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¿Qué quiere decir ser patriota?

Raquel Molina

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El sábado por la tarde tuve el placer de poder asistir, en el Teatre Musical de València, a un concierto del dúo burgalés Fetén Fetén. Para ser justa, diré que no era la primera vez que los veía y que compartimos raíces, puesto que mi padre también era de Burgos, además de otras muchas cosas

Bueno, pues Fetén Fetén son Diego Galaz y Jorge Arribas, un par de burgaleses que iniciaron este proyecto propio hace ya años y que les ha llevado a recorrer todo el mundo con sus instrumentos insólitos. Pero además, son unos musicazos incomparables, cosa que pudieron demostrar con ese virtuosismo, acompañado de una innegable tarea pedagógica sobre el origen de los instrumentos que tocaban. Así, con mucho humor y sencillez, acariciaron el alma del público. Se trataba de trasladar la necesidad hecha virtud, esa necesidad de recurrir a la música en tiempos difíciles en los que la gente no tenía mucho que llevarse a la boca y era la música ese remedio casero, sanador, que no sólo alimentaba el espíritu, sino que daba fuerzas a la población más humilde para seguir adelante. Y esa tradición y esas vivencias se fueron trasmitiendo de generación en generación.

Con estas explicaciones y reflexiones no he podido dejar de recordar las palabras que pronunció Lorca en este discurso, tan vivas a día de hoy: No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos.

En la misma línea, los de Fetén se cuestionaban si ser patriota era llevar más banderas o realmente tenía otras connotaciones más relacionadas con los orígenes, las raíces, las tradiciones culturales, la comunión de los pueblos a través de la música. Y es, en estos tiempos tan convulsos para la cultura, en el que se prohíben representaciones teatrales, suscripciones a libros en una lengua diferente al castellano, se persigue y se sanciona la libertad de expresión y se sofoca cualquier atisbo de pensamiento crítico y divergente, que yo me pregunto si realmente lo que necesita el ser humano no es sino volver a lo esencial, a pensarse, a mirar hacia dentro y ver qué es lo que nos une y no lo que nos diferencia.

Y para muestra un botón, si un dúo burgalés ha sido capaz de hacer bailar una jota navarra y otra castellana a todo un auditorio valenciano, si esto nos une, ¿qué necesidad hay de pensar que hay que combatir la diferencia y de fomentar el odio entre los pueblos? Quiero creer, por necesidad vital, que el renacer de los pueblos vendrá de recuperar realmente nuestra identidad, de saber quiénes somos; de alimentar el espíritu y no la cuenta corriente. Y el espíritu, queridos amigos y amigas, lo alimentan los libros, la música, el teatro...la cultura.

Así que tenemos una gran tarea que acometer, un desafío y una responsabilidad para con nuestros jóvenes y nuestros hijos. Y esta no es otra que enseñarles que el futuro no siempre se labra mirando hacia delante, sino que es igual de importante o más, parar y mirar hacia atrás, para aprender y no repetir los mismos errores del pasado.

Por todo ello, reivindico desde aquí y desde ahora ese espacio de intimidad y de conversación, ese microcosmos que fueron capaces de crear con sus instrumentos insólitos y sus historias increíbles, en el que todos nos sentimos arropados, acompañados e ilusionados, niños y adultos. Un momento en el que todos levantamos las manos para bailar una jota y todos abandonamos el teatro con una sonrisa en la cara y en el alma, que como poco nos durará una semana. Sin dudarlo, me quedo con la felicidad de los niños que acudieron y con la certeza de que ningún adulto llegó a cuestionarse en ningún momento qué tenían en común unos tíos de Burgos con el pueblo valenciano. ¡Que se llenen los teatros, que siga la música!

El sábado por la tarde tuve el placer de poder asistir, en el Teatre Musical de València, a un concierto del dúo burgalés Fetén Fetén. Para ser justa, diré que no era la primera vez que los veía y que compartimos raíces, puesto que mi padre también era de Burgos, además de otras muchas cosas

Bueno, pues Fetén Fetén son Diego Galaz y Jorge Arribas, un par de burgaleses que iniciaron este proyecto propio hace ya años y que les ha llevado a recorrer todo el mundo con sus instrumentos insólitos. Pero además, son unos musicazos incomparables, cosa que pudieron demostrar con ese virtuosismo, acompañado de una innegable tarea pedagógica sobre el origen de los instrumentos que tocaban. Así, con mucho humor y sencillez, acariciaron el alma del público. Se trataba de trasladar la necesidad hecha virtud, esa necesidad de recurrir a la música en tiempos difíciles en los que la gente no tenía mucho que llevarse a la boca y era la música ese remedio casero, sanador, que no sólo alimentaba el espíritu, sino que daba fuerzas a la población más humilde para seguir adelante. Y esa tradición y esas vivencias se fueron trasmitiendo de generación en generación.