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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Aina Gallego - @ainagallego

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El “caso Obregón” y la ciencia social

Ana Obregón. EFE/David Aguilar

Leire Salazar / Marta Seiz / Tatiana Eremenko

12 de abril de 2023 23:35 h

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El caso de Ana Obregón ha vuelto a poner el foco del debate público en la reproducción asistida. Aunque su ejemplo particular no deja de reflejar un extremo por el contexto personal y familiar en el que se produce o la cantidad de dinero movilizada, hay varios asuntos en torno a él que nos permiten reflexionar sobre debates relativos al uso de las técnicas de reproducción asistida que ya se están abordando en la literatura académica especializada. Repasamos a continuación algunos de los más evidentes y resumimos qué aporta la ciencia social a ellos.

1. ¿Quién es familia? Lo biológico y lo social

Hace ya décadas que, incluso en los países de tradición católica, las familias se han hecho más heterogéneas y diversas. Además de las tradicionales adopciones y de las situaciones de acogimiento, hoy día encontramos familias reconstituidas, en las que es común que hijos e hijas (biológicos/as o no) pasen tiempo con las parejas de sus padres y madres, compartiendo en muchos casos crianza con hijos/as de dichas parejas o medio hermanos. La familia claramente va en la actualidad más allá de personas con vínculos biológicos, incluso en los casos en los que no media la reproducción asistida.

Sin embargo, en el caso de familias formadas mediante reproducción asistida, como en el que da título a este texto, la biología hace una reaparición estelar cuando se intentan establecer los roles y los vínculos entre las personas implicadas en el complejo proceso. Mientras que en algunos casos sólo se utiliza el material genético de los futuros padres y es la futura madre la que gesta al bebé, en buena parte de las intervenciones se recurre a material genético de terceras personas, en ocasiones de más de una. Los expertos están comenzando a plantear una redefinición de los roles en el proceso completo, con cuestiones tan interesantes como qué derechos asisten a las personas que aportan sus gametos o que gestan un bebé para terceros –¿pueden elegir las condiciones de la gestación, conocer el destino de su material genético, elegir qué usos darle y qué otros evitar?– o qué información deben tener en el futuro los individuos nacidos a partir de estos procesos sobre las personas que contribuyeron a su concepción y gestación.

2. ¿Es la regulación de la reproducción asistida muy restrictiva en España?

El escrutinio de la regulación vigente desde una perspectiva comparada desmiente esta percepción que se ha difundido en las últimas semanas tras conocerse el caso Obregón. En el contexto europeo, en términos generales las parejas heterosexuales tienen acceso a un abanico más amplio de tratamientos, seguidas de las mujeres sin pareja y de las parejas de mujeres. La inseminación artificial y la fecundación in vitro (sin o con microinyección intracitoplasmática y esperma donado) son ya tratamientos comunes en gran parte de los países europeos, mientras que el uso de óvulos donados o de técnicas de diagnóstico genético preimplantacional está mucho más limitado.

En este contexto, en realidad España es un país notablemente “liberal”, tanto en lo que respecta a las condiciones de acceso –quién puede someterse a un tratamiento– como en lo que se refiere al número de ciclos cubiertos y a los tipos de tratamientos que se ofrecen, incluso en el sistema público de salud. El caso de la oferta privada es aún más espectacular por el volumen de tratamientos provistos, que además atiende a una fuerte demanda por parte de pacientes de otros países. Esto último se debe a la laxitud respecto al tipo de características que se admiten en las pacientes –con casos, por ejemplo, de mujeres que acceden a la maternidad con ovocitos donados a edades muy próximas a la de la menopausia natural–, al amplio catálogo de servicios que se ofrecen y al ingente mercado de material genético al que estas circunstancias dan lugar. De hecho, los países europeos con más tratamientos realizados –entre los que se encuentra España– son aquellos que cuentan con una legislación más permisiva y que logran atraer a numerosas pacientes de otros contextos.

3. ¿Qué papel desempeña el dinero en todo esto?

Los tratamientos de reproducción asistida son costosos en dinero, tiempo y salud física y mental. Incluso en los países en los que la provisión pública es amplia –por ejemplo, los que ofrecen tratamiento a mujeres de edad reproductiva avanzada, con hijos anteriores o sin emparejar– y generosa –por ejemplo, cubren varios ciclos y/o los tratamientos más complejos–, en realidad tanto el acceso como el uso efectivo están muy condicionados por los recursos de los que disponen quienes optan a ellos. Los recursos –especialmente los económicos– son, según la literatura especializada, una barrera más potente que las restricciones normativas; entre otros motivos porque existe bastante movimiento entre países para acceder a determinados tratamientos, como en el caso que inspira este texto.

De hecho, existe un gradiente socioeconómico evidente que se manifiesta en todas las fases relevantes del proceso. Las mujeres con más recursos buscan más atención médica y más rápido cuando identifican un problema de infertilidad, acceden en mayor medida a las técnicas de reproducción asistida, ya sea en el sistema público o en el privado, y están, con mucho, más representadas entre quienes conciben bebés por esta vía. Así, las mujeres con niveles educativos más altos y en estratos socioeconómicos más acomodados, a pesar de ser las más propensas a posponer la maternidad, tienen una mayor capacidad de recuperar el tiempo perdido y de aproximarse a su fecundidad deseada.

Por otro lado, las mujeres que proporcionan su material genético o que gestan para otras personas tienen mayoritariamente recursos económicos más limitados y/o proceden de países de renta baja, siendo su motivación para participar en este tipo de procesos primordialmente económica.

4. ¿Se debe hacer todo lo que se puede hacer?

La rápida aceleración de la capacidad técnica para intervenir en procesos reproductivos y el rol creciente de entidades privadas en este negocio cada vez más lucrativo plantean nuevos retos, que se abordan en una investigación científica en constante desarrollo. Entre las dimensiones en discusión se encuentran la escasa información entre la población sobre los potenciales riesgos y beneficios del recurso a técnicas de reproducción asistida, sobre sus implicaciones para la salud materna, fetal e infantil, y sobre las limitaciones que estas técnicas presentan a la hora de poder compensar el retraso de la maternidad. Otras cuestiones que están adquiriendo creciente preponderancia en la investigación e incluso en el debate público son la mercantilización del material genético –incluyendo no sólo gametos sino también embriones– y, en sentido más amplio, la comodificación de la reproducción, de sus productos, y de la intervención en cuerpos de terceras personas con fines reproductivos. En estas dinámicas, el proceso reproductivo se ve en no pocas ocasiones deconstruido en fases y componentes separados que agudizan los dilemas éticos y dificultan la atribución de derechos y responsabilidades. En vista de que estas fases y componentes no responden solamente a necesidades médicas y sociales cambiantes, sino también a las demandas de los mercados construidos en torno a las mismas, se requerirá una discusión amplia y profunda, que no quede restringida al ámbito biomédico, sobre cómo legislar sobre los avances tecnológicos en este campo.

Nota: Esta entrada resume algunos de los argumentos recogidos en este trabajo de Marta Seiz, Tatiana Eremenko y Leire Salazar: [ enlace ]

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