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El discurso del embajador de Filipinas: un poderoso alegato contra el cambio climático

Kelly Dent, asesora sobre cambio climático de Oxfam desde la cumbre del clima de las Naciones Unidas en Varsovia

Varsovia, Polonia —

Fue con diferencia la intervención más emotiva que he escuchado desde que, hace años, empecé a seguir las idas y venidas de las negociaciones sobre el clima. Las conmovedoras y poderosas palabras llenaron la enorme y tan a menudo desangelada sala de conferencias, y devolvieron a los asistentes a la realidad de lo que supone el cambio climático para algunas de las personas más pobres y vulnerables del mundo. Las lágrimas corrían por las mejillas de muchos de los presentes.

Si bien es imposible discernir si una tormenta, inundación u ola de calor en concreto se debe al cambio climático, la comunidad científica tiene claro que los fenómenos meteorológicos extremos como el tifón Haiyan serán más frecuentes según avanza el calentamiento mundial.

No hay razones más convincentes que las palabras de Yeb Sano para reducir las emisiones de gases y ayudar a los países pobres a prepararse y adaptarse a un clima cada vez más extremo y errático. Sin embargo, no parece nada claro que los representantes de los países sentados en la mesa de negociaciones en Varsovia estén listos para reaccionar con la urgencia necesaria.

Las personas que viven en las zonas devastadas de Filipinas necesitan de manera inmediata alimentos, agua y atención médica. Pero las comunidades pobres de Filipinas, Bangladesh, Mozambique, Guatemala y el resto del mundo también necesitan ayuda para asegurarse de que puedan prepararse y adaptarse a un clima cada vez más extremo y errático.

Los Gobiernos pueden demostrar que realmente estaban escuchando a Yeb Sano y que están listos para reaccionar de manera urgente contra el cambio climático acordando en Varsovia la creación de un mecanismo internacional que aborde los efectos del cambio climático a los que no sea posible adaptarse –como la pérdida de vidas o la destrucción de un país–.

Los países desarrollados deben también declarar cómo piensan cumplir la promesa que hicieron hace cuatro años en Copenhague de aportar 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 para abordar el cambio climático. Y también deben anunciar un compromiso financiero para ayudar a los países pobres a afrontar los efectos del cambio climático.

Los países pobres que se encuentran en primera línea antes los efectos del cambio climático necesitan saber que ese dinero estará disponible, que no provendrá de presupuestos de ayuda ya existentes y que no se concederá en forma de préstamos que difícilmente podrían devolver. Si bien es innegable que se trata de una cantidad de dinero considerable, es una gota de agua en el océano comparado a las inmensas sumas de dinero –hasta 90.000 millones de dólares anuales– que los países desarrollados gastaron en subsidios para los combustibles fósiles entre 2005 y 2011.

Como dijo Yeb Sano, “Lo que está sufriendo mi país como resultado de este fenómeno meteorológico extremo es una locura. La crisis climática es una locura… y podemos parar esta locura aquí mismo, en Varsovia”.

Más información sobre la emergencia en Filipinas: Emergencia Tifon Haiyan

Fue con diferencia la intervención más emotiva que he escuchado desde que, hace años, empecé a seguir las idas y venidas de las negociaciones sobre el clima. Las conmovedoras y poderosas palabras llenaron la enorme y tan a menudo desangelada sala de conferencias, y devolvieron a los asistentes a la realidad de lo que supone el cambio climático para algunas de las personas más pobres y vulnerables del mundo. Las lágrimas corrían por las mejillas de muchos de los presentes.

Si bien es imposible discernir si una tormenta, inundación u ola de calor en concreto se debe al cambio climático, la comunidad científica tiene claro que los fenómenos meteorológicos extremos como el tifón Haiyan serán más frecuentes según avanza el calentamiento mundial.