Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
El peso al nacer es un buen indicador de desventaja temprana porque condiciona la salud y el éxito escolar de los individuos a lo largo de su vida
Los efectos adversos de una desventaja temprana como nacer con bajo peso son muy evidentes para los niños de familias con pocos recursos. Las familias mejor situadas, en cambio, son capaces de neutralizar completamente esta desventaja inicial
Una de las conclusiones más comúnmente aceptadas entre quienes estudian la evolución de la desigualdad educativa es que los problemas a los que se enfrentan los hijos de las familias con menos recursos tienen un origen muy temprano. Tanto es así que incluso mucho antes de que se escolaricen, los niños ya presentan dificultades en su desarrollo que difieren en función de quiénes son (o de cómo son) sus padres.
En este post tomamos un indicador frecuentemente utilizado como una de las medidas de desventaja más tempranas: el peso al nacer. Sabemos que el bajo peso al nacer, aquel que está por debajo de los dos kilos y medio, correlaciona de manera muy clara con un peor estado de salud y mayor morbilidad en distintas fases del ciclo vital. Aunque hay menos evidencia al respecto, también parece estar asociado con peores resultados escolares e incluso laborales. A continuación analizamos su influencia en el éxito escolar (medido en comprensión lectora) a medio plazo (para una muestra de escolares entre 10 y 15 años de edad en China) y observamos que los efectos adversos son muy diferentes en función de los recursos socioeconómicos de los hogares.
Desmenuzamos nuestro argumento en tres partes.
1. El bajo peso al nacer: una desventaja real y duradera para el éxito escolar
En el primer gráfico vemos que nacer con bajo peso implica una desventaja en el rendimiento escolar en lengua, una materia instrumental relevante para la adquisición de otros tipos de competencias. Los niños que nacen con menos de dos kilos y medio de peso obtienen puntuaciones más bajas en esta materia en secundaria, controlando por la influencia de otros factores potencialmente relevantes como el sexo, la edad, los recursos de la madre y del padre, el lugar de nacimiento y el lugar de residencia, que los niños con más peso. En concreto, sus puntuaciones son un 8% menores. Una desventaja tan temprana como nacer con un peso patológicamente bajo continúa, por lo tanto, teniendo consecuencias evidentes en el éxito escolar de los niños más de diez años después.
2. Una desventaja que no sucede al azar
Sabemos que esta desventaja no sucede de manera aleatoria en la población de niños. La evidencia empírica para multitud de países, que nosotros hemos confirmado en el caso español (por ejemplo, aquí), indica que hay un claro gradiente asociado a los recursos socioeconómicos de la madre y del padre en la prevalencia del bajo peso al nacer. Los bebés que nacen de madres/familias con mayor nivel educativo, más ingresos, un nivel ocupacional más alto o mayores niveles de apoyo socioemocional, nacen en mucha mayor medida que el resto con un peso normal, por encima de los dos kilos y medio. De nuevo neutralizando la posible influencia de otros factores relevantes, se confirma que las madres con menores niveles educativos (más a la izquierda en el eje horizontal en el segundo gráfico) tienen probabilidades más altas de dar a luz un bebé con bajo peso. Cuando la madre no tiene ninguna educación formal, algo no del todo infrecuente en este contexto, presenta el doble de probabilidades de tener un bebé con bajo peso que una madre comparable pero con educación terciaria.
3. Y, ¿cómo es la reacción de los padres?
Ante la evidente desventaja inicial que para los niños supone nacer con bajo peso, las familias no son agentes neutros ni pasivos. Los mecanismos que tradicionalmente se han utilizado desde la sociología para explicar cómo las familias con más recursos logran transmitir ventajas a sus hijos son perfectamente aplicables en este caso. Bien sea porque se activan estrategias intencionales para neutralizar esta desventaja o porque la transmisión tiene lugar a través de procesos más sutiles (como la exposición de los niños a determinados valores o actitudes), lo cierto es que las familias con más recursos están en principio mejor equipadas para remediar las dificultades que puedan tener sus hijos durante su desarrollo. Así es como se explica que las familias reaccionen de forma diferente en función de sus recursos ante los problemas que puede tener un recién nacido con un peso excesivamente bajo.
En el tercer gráfico mostramos, para la materia de lengua, las puntuaciones para los niños nacidos con peso normal (a la izquierda) y con bajo peso (a la derecha), pero esta vez desagregado para tres niveles formativos de las madres. Entre los niños nacidos con bajo peso y cuyas madres tienen nivel educativo de primaria o menos (azul) y de secundaria (rojo), las puntuaciones son marcadamente inferiores que en niños comparables en cuanto al nivel educativo de sus madres pero nacidos con un peso normal. En cambio, y aquí está la cuestión interesante, cuando la madre tiene educación universitaria la desventaja inicial que supone nacer con bajo peso no tiene una traslación en los resultados; no hay diferencias entre estos niños y los niños comparables nacidos con un peso normal. Mientras que los padres con más recursos son capaces de neutralizar la desventaja que para sus hijos supone nacer con bajo peso, los padres menos educados no consiguen remediar los problemas de sus hijos con bajo peso.
En resumen, podemos decir que los padres de hogares con más recursos son capaces de neutralizar las consecuencias más negativas que ciertos factores tienen en el desarrollo de sus hijos hasta el punto de contrarrestarlas, algo que los hogares menos aventajados no pueden hacer. Las desventajas que se manifiestan ya desde la cuna pueden tener consecuencias de muy largo plazo; las desigualdades se reproducen en parte como consecuencia de la desigual capacidad de las familias para neutralizarlas.
Una nota final
Este trabajo está hecho con datos del Panel de Hogares de China (2010), aunque creemos que las consecuencias de este tipo de análisis pueden ser universalmente aplicables. ¿Por qué no usamos datos españoles? A pesar de la extraordinaria importancia que, en nuestra opinión, tienen investigaciones como estas, España no ha considerado oportuno, por el momento, producir este tipo de datos.
Sobre este blog
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