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Ante los sobres con balas, nuestros sobres con votos
Producto de la aparición de un virus cuyo nombre difícilmente olvidaremos, de su rapidísima propagación y letalidad, se nos inundó la vida con una marea constante de noticias, información y tertulias.
No hemos podido evitarlo, hemos enfrentado un “hecho histórico”, y ante la incertidumbre de lo nunca antes vivido, y la imposibilidad de ser el protagonista de los hechos, hemos tenido que confiar, irremediablemente, en nuestras fuentes, sumergiéndonos en una espiral de bulos, desinformación y discursos fabulativos.
Este ambiente, convulso y enrarecido, en medio de una crisis económica sin precedentes, ha sido el caldo de cultivo para que algunos partidos hicieran de la pandemia un arma para derrocar a un gobierno, legítimamente elegido en las urnas y democráticamente constituido. Por supuesto, aupados y protegidos por algunos medios de comunicación afines a sus intereses económicos ultraliberales.
Pero, esta ha sido una artimaña más, de las muchas que hacen daño a nuestro sistema democrático y a la credibilidad de las instituciones que lo conforman. Algunos partidos políticos, como el Partido Popular, llevan muchos años socavando los cimientos sobre los cuales se asienta nuestra democracia. Al quebrantar, con sus políticas, los principios constitucionales del derecho al trabajo y de una retribución suficiente para el sostenimiento de la vida, o del derecho de acceder a una vivienda digna, o con recortes insoportables en el sistema sanitario y en la educación, se alejan del espíritu social que conforma nuestra carta magna. No son los únicos que han compartido esta forma de gobernar, pero sí los que han logrado que la desigualdad social no sea más que un daño colateral, a la par que institucionalizar las formas corruptas de manejo del poder.
La democracia termina herida de muerte cuando un pueblo desinformado, decepcionado y hambriento de justicia ve en los políticos y los partidos tradicionales la causa de sus desdichas. Pierden la fe en el sistema y algunos se lanza a los brazos de agoreros, mentirosos y facinerosos. Esos que son capaces de hacer de la mentira más burda y de la infamia una forma de hacer política.
Así nace VOX, como la “bestia” partidista y fascista que viene con intenciones de “devorar” a nuestra democracia herida y debilitada. Son esa tercera vía, que utiliza la mentira, la violencia, la desinformación a ultranza, el clasismo y la homofobia, para llegar al poder. Aseguran que son la garantía de un pasado que debería volver, y que augura la riqueza y la “libertad” de la que gozaban solo unos pocos.
Han llegado para intentar dar el zarpazo final a una democracia que parece herida y distraída del sufrimiento del pueblo. Grandes desdichas nos deparará el futuro si, como sociedad, no logramos pararles.
Ya tenemos una primera muestra: la misiva epistolar que ha recibido el candidato de Unidas Podemos a las próximas elecciones para presidir la Comunidad de Madrid, el Sr. Pablo Iglesias. Un sobre con cuatro balas. Cuatro balas que rompen nuestra paz, la convivencia, la seguridad y dan el tiro de gracia a la democracia. Su origen desconocido solo alimenta el nacimiento del terrorismo político, escenario en el cual perdemos todos. En nuestras manos esta defender el modelo de nación y convivencia en el que queremos vivir, y en el que vivan nuestros hijos.
Producto de la aparición de un virus cuyo nombre difícilmente olvidaremos, de su rapidísima propagación y letalidad, se nos inundó la vida con una marea constante de noticias, información y tertulias.
No hemos podido evitarlo, hemos enfrentado un “hecho histórico”, y ante la incertidumbre de lo nunca antes vivido, y la imposibilidad de ser el protagonista de los hechos, hemos tenido que confiar, irremediablemente, en nuestras fuentes, sumergiéndonos en una espiral de bulos, desinformación y discursos fabulativos.