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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

Alberto Penadés - @AlbertoPenades

Ferran Martínez i Coma - @fmartinezicoma

Ignacio Jurado - @ignaciojurado

José Fernández-Albertos - @jfalbertos

Leire Salazar - @leire_salazar

Lluís Orriols - @lluisorriols

Marta Romero - @romercruzm

Pablo Fernández-Vázquez - @pfernandezvz

Sebastián Lavezzolo - @SB_Lavezzolo

Víctor Lapuente Giné - @VictorLapuente

Luis Miller - @luismmiller

Lídia Brun - @Lilypurple311

Sandra León Alfonso - @sandraleon_

Héctor Cebolla - @hcebolla

El caso del 'casi Ohio' o 'Aragón australiano'

Primer Ministro de Australia, Scott Morrison.

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Cuando en Australia hay elecciones federales, se vota en distritos uninominales: tan solo un candidato por distrito sale elegido. Hay 150 distritos y Eden-Monaro ha sido, hasta la elección de 2016, un distrito ‘bellwether’: el partido del candidato que ganaba ahí, era el que ganaba la elección. El casi Ohio o Aragón de las casi antípodas. En 2016, Mike Kelly antiguo militar y candidato del partido laborista, volvía a ganar en el distrito que había representado entre 2007 y 2013. En mayo de 2019 hubo elecciones nacionales y Kelly fue reelegido. A finales de abril de 2020, Kelly alega razones de salud y abandona su escaño -diez días después se incorpora a una empresa tecnológica. Esto fuerza a celebrar nuevas elecciones para que un candidato sustituya a Kelly hasta que se convoquen nuevos comicios. Se conocen como by-elections o elecciones parciales.

Eden-Monaro es un distrito casi tan grande como Extremadura y rodea al territorio central, donde está la capital, Canberra. Es también muy diverso geográfica -con zonas montañosas y costeras- y socio-económicamente, con zonas de alto nivel adquisitivo y varias bastante pobres. Ha recibido menos inmigración que las grandes urbes de Sydney y Melbourne -que, como todas las grandes ciudades, son distintas del resto del país- pero viene a ajustarse a lo que sería la Australia media.

Las elecciones parciales como las de Eden-Monaro son importantes por varias razones. A nivel general, porque son una mini-prueba para el gobierno. Aunque en Australia los candidatos a nivel de distrito trabajan la circunscripción a diario y buscan obtener su espacio mediático, si los ciudadanos consideran que el gobierno federal no lo está haciendo bien, es una oportunidad para votar contra el gobierno. Y a la vez, sirven de señal: por muy parciales que sean, a ningún gobierno le gusta perder una elección pero, puestos a perder, mejor perder un escaño que muchos en una elección general. Así, las parciales pueden servir de termómetro de cómo lo está haciendo el gobierno. También son relevantes por su simbolismo al ser las primeras de ámbito nacional durante la pandemia (hubo municipales recientes en Queensland pero Nueva Gales del Sur ha retrasado las suyas por un año).

Entre todos los factores que pueden ser importantes para una elección como el desempeño económico, o la posición ante la expansión de derechos, en esta además se han juntado dos factores únicos que merecen atención. El primero, los incendios. El segundo, la maldita pandemia. Y aquí es donde se pone interesante.

En diciembre, las temperaturas fueron las más altas en años. Además, varias zonas del país estaban afectadas por una sequía pertinaz. Llegaron los fuegos. Australia celebró las Navidades achicharrándose. A 31 de enero, el fuego había matado a 33 personas. Más de 11 millones de hectáreas arrasadas, 110.000 kilómetros cuadrados. España tiene 505.370, siguiendo Wikipedia. Imagine toda Andalucía y la Comunidad Valenciana quemada. Ante dichas magnitudes, cabría esperar que los máximos responsables gubernamentales estuvieran presentes. La temperatura media de Australia el miércoles 19 de diciembre es de 40.9 grados. El primer ministro, Scott Morrison, está de vacaciones en Hawaii. A su regreso, Morrison va a visitar algunas de las zonas afectadas -entre las que está Eden-Monaro-  y no recibe precisamente una cordial bienvenida: varios ciudadanos le increpan y se niegan a saludarle. Tampoco le ayuda negar que el cambio climático afecta a la virulencia de los fuegos. Empieza a caer en las encuestas.

La pandemia llega más tarde que en Europa, pero llega. Los primeros casos se detectan a finales de febrero, pero es a mediados de marzo cuando la curva de contagios muestra una pendiente preocupante (aunque las cifras en ningún caso se acercan a las de ningún país de Europa. A principios de julio, el total de casos detectados era de 8.886 y 106 muertes. Si bien, en los últimos días, la pendiente es positiva y varios estados han vuelto a cerrar o mantener el cierre de sus fronteras). El gobierno de Morrison, después de unos días dubitativo con respecto a qué hacer, empieza a tomar medidas concretas y, en coordinación con los estados, ponen en marcha planes específicos como, por ejemplo, la introducción de la gratuidad de las guarderías hasta mediados de julio o el pago de salarios a trabajadores a cambio de evitar despidos, hasta septiembre. Las encuestas vuelven a girarse y sonríen de nuevo a Morrison.

Hace unos pocos días, Sandra León escribía sobre las elecciones vascas y gallegas y daba tres razones por las que los partidos que gobiernan pueden salir beneficiados de la pandemia: los sesgos ideológicos para atribuir responsabilidades; la valoración previa de la gestión gubernamental; y, la centralización de las decisiones durante el estado de alarma. En cambio, en Eden-Monaro, el gobierno se ha encontrado con dos fuerzas contrapuestas. Por un lado, una mala valoración respecto a la gestión de los incendios. Por otro lado, una buena valoración con respecto al manejo de la pandemia a nivel nacional.

En esta elección parcial, se ha impuesto la candidata del partido laborista y, en consecuencia, una primera lectura podría poner en duda los argumentos sobre la fuerza del gobierno. Sin embargo, y a pesar de la derrota del partido del gobierno, hay varias razones para todavía dar más peso a la tesis de la fortaleza gubernamental. En primer lugar, la candidata de los conservadores consiguió 2.300 votos más que la laborista. Sin embargo, una vez se distribuyeron las preferencias, los laboristas se impusieron por 830 votos, de más de 100.000 emitidos. En segundo lugar, el proceso de nominación de los dos partidos fue muy distinto. Los laboristas, en cuanto Kelly anunció su renuncia, rápidamente nominaron a Kristy McBain, alcaldesa del Bega Valley, entre los más afectados por el incendio. Algunos candidatos conservadores, sin embargo, tuvieron actuaciones extravagantes anunciando un día que competían por la nominación y retirándose al siguiente. Al final, la candidata fue Fiona Kotvojs -quien perdió su granja durante los incendios-, de quien se dice que es aún más conservadora que el otrora primer ministro Tony Abbott, quien niega el cambio climático. En tercer lugar, desde una perspectiva histórica, el partido del gobierno lo tenía difícil: nunca, en cien años, el partido que está en la oposición a nivel federal ha perdido un escaño en una elección intermedia. De haberse impuesto los conservadores, habría sido algo histórico, en términos electorales.

En conclusión, a pesar de la victoria de los laboristas y de realizar un análisis comparado de las elecciones celebradas en tiempos de la pandemia, la tesis de la fortaleza del gobierno nos va a acompañar hasta que nos llegue una vacuna.

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