempo a La Historia de Nastagio degli Onesti. Botticelli se inspiró en un cuento del Decamerón de Bocaccio para realizar las cuatro tablas. En cualquier caso ambas obras fueron creadas alrededor de 1483, años después de morir la modelo de Botticelli.