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Querido Iñigo

Francisco Javier González

1 de noviembre de 2024 18:45 h

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Querido Íñigo:

Mi primer abrazo va para las mujeres, agredidas, asustadas, cabreadas, valientes, solidarias.

En segundo lugar un abrazo para ti. Necesito hacerlo porque empezar recriminando tu comportamiento me parece falso . Si no te abrazo no puedo abrazar mi propia responsabilidad, la que viene de no haber hecho lo suficiente, haberlo hecho tarde, haber dejado a las mujeres solas frente a las agresiones y posterior revictimización.

Querido Íñigo, por supuesto que el patriarcado, la cultura de la violación, la presión del trabajo político institucional, la sobreexposición mediática, han influido en tus agresiones sexuales y sicológicas; pero te falta ir más a fondo para poder expiar tu culpa y restaurar tu dignidad como persona y de camino la de las mujeres agredidas. Tienes una tarea dura e ilusionante y me ofrezco a acompañarte en el camino.

No eres un caso aislado, no te sientas un monstruo, eres uno más. El 95% de las agresiones sexuales las cometen hombres; el 75% de las causadas a menores son del entorno familiar. Los violadores de Giséle no sintieron empatía alguna. No eres un monstruo, eres un verdugo más de la cultura patriarcal.

No eres un caso aislado, y al reconocerlo nos ayudas a los demás hombres a sentirnos padres, hijos, compañeros, amigos en los que puedan confiar las mujeres.

Aprovecha la valentía de las mujeres de tu entorno y multiplica su efecto sanador con una profunda reflexión sobre tu modelo de masculinidad. Y hazlos públicos con la habilidad dialéctica que te reconocemos. Tus discursos sobre la igualdad siguen siendo correctos y necesarios, solo te falta ser consecuente en tu vida. Empieza por reconocer el daño causado, pide perdón y asume las consecuencias.

Un abrazo grande para tu madre y tu padre.

Querido Íñigo:

Mi primer abrazo va para las mujeres, agredidas, asustadas, cabreadas, valientes, solidarias.