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La brecha ideológica

Se habla a menudo de la polarización política en España y de sus efectos sobre el deterioro de las relaciones entre el Gobierno y la oposición. Sin embargo, las referencias al grado de polarización en la opinión pública suelen ser menos frecuentes, a pesar de que una y otra forma de polarización (la política y la social) se retroalimenten. Los análisis carecen, sobre todo, de una perspectiva dinámica de la polarización de la opinión pública, es decir, que tenga en cuenta los cambios que han ocurrido a lo largo del tiempo. En este post voy a explorar la polarización de la opinión pública en España de dos maneras: por un lado, voy a analizar la evolución entre 2015 y 2019 de la polarización afectiva, es decir, del grado de rechazo que produce el apoyo a ciertos partidos según ideología. Por otro lado, voy a estudiar la polarización ideológica sobre la cuestión territorial y sus implicaciones sobre las posibles soluciones a la crisis catalana.

En primer lugar, una manera de valorar la polarización de la ciudadanía es a través de la polarización afectiva por ideología, es decir, la relación entre la auto-ubicación ideológica de los ciudadanos y su grado de rechazo hacia ciertos partidos políticos. Una manera de medirlo es observando por grupos ideológicos la evolución de quienes afirman que, en una escala de probabilidad del 0 al 10, votarían a un partido con una probabilidad de 0.  

El gráfico 1 muestra la evolución del rechazo que suscitan Podemos y PSOE entre 2015 y 2019[1] según la ideología[2]. Como puede observarse, Podemos es un partido que genera más rechazo que el PSOE en todos los grupos ideológicos excepto en la extrema izquierda (posiciones 1 y 2 en la escala ideológica). Si definimos polarización como el aumento de la distancia entre el grado de rechazo entre bloques ideológicos, los datos sugieren un aumento de la polarización debido a que: a) en la izquierda (extrema izquierda e izquierda) el rechazo se reduce (en el caso del PSOE) o se mantiene sin grandes cambios (en el caso de Podemos); b) mientras que en la derecha (extrema derecha y derecha) el rechazo a Podemos y a PSOE aumenta (más intensamente en el caso del PSOE). Los ciudadanos que se definen en el centro de la escala ideológica muestran reacciones opuestas respecto a Podemos y al PSOE durante este periodo: disminuye su nivel de rechazo a los socialistas y aumenta su grado de rechazo al partido de Iglesias.

Gráfico 1. Porcentaje de rechazo de PSOE y Podemos según ideología.

 

 

El gráfico 2 muestra la evolución del rechazo hacia Ciudadanos y PP según ideología durante el mismo periodo (2015-2019). Los datos indican un aumento de la polarización como resultado de dos dinámicas: la disminución del rechazo a ciudadanos (más intensa en la extrema derecha) manteniéndose sin grandes cambios el grado de rechazo hacia el PP, mientras en la izquierda aumentan los niveles de rechazo hacia Ciudadanos (y lo hace en mayor medida que desciende el rechazo al PP).

Gráfico 2. Porcentaje de rechazo de Ciudadanos y PP según ideología.

 

En segundo lugar, la polarización afectiva por ideología se corresponde con un aumento de la polarización ideológica sobre la cuestión territorial. En el gráfico 3 puede apreciarse cómo la distancia entre los distintos grupos ideológicos respecto a su modelo territorial preferido[3] se ha agrandado durante los últimos dos años. Dicho de otra manera: aunque las preferencias por la organización territorial del Estado en España siempre se han diferenciado claramente según la auto-ubicación ideológica de los ciudadanos, durante los últimos años esa relación se ha intensificado, dando lugar a bloques ideológicos más compactos en su visión del Estado Autonómico. Esta polarización ideológica no tiene, en cambio, reflejo en la evolución general de la opinión pública, que ha convergido paulatinamente hacia las posiciones que prefieren un mantenimiento del statu-quo (ver gráfico 4) desde el repunte de re-centralización que tuvo lugar entre 2012 y 2014 aproximadamente.

 

Gráfico 3. Preferencias por modelo territorial según ideología y año

 

 

Gráfico 4. Preferencias por modelo territorial (2009-2019)

 

Finalmente, las implicaciones de la polarización ideológica sobre la cuestión territorial son claramente visibles cuando se pregunta a la ciudadanía por las fórmulas para solucionar la crisis catalana. Cuando se inquiere a los ciudadanos sobre la medida que debería ser prioritaria a la hora de gestionar el conflicto en Cataluña, los resultados son difícilmente compatibles entre sí. Como puede apreciarse en la tabla 1, según un estudio reciente[4], para una muestra de algo más de 500 individuos, la medida con más apoyo es aplicar el artículo 155 (un 22%), la segunda es “no negociar, sólo aplicar la ley” (20%) y la tercera es “permitir la convocatoria de un referéndum sobre independencia en Cataluña” (19%)[5]. El resultado agregado encubre unas preferencias desigualmente distribuidas por grupos ideológicos. La primera opción es apoyada casi mayoritariamente por la derecha (45% frente a un 5% en la izquierda) y la tercera opción es apoyada como primera medida por un 29% de individuos de izquierda (frente a un 3% en la derecha). En la segunda opción, “no negociar, sólo aplicar la ley” las divisiones entre grupos ideológicos son menos pronunciadas (lo apoyan un 12% de los ciudadanos de izquierda y un 28% de los de derecha).

Tabla 1. Medidas prioritarias para gestionar el conflicto en Cataluña

 ¿Cuál de estas medidas considera usted que debe ser prioritaria para gestionar el conflicto en Cataluña?

[1] Los datos recogen todos los barómetros de opinión publicados entre enero de 2015 y septiembre de 2019.

[2] He agrupado a los individuos según su auto-ubicación en la escala ideológica del 1 al 10 donde 1 es izquierda y 10 es derecha en cinco categorías: extrema izquierda (posiciones 1 y 2), izquierda (posiciones 3 y 4), centro (posición 5), derecha (posiciones 6 y 7) y extrema derecha (posiciones 8, 9 y 10). 

[3] He tomado como medida la media de la variable sobre organización territorial del CIS, en la que 1 es “Un Estado con un único Gobierno Central sin autonomías”, 2 “Un Estado en el que las Comunidades Autónomas tengan menor autonomía que en la actualidad”, 3 “Un Estado con Comunidades Autónomas como en la actualidad”, 4 “Un Estado en el que las Comunidades Autónomas tenga mayor autonomía que en la actualidad”, 5 “Un Estado en que se reconociese a las Comunidades Autónomas la posibilidad de convertirse en estados independientes”.

[4] Encuesta Netquest realizada en Diciembre de 2019.

[5] Si se elimina a Cataluña de la muestra, las principales medidas son las mismas, aunque los porcentajes cambian ligeramente: 25% (aplicación 155), 23% (aplicar ley, sin negociar)  y 17% (permitir referéndum).

Se habla a menudo de la polarización política en España y de sus efectos sobre el deterioro de las relaciones entre el Gobierno y la oposición. Sin embargo, las referencias al grado de polarización en la opinión pública suelen ser menos frecuentes, a pesar de que una y otra forma de polarización (la política y la social) se retroalimenten. Los análisis carecen, sobre todo, de una perspectiva dinámica de la polarización de la opinión pública, es decir, que tenga en cuenta los cambios que han ocurrido a lo largo del tiempo. En este post voy a explorar la polarización de la opinión pública en España de dos maneras: por un lado, voy a analizar la evolución entre 2015 y 2019 de la polarización afectiva, es decir, del grado de rechazo que produce el apoyo a ciertos partidos según ideología. Por otro lado, voy a estudiar la polarización ideológica sobre la cuestión territorial y sus implicaciones sobre las posibles soluciones a la crisis catalana.

En primer lugar, una manera de valorar la polarización de la ciudadanía es a través de la polarización afectiva por ideología, es decir, la relación entre la auto-ubicación ideológica de los ciudadanos y su grado de rechazo hacia ciertos partidos políticos. Una manera de medirlo es observando por grupos ideológicos la evolución de quienes afirman que, en una escala de probabilidad del 0 al 10, votarían a un partido con una probabilidad de 0.