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Durante las últimas semanas, he participado en varias actividades de recogida de firmas para apoyar a las comunidades guatemaltecas quehace 2 años fueron desalojadas de sus casas y su tierras. Antes o después de firmar, muchas personas me dicen lo mismo, con tristeza: “en España vamos hacia esa situación también: no estamos tan lejos”
Es una realidad que cada día en España casi 300 familias sondesahuciadas de sus hogares, y que éstas pasan a enriquecer aún más las arcas de bancos y cajas, -o ni siquiera, porque no son fáciles de colocar y quedan vacías-. Las tierras donde vivían las familias del Valle del Polochic en Guatemala también pasaron a manos privadas, concretamente a manos de empresasque producen caña y palma africana para combustible (nada que se pueda comer, por supuesto).
De aquel lado, están las empresas, los bancos, los gobiernos y algunos medios de comunicación (no todos, afortunadamente) que defienden poractiva y por pasiva que lo prioritario y único es salvaguardar la “propiedad privada”, por encima de cualquier otro derecho humano, como es el derecho humano a la alimentación, a la vivienda, a la salud, a la educación y a unavida digna. ¡Ese argumento lo he oído en Guatemala tantas veces…! Tristemente veo que también en España se está poniendo de moda.
De este lado, estamos (y somos muchos más que ellos) los que creemos que ante todo están los derechos humanos, y que hay suficiente riqueza y recursos para todos si logramos parar el acaparamiento desenfrenado de unos pocos. De este lado, hay ciudadanos de Guatemala, de España y de muchos países que seguiremos actuando día a día paraque esto cambie.
Hace unos días, con motivo de la presentación del Informe deNaciones Unidas sobre los desalojos del Polochic, el Ministro de Agricultura de Guatemala se atrevía a decir en público, delante de las familias que sufren el abandono desu gobierno y delante de altos representantes de Naciones Unidas y de medios decomunicación, que su gobierno estaba estudiando cómo “humanizar los desalojos”.Me quedo perpleja.
En los desalojos del Valle del Polochic perdieron la vida varios campesinos, cuando les quemaron las viviendas, los muebles y los recuerdos familiares, cuando les destrozaron los cultivos y lo poco que teníanpara subsistir en los siguientes meses, cuando fueron y son tratados comoanimales y no como personas. Señor Ministro, lo que el gobierno debe hacer esparar los desalojos, no humanizarlos; y defender los intereses de toda lapoblación, no sólo los de unos pocos. Los gobiernos, el de España, el deGuatemala y todos, están obligados a velar por el bienestar de todos losciudadanos. Vamos a seguir reclamando y exigiendo que cumplan. Y tenemos el respaldo de este informe de Naciones Unidas, que dice:
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“Los desalojos nopueden ser abordados exclusivamente desde el régimen de la propiedad privada.Es necesario tomar en cuenta que la consecuencia de un desalojo puede ser también la violación de otros derechos humanos reconocidos por el Estado de Guatemala, tales como el derecho a la vivienda, a la alimentación y la salud. Por ello, el Comité DESC y la Relatoría Especial de Naciones Unidas sobre el derecho a una vivienda adecuada han subrayado que los desalojos deben ser siempre la última alternativa y que sólo podrán justificarse en las circunstancias más excepcionales”.
Somos muchos los que no nos rendimos. Pero necesitamos ser aún más para conseguirlo.