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Nacionalcatolicismo en los tiempos de la IA

Sergio López

21 de diciembre de 2023 14:54 h

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El nacional catolicismo de nuevo a escena. Ese nudo gordiano entre catolicismo y nación que abarcaría desde los Reyes Católicos, sin olvidar a los Recaredos, D. Pelayo y otros, hasta desembocar en el al apoyo incondicional de la jerarquía eclesiástica a los golpistas del 36, calificando la guerra civil como una cruzada «por la religión, por la patria y por la civilización cristiana»

La derecha ya había aprovechado con habilidad el anticlericalismo de la Segunda República y como consecuencia surgió la CEDA, coalición española de partidos católicos y de derechas de Gil Robles, que se presentó como la alternativa de derechas y de orden al Gobierno y a las coaliciones republicano-socialistas. Hasta entonces la Iglesia católica no tenía necesidad de tener un partido afín, pero el anticlericalismo reinante en la época obligo a los conservadores católicos a dotarse de una representación formal en las instituciones.

Frente a la CEDA surgió, en enero de 1936, el Frente Popular, ganadora de les elecciones generales del 16 de febrero de 1936, una coalición liderada por Manuel Azaña e integrado por Izquierda Republicana. Unión Republicana, Partido Socialista Obrero Español, Partido Comunista de España, Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista, Partido Galeguista y Acción Nacionalista Vasca. ¿Os suena de algo?

“Rosario de hombres”, Rosario por la Salvación de España, Tekton Centro Televisivo y la Asociación Enraizados. “Rosario por la Unidad Nacional de España”, “hermanos del Santo Rosario Público de Ferraz por la Unidad de España”, todos rezando en el Santuario Inmaculado Corazón de María en la calle Ferraz de Madrid, donde también se encuentra la sede del PSOE, morada de infieles y traidores, todos rezando por la salvación de España. Según palabras del impulsor del Rosario de Ferraz, “No es el momento de estar acongojados, los católicos no nos resignamos a morir. Dios está con nosotros”. Recuerda la historia que soldados sublevados llevaban sobre el corazón una estampita que rezaba: «¡Tente bala, el Sagrado Corazón de Jesús está conmigo!». Se rasgarán la vestidura cuando otros griten “Alá es grande” Esto unido a las declaraciones de ese Torquemada redivivo de Abascal en la toma de posesión de Milei en Argentina, en referencia a colgar a Pedro Sánchez por los pies y la intromisión de la Conferencia Episcopal en asuntos de Estado, mientras se pone de perfil ante las poco “cristiana” diatriba de Abascal. VOX postulándose como el brazo armado de la iglesia española, la Inquisición del siglo XXI.

Defendía el secretario general de VOX ante esta afirmación de Abascal sobre Sánchez, que “no es odio, es historia” Pues no banalicemos ni el pasado ni su concordancia con los acontecimientos que están desarrollándose en este final de 2023. Por eso es importante combatir el olvido, por eso el retroceso en materia educativa debe detenerse y superarse y los logros sociales consolidarse. Y por lo que respecta al

secretario general de VOX decirle que esto si que no es odio, que esto si es historia, respeto y democracia. El nacionalcatolicismo en tiempos de la inteligencia artificial ataca de nuevo.

El nacional catolicismo de nuevo a escena. Ese nudo gordiano entre catolicismo y nación que abarcaría desde los Reyes Católicos, sin olvidar a los Recaredos, D. Pelayo y otros, hasta desembocar en el al apoyo incondicional de la jerarquía eclesiástica a los golpistas del 36, calificando la guerra civil como una cruzada «por la religión, por la patria y por la civilización cristiana»

La derecha ya había aprovechado con habilidad el anticlericalismo de la Segunda República y como consecuencia surgió la CEDA, coalición española de partidos católicos y de derechas de Gil Robles, que se presentó como la alternativa de derechas y de orden al Gobierno y a las coaliciones republicano-socialistas. Hasta entonces la Iglesia católica no tenía necesidad de tener un partido afín, pero el anticlericalismo reinante en la época obligo a los conservadores católicos a dotarse de una representación formal en las instituciones.