Al título de este post ya no hay que añadirle un “si hubiera elecciones”, la coletilla más frecuente en los análisis sobre el panorama político español desde hace varias semanas. Toda suerte de predicciones sobre el futuro político del país se completaba con dicho condicional y así los analistas se curaban en salud ante un posible acuerdo de gobierno de último minuto que finalmente se ha revelado imposible.
Ante el inminente escenario electoral cabe preguntarse cuál es el estado de ánimo de la opinión pública, tarea a la que dedicaré este post a través del repaso de la evolución de la valoración de la situación política. Tres son los principales apuntes: que el periodo postelectoral se ha llevado por delante la incipiente reconciliación con la política; que el capital político de Podemos se refleja en un electorado crítico con la situación actual pero optimista con el futuro, lo que podría facilitar su movilización electoral; y que los votantes del PP son los que mejor resisten al pesimismo en el contexto actual, aunque son más negativos con la situación futura. Si a dicha imperturbabilidad se añade el posible efecto positivo de la convocatoria de elecciones en sus expectativas futuras, los votantes del PP habrán superado el periodo postelectoral en relativa buena forma por lo que a su entusiasmo con la situación política se refiere.
a) Se trunca la reconciliación con la (situación) política
El periodo postelectoral se ha llevado por delante el incipiente optimismo sobre la situación política que emergió durante el 2015. Desde principios de ese año se había producido una caída significativa y continuada del porcentaje de ciudadanos que pensaba que la situación política era “Muy mala”. La tendencia se prolongó hasta final de año y además estuvo acompañada de un aumento del optimismo hacia el futuro, es decir, de un incremento del porcentaje de quienes pensaban que la situación política a un año vista sería mejor que la del presente (que pasó de un 15% de los entrevistados en diciembre del 2014 a un 23% un año después, según el CIS).
Sin embargo, los tres últimos barómetros del CIS (de enero a marzo) muestran un deterioro de la percepción sobre el contexto político. El cambio no es dramático, pero por primera vez desde hace casi un año el porcentaje de quienes valoran la situación como “Muy mala” supera al de quienes piensan que es “Mala” (ver Tabla 1). Además, el optimismo sobre el futuro ha caído en 6 puntos (hasta un 17% de los entrevistados). Como consecuencia, el divorcio entre la percepción de la situación económica y de la situación política se ha agrandado, pues la primera ha sido objeto de una mejora continuada desde principios de 2013, mientras que el estado de la opinión pública sobre el contexto político ha sido más variable.
Gráfico 1. Valoración de la situación política
b) Podemos mantiene cierto “capital político”
La capacidad de cada partido de movilizar a sus votantes será una de las cuestiones que determine el éxito relativo de cada formación y para ello los partidos tendrán que encontrar la manera de aclimatar su discurso y el relato de lo ocurrido durante estos últimos meses al estado de ánimo de su electorado. En este sentido, Podemos parte con cierta ventaja respecto al resto de partidos porque, aunque el pesimismo sobre la situación política ha aumentado entre sus votantes durante los últimos meses, éste coexiste con la percepción de que las cosas mejorarán en el futuro (ver Gráficos 2 y 3). Los votantes de Podemos no solo son los que retrospectivamente valoran mejor los cambios en el escenario político durante el último año, sino que están más convencidos que el resto de votantes de que el futuro será mejor que el presente. Ello no parece fruto del mayor optimismo de sus jóvenes o de la posición económica de sus votantes, pues las diferencias entre partidos se mantienen cuando mantenemos constantes estas características. Tampoco hay nada de “nueva política” en esta percepción más optimista, pues los electores de Ciudadanos son significativamente más pesimistas que los de Podemos, tanto cuando juzgan cómo ha cambiado la situación política durante el último año, como cuando evalúan el futuro.
c) El imperturbable votante del PP
Quizás porque los votantes del PP interpretan la valoración del contexto político del país como una manera indirecta de evaluar al gobierno, su visión de la situación política antes de las elecciones del 20D era más positiva que la del resto de votantes. Sin embargo, ni las dinámicas de negociación para formar gobierno, ni la decisión del PP de excluirse de ese proceso parecen haber hecho mucha mella en esas percepciones. A pesar de que su valoración ha empeorado, los votantes populares siguen siendo los menos críticos con la situación política actual (ver Gráfico 2), tal y como ocurría antes de las elecciones. A pesar de ello, se muestran más inciertos y pesimistas sobre el futuro que el resto de electores (Gráfico 3).
En definitiva, si se repiten las elecciones los votantes se enfrentarán a las urnas con algo más de pesimismo sobre la situación política del país, lo cual, en tanto que refleja cierto desánimo generalizado, puede afectar a la participación electoral, con diferencias interesantes entre partidos. Podemos todavía mantiene un electorado donde la mala valoración de la situación actual se compensa con una evaluación optimista tanto retrospectiva como hacia el futuro. Esto podría facilitar la construcción del relato sobre los últimos meses y la movilización de sus votantes. En cambio, los votantes populares son los menos pesimistas sobre el escenario político actual, aunque valoran más negativamente el futuro. Si además la próxima convocatoria de elecciones consigue animar las expectativas futuras de los votantes populares, éstos habrán acabado superando el periodo postelectoral sin que se haya mermado significativamente su valoración de la política.
Gráfico 2. Valoración de la situación política actual según recuerdo de voto el 20D
Gráfico 3. Valoración de la situación política futura según recuerdo de voto el 20D
Al título de este post ya no hay que añadirle un “si hubiera elecciones”, la coletilla más frecuente en los análisis sobre el panorama político español desde hace varias semanas. Toda suerte de predicciones sobre el futuro político del país se completaba con dicho condicional y así los analistas se curaban en salud ante un posible acuerdo de gobierno de último minuto que finalmente se ha revelado imposible.
Ante el inminente escenario electoral cabe preguntarse cuál es el estado de ánimo de la opinión pública, tarea a la que dedicaré este post a través del repaso de la evolución de la valoración de la situación política. Tres son los principales apuntes: que el periodo postelectoral se ha llevado por delante la incipiente reconciliación con la política; que el capital político de Podemos se refleja en un electorado crítico con la situación actual pero optimista con el futuro, lo que podría facilitar su movilización electoral; y que los votantes del PP son los que mejor resisten al pesimismo en el contexto actual, aunque son más negativos con la situación futura. Si a dicha imperturbabilidad se añade el posible efecto positivo de la convocatoria de elecciones en sus expectativas futuras, los votantes del PP habrán superado el periodo postelectoral en relativa buena forma por lo que a su entusiasmo con la situación política se refiere.