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¿Qué día de la semana votamos más?

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Durante una campaña electoral, el día de las elecciones o en los análisis que se hacen después, uno de los factores que se suele comentar es el de la participación. Por ejemplo, con las primarias republicanas de Iowa del pasado lunes 15 de enero, se aduce que el frío pudo dejar en casa a varios simpatizantes republicanos, si bien en Iowa (casi) siempre hace frío en enero. Durante los meses que vienen, las elecciones de los Estados Unidos ocuparán muchos minutos y espacios en los medios de comunicación. Así que no voy a hablar de esto.

Lo que me interesa resaltar es que se votó un lunes. Un lunes. Y es interesante fijarse en que es un lunes porque: ¿importa cuándo votamos? Por importar, me refiero a si afecta a la participación. Esto es, ¿sabemos si se vota más durante el fin de semana que, digamos, un martes? Los estudios disponibles hasta la fecha han proporcionado resultados divergentes. Por ejemplo, en 2004 un trabajo realizado para 29 países encontraba que cuando la elección se celebraba en domingo, la participación era más alta. En cambio, cuando se ampliaba el espectro para 63 países, el día no parecía estar relacionado con la tasa de participación.

Cuándo votar (y si votar o no) es un asunto que va mucho más allá de la investigación. Como se sabe, la participación es desigual y puede ser estratégica. Por desigual me refiero a que, en Europa, grosso modo, los más pudientes muestran tasas de participación mayores que los más pobres. (Nota: esta es una relación que no se observa necesariamente en muchos otros países como India o Indonesia). Por estratégica, me refiero a que no todos los partidos promocionan la participación por igual. Recuerden aquellas palabras del diputado Gabriel Elorriaga Pisarik, a la sazón director de campaña de Mariano Rajoy en 2008, cuando refiriéndose a los votantes socialistas indecisos declaró en el Financial Times que “si podemos generar suficientes dudas sobre la economía, la inmigración y los temas nacionalistas, quizás se queden en casa”.

Desde una perspectiva institucional también es relevante cuándo se vota. En este sentido, en sistemas parlamentarios donde el presidente del Gobierno, dentro del plazo del mandato de tres, cuatro o cinco años, tiene la capacidad de elegir cuándo se vota, el día puede ser un elemento que considerar. Por ejemplo, en España en las generales se vota en domingo desde 1986. Pero las elecciones de 1979 y 1982 se celebraron en miércoles y jueves, respectivamente (las de 1977 también en miércoles).

Además, vemos que hay un valor intrínseco en la participación. Dos ejemplos. Imagina dos escenarios: uno en el que gana la elección el candidato con un 51% de apoyo y una participación del 90% y otro donde gana por el mismo margen con una participación del 30%. Aunque ambas victorias –con un 90 o un 30% de participación– son válidas, solemos atribuir mayor legitimad a la que ha juntado más gente en las urnas. Segundo, cuando la participación se considera baja (un ejemplo suele ser las elecciones europeas), los medios de comunicación –igual que muchos comentaristas, creadores de opinión y académicos– hablan de crisis de democracia, falta de interés, etc. Dicho de otro modo, por norma general, tendemos a pensar que una participación alta es un signo saludable de nuestras democracias.

A pesar de que la participación es una información relevante, hasta la fecha no hay muchas bases de datos que proporcionen los datos de participación. Sin duda, la más conocida y utilizada es la del International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA). Junto con Diego Leiva Van De Maele, hemos recopilado datos de participación para 3217 elecciones nacionales entre 1945 y 2020 en 190 países. Estos datos son más completos que los de IDEA porque incluyen más información, como 675 elecciones más para dicho periodo, los días de la semana o si las elecciones son de primera o segunda vuelta. También hemos prestado mucha atención a las fuentes y hemos sido consistentes en la recogida de datos. (El libro de código y los datos están disponibles aquí y el artículo, aquí).

El gráfico muestra que, en general, se vota los fines de semana (más del 60% de las elecciones), siendo el domingo el día preferido. Curiosidad: esto no es así en los países protestantes de la anglosfera donde, tradicionalmente, actividades públicas que no fueran ir a la iglesia estaban restringidas. Por ejemplo, en Australia, todo estaba cerrado en domingo: bares, cines, tiendas, no había eventos deportivos (la restricción se levanta paulatinamente en la década de los 80 del siglo pasado). También se vota en sábado en Chipre, Malta, Islandia, Taiwán o Nueva Zelanda. El día en que menos elecciones se celebran es el viernes.

Volviendo a la pregunta inicial, ¿hay alguna relación entre el día en que se vota y la participación? Como muestra el siguiente gráfico, parece que no es el caso. El valor mediano –el que se sitúa justo en medio de la distribución– es la línea horizontal blanca entre las cajas. Como se ve, está alrededor del 70% todos los días. En el eje horizontal del gráfico, también incluyo los valores medios de participación. Por ejemplo, la participación media los domingos fue del 71,6% mientras que el viernes, del 70%. Por lo tanto, no parece que el día en el que se celebra la elección se relacione con el nivel de participación.

Obviamente, esta respuesta es simplificada: estoy mezclando países que son democracias con los que no; lugares en los que hay voto obligatorio y en los que no; primera vuelta con segunda vuelta o sistemas parlamentarios con presidenciales, entre muchas otras posibilidades. (Los lectores interesados en profundizar en estas cuestiones pueden descargarse los datos y realizar sus propios análisis).

Durante una campaña electoral, el día de las elecciones o en los análisis que se hacen después, uno de los factores que se suele comentar es el de la participación. Por ejemplo, con las primarias republicanas de Iowa del pasado lunes 15 de enero, se aduce que el frío pudo dejar en casa a varios simpatizantes republicanos, si bien en Iowa (casi) siempre hace frío en enero. Durante los meses que vienen, las elecciones de los Estados Unidos ocuparán muchos minutos y espacios en los medios de comunicación. Así que no voy a hablar de esto.

Lo que me interesa resaltar es que se votó un lunes. Un lunes. Y es interesante fijarse en que es un lunes porque: ¿importa cuándo votamos? Por importar, me refiero a si afecta a la participación. Esto es, ¿sabemos si se vota más durante el fin de semana que, digamos, un martes? Los estudios disponibles hasta la fecha han proporcionado resultados divergentes. Por ejemplo, en 2004 un trabajo realizado para 29 países encontraba que cuando la elección se celebraba en domingo, la participación era más alta. En cambio, cuando se ampliaba el espectro para 63 países, el día no parecía estar relacionado con la tasa de participación.