Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Hace tan solo doce años los votantes de izquierda y derecha pensaban prácticamente lo mismo acerca del origen de la posición económica de las personas en España, hoy ya no.
Creer que uno puede alcanzar lo que se proponga en la vida a través de su talento y esfuerzo tiene profundas consecuencias sobre nuestras decisiones. Por ejemplo, uno puede decidir estudiar más, entrenar más o practicar más con un instrumento musical si cree que eso le garantiza cierto éxito. Lo contrario también se da. Uno puede pensar que su fortuna más bien tiene que ver con las loterías de la vida, con la familia que le ha tocado o el barrio donde ha nacido. Por supuesto, también hay personas, muchas, que creen que tanto el esfuerzo personal como la situación de partida importan. Donde se sitúa cada uno, ¿tiene algo que ver con su ideología política? Si nos fijamos en el discurso de los partidos políticos, parece que sí. Por ejemplo, la oposición conservadora en España suele achacar al Gobierno que mediante su intervención, en la educación en este caso, “acaba con principios fundamentales como el mérito, la capacidad o la excelencia”. Por el contrario, El Gobierno de izquierdas motiva muchas de sus decisiones con argumentos a favor de compensar las “desigualdades personales, culturales, económicas y sociales”, como se puede leer en la ley de educación aprobada esta legislatura. Es decir, los primeros ponen el foco en los valores de mérito y capacidad y los segundos en la compensación de las desigualdades de origen. ¿Qué piensan sus votantes? En su estudio anual sobre política fiscal, el CIS ha hecho la siguiente pregunta a los españoles durante los últimos trece años:
“Hay quienes piensan que la posición económica de las personas depende casi exclusivamente de su esfuerzo, educación y valía profesional (en una escala de 0 a 10 se situarían en el punto 0). Otras piensan que lo que realmente importa es el origen familiar, los contactos o simplemente la suerte (estas se situarían en el punto 10). ¿Qué cree Ud. que influye más en la posición económica que alcanzan las personas en España?”.
El gráfico 1 muestra la evolución de la opinión media de los votantes de los cuatro principales partidos españoles. En el lejano año 2010, en plena Gran Recesión y justo antes de que los dos partidos mayoritarios españoles pactaran cambiar la Constitución para calmar a los mercados, los votantes de PP y PSOE pensaban lo mismo, en media, sobre el origen de la posición económica. No podían estar más en el centro, situándose en una posición de 5 en la escala de 0 a 10. Digamos que, en el conjunto de estos electorados, que suponían más del 80% del total de votantes, la creencia en el esfuerzo y las habilidades, por una parte, y el origen familiar y los contactos, por otra, pesaban lo mismo. Pero España ha cambiado mucho desde 2010 y, en la mayoría de variables políticas, el país se ha polarizado de dos modos: los partidos más moderados se han ido separando ideológicamente y los extremos son hoy más extremos. En primer lugar, si la diferencia entre los votantes de PP y PSOE no llegaba a una décima en 2010, hoy es de más de un punto. En cuanto a los extremos, la diferencia ha pasado del medio punto entre IU y el PP en 2010 hasta los más de dos puntos entre UP y VOX del 2022. Esta diferencia entre extremos, que suele ser una de las medidas que utilizamos cuando hablamos de polarización política, se ha multiplicado por cinco. Otra forma de ver esta radicalización de las posturas es que, mientras en el año 2010 solo el 15% mostraba preferencias que podríamos llamar extremas (0-1 y 9-10 en la escala), en el 2022 este porcentaje se ha más que duplicado y ahora alcanza el 31%. Es decir, hoy día uno de cada tres españoles cree que la posición económica se debe solo al esfuerzo o las habilidades o solo a la familia o los contactos. Por supuesto, en el primer caso predominan los votantes de partidos de la derecha y en el segundo los de izquierdas.
Gráfico 1: ¿De qué depende la posición económica de las personas?
El incremento de la polarización partidista en torno a la creencia en el esfuerzo es solo una muestra más de una tendencia general de la política española. Se pueden revisar otras preferencias (como el pago de impuestos) o creencias (como la religión) y la división entre votantes de los partidos no ha dejado de crecer. ¿Debería preocuparnos esta creciente división? Por una parte, nos podría preocupar en tanto que un diagnóstico distinto del origen de las desigualdades hace más difícil alcanzar acuerdos transversales. La profunda división partidista de la última década hace cuestionarse si aquel acuerdo de reforma exprés de la Constitución en 2011 sería hoy posible. Muchos afirmarán que no solo no sería posible, sino tampoco deseable. En la política española hay hoy más ideología que en 2010, pero eso no es un problema en sí mismo. Cómo gestionemos esas diferencias ideológicas y la relación de estas con los bloqueos políticos actuales sí que debería preocuparnos, pero eso es harina de otro costal.
La tendencia que he mostrado no es única de España. En los Estados Unidos la lucha por la justicia social y contra las desigualdades injustas fue la base del movimiento Occupy Wall Street, coetáneo de nuestro 15-M. El libro que con más fuerza ha denunciado la supuesta falacia de la meritocracia es La tiranía del mérito de Michael Sandel. En España los ecos de ese debate se pueden encontrar en el libro Contra la igualdad de oportunidades de César Rendueles, e incluso en la reciente puesta de largo del Future Policy Lab, cuyo primer informe intenta desmontar el “mito de la meritocracia”. Las reacciones intelectuales a esta apuesta de la izquierda en nuestro país han sido tímidas, pero si nos atenemos al debate que se produjo en los Estados Unidos, llegarán. En este país, el psicólogo moral Jonathan Haidt, partiendo de una posición progresista, ha criticado la deriva de la izquierda que se centra casi exclusivamente en el principio de igualdad e ignora el poder de persuasión moral que tienen las ideas de mérito y esfuerzo. Curiosamente, tanto Haidt como el propio Sandel han mostrado que el presidente Barack Obama solía combinar ambos tipos de apelaciones en sus discursos con frases como “si trabajas duro y asumes la responsabilidad, puedes salir adelante en América”, combinadas con muchas otras denunciando la falta de igualdad de oportunidades. Pero eso eran otros tiempos y la sucesión de crisis económicas y políticas no hacen presagiar una vuelta a esos discursos híbridos. Cuando en pleno año electoral, el CIS vuelva a hacer la misma pregunta en el verano de 2023, seguramente la diferencia entre las creencias de unos votantes y otros habrá aumentado de nuevo.
Creer que uno puede alcanzar lo que se proponga en la vida a través de su talento y esfuerzo tiene profundas consecuencias sobre nuestras decisiones. Por ejemplo, uno puede decidir estudiar más, entrenar más o practicar más con un instrumento musical si cree que eso le garantiza cierto éxito. Lo contrario también se da. Uno puede pensar que su fortuna más bien tiene que ver con las loterías de la vida, con la familia que le ha tocado o el barrio donde ha nacido. Por supuesto, también hay personas, muchas, que creen que tanto el esfuerzo personal como la situación de partida importan. Donde se sitúa cada uno, ¿tiene algo que ver con su ideología política? Si nos fijamos en el discurso de los partidos políticos, parece que sí. Por ejemplo, la oposición conservadora en España suele achacar al Gobierno que mediante su intervención, en la educación en este caso, “acaba con principios fundamentales como el mérito, la capacidad o la excelencia”. Por el contrario, El Gobierno de izquierdas motiva muchas de sus decisiones con argumentos a favor de compensar las “desigualdades personales, culturales, económicas y sociales”, como se puede leer en la ley de educación aprobada esta legislatura. Es decir, los primeros ponen el foco en los valores de mérito y capacidad y los segundos en la compensación de las desigualdades de origen. ¿Qué piensan sus votantes? En su estudio anual sobre política fiscal, el CIS ha hecho la siguiente pregunta a los españoles durante los últimos trece años:
“Hay quienes piensan que la posición económica de las personas depende casi exclusivamente de su esfuerzo, educación y valía profesional (en una escala de 0 a 10 se situarían en el punto 0). Otras piensan que lo que realmente importa es el origen familiar, los contactos o simplemente la suerte (estas se situarían en el punto 10). ¿Qué cree Ud. que influye más en la posición económica que alcanzan las personas en España?”.