Tras unos años en los que el apoyo a la independencia en Cataluña ha subido drásticamente (pasando de cotas de alrededor del 15 o 20% antes de 2010 a superar el 40% poco después), el independentismo parece haber encontrado un techo o incluso haber descendido en los últimos meses. Así, la situación más o menos estable que existe en Cataluña es una división entre dos grupos de parecido tamaño alrededor de la idoneidad de la independencia en Cataluña. Esto, además, tiene un reflejo en el sistema de partidos, donde se han ido configurando dos bloques: uno con partidos que están en contra de la independencia y otro con partidos que están a favor. Estos bloques son diversos internamente, pero la realidad es que las transferencias de voto entre ellos son bastante pequeñas.
Frente a este panorama, hace unos días mi compañero Lluis Orriols hablaba aquí y aquí del grupo de independentistas sobrevenidos e instrumentales que todavía podrían volver a conectar “con España”. Su argumento es que hay un grupo de independentistas, minoritario, que a día de hoy prefieren independencia a statu quo, pero que podrían hacer el camino de vuelta si pensaran que hay una alternativa distinta dentro del Estado. En este post querría hablar de otro grupo que también puede ser decisivo para cómo se terminen configurando las mayorías en Cataluña: los ciudadanos que apoyan un referéndum pactado con el Estado. Según datos del último barómetro del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió), un 71% de catalanes está a favor de un referéndum. De ellos, dos tercios (un 48% de los catalanes) apoyan el referéndum con independencia de si es acordado o unilateral. En cambio, aproximadamente un tercio (23,4 % del total de los catalanes) está a favor del referéndum solo si es acordado con el gobierno español.
Gráfico 1: Preferencias por referéndum en Cataluña
Este grupo de votantes, en principio, no está de acuerdo con el camino unilateral al margen de la Constitución que está siguiendo el gobierno catalán y son, en parte, los que marcan el techo electoral a la coalición gobernante. Por otro lado, sí comparte uno de sus objetivos -que en Cataluña se produzca un referéndum-, aunque difiere en la vía para ello. Como decíamos anteriormente, este grupo puede ser decisivo según evolucionen sus preferencias para la configuración de mayorías. Por un lado, son los ciudadanos a los que el gobierno catalán intenta convencer de que un referéndum acordado no será posible y que este solo puede ocurrir por otras vías. Por otro lado, el gobierno español podría persuadirlos de que pueden conseguir las mismas reformas que desean por vías que no pasen por el referéndum acordado. En esta tensión, ¿podrían haberse movido las preferencias y los apoyos de estos ciudadanos durante el último mes? Cualquier respuesta que demos ahora es tentativa y solo lo comprobaremos con el tiempo. No obstante, podemos especular sobre las consecuencias de los últimos acontecimientos.
El primer hito ocurrió hace solo dos semanas (aunque esto parezca una eternidad en la coyuntura actual) con la decisión del Parlamento catalán de convocar un referéndum unilateral. Una pregunta común en esos días era si este paso podía hacerles perder la complicidad de quienes quisieran un referéndum acordado y que vieran en el procedimiento unilateral y de urgencia un exceso. O dicho de otra manera, si el Gobierno catalán podía perder apoyos entre independentistas por impulsar un referéndum fuera de la ley.
En realidad, la estrategia del gobierno catalán parece poco costosa es términos electorales. La percepción de que el Govern podía perder apoyo a la independencia y al ‘procés’ por caminar por la vía de la unilateralidad creo que estaba sobredimensionada. Si dividimos al grupo de quienes apoyan un referéndum acordado según sus preferencias territoriales, en realidad solo un 10% de ellos menciona la independencia como primera preferencia. Cuando se pregunta directamente si quieren independencia o no, el porcentaje de independentistas solo aumenta al 15%. Por tanto, los individuos a favor del referéndum acordado son fundamentalmente no independentistas. Esto es algo que convertía la estrategia de los soberanistas en el Parlament en poco arriesgada electoralmente porque quienes podrían haberse ido simplemente nunca habían estado allí.
Gráfico 2: Preferencias territoriales de los catalanes que solo quieren un referéndum acordado
Gráfico 3: Preferencias por independencia de los catalanes que solo quieren un referéndum acordado
En realidad, si indagamos un poco más en profundidad y utilizando los mismos datos del CEO, comprobamos que el grupo que quiere el referéndum acordado son votantes mayoritariamente del PSC o Catalunya Sí que es Pot y que tienen una identidad dual (la amplísima mayoría se siente tan español como catalán).
Gráfico 4: Identidad y voto de los catalanes que solo quieren un referéndum acordado
Una segunda cuestión que es aún más difícil de valorar son las consecuencias sobre ese grupo de ciudadanos de la acción del Estado para parar el referéndum del 1 de Octubre. Los ciudadanos a favor de un referéndum acordado podrían percibir esta respuesta como excesiva y la confirmación de que tal acuerdo no es posible, abandonando sus preferencias por que este acuerdo se produzca o, tal vez incluso, su preferencia sobre cuál es el mejor encaje territorial en Cataluña. Como decía es más difícil saber por el momento si los movimientos de los últimos días van a tener algún tipo de efecto sobre las posiciones de estos ciudadanos. No obstante, lo más parecido que encontramos en los datos del CEO es una pregunta realizada en la primera ola de 2017 (es decir, antes del verano) en la que se preguntaba a los catalanes hasta qué punto creen que es probable que el Gobierno español acabe ofreciendo un acuerdo que sea aceptable para la mayoría del Parlament de Cataluña. Si bien esta pregunta no recoge el contexto actual, contiene cierta información sobre si aquellos a favor de un referéndum pactado lo hacen porque creen que el Gobierno español puede realmente acabar ofreciendo algo interesante para ellos.
Gráfico 5: Confianza en una oferta del Gobierno satisfactoria de los catalanes que solo quieren un referéndum acordado
No parece que así fuera. El 70% de los favorables a un referéndum pactado tenía poca o ninguna confianza en que el Gobierno español acabase ofreciendo algo que pudiese ser aceptado mayoritariamente. Lo que quiero decir con esto es que estos ciudadanos no estaban a favor de un referéndum acordado a la espera de una oferta. En general desconfiaban de que esta se produjera. Y su posición por un referéndum pactado parecía más de acuerdo a convicciones que a estrategia. Tal vez esto cambie los próximos meses. Veremos. Pero a día de hoy, con bloques electorales que están muy asentados en Cataluña, no es descartable que el 2 de octubre nos encontremos con que poco se ha movido en términos electorales y que sigue sin haber una opción claramente mayoritaria.
Tras unos años en los que el apoyo a la independencia en Cataluña ha subido drásticamente (pasando de cotas de alrededor del 15 o 20% antes de 2010 a superar el 40% poco después), el independentismo parece haber encontrado un techo o incluso haber descendido en los últimos meses. Así, la situación más o menos estable que existe en Cataluña es una división entre dos grupos de parecido tamaño alrededor de la idoneidad de la independencia en Cataluña. Esto, además, tiene un reflejo en el sistema de partidos, donde se han ido configurando dos bloques: uno con partidos que están en contra de la independencia y otro con partidos que están a favor. Estos bloques son diversos internamente, pero la realidad es que las transferencias de voto entre ellos son bastante pequeñas.
Frente a este panorama, hace unos días mi compañero Lluis Orriols hablaba aquí y aquí del grupo de independentistas sobrevenidos e instrumentales que todavía podrían volver a conectar “con España”. Su argumento es que hay un grupo de independentistas, minoritario, que a día de hoy prefieren independencia a statu quo, pero que podrían hacer el camino de vuelta si pensaran que hay una alternativa distinta dentro del Estado. En este post querría hablar de otro grupo que también puede ser decisivo para cómo se terminen configurando las mayorías en Cataluña: los ciudadanos que apoyan un referéndum pactado con el Estado. Según datos del último barómetro del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió), un 71% de catalanes está a favor de un referéndum. De ellos, dos tercios (un 48% de los catalanes) apoyan el referéndum con independencia de si es acordado o unilateral. En cambio, aproximadamente un tercio (23,4 % del total de los catalanes) está a favor del referéndum solo si es acordado con el gobierno español.