Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
La variedad de dictadores en Europa ha sido mucho mayor de lo que a veces se supone y, sin embargo, Franco resulta bastante difícil de emparejar. Tal vez no sea lo más extraño que se parezca tanto a sus enemigos como a sus amigos.
Por su especialización en reprimir el enemigo interno y su origen en una guerra civil, solo es comparable con la dictadura soviética, más que con el fascismo.
Fue un dictador católico mucho más violento que los demás dictadores católicos (salvo Pavelic, que era un tipo de nacionalista étnico que Franco ni era ni podía ser).
Fue un dictador militar vitalicio que preparó su propia sepultura, el único en hacerlo, y la hizo más grande que ninguna otra. Su situación es anacrónica, y con eso debería bastar para el consenso.
El concepto. Llamemos dictadores a los que, habiendo una alternativa razonablemente democrática y constitucional, gobiernan de forma autoritaria, desdeñando la libre competición política y las garantías constitucionales. Lo razonable es considerar dictadores a los posteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando la democracia era una posibilidad realizada en muchos lugares. El primer dictador moderno habría sido Lenin, quien disolvió la Asamblea Constituyente en 1918. Las dictaduras europeas fueron casi todas “de derechas” (y anticomunistas), pero el concepto no lo incluye. Las listas que hay arriba no son totalmente exhaustivas pero nos dan una idea bien definida. (1)
Hay dictadores y dictadores. Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco se llamaba así en honor a sus abuelos y padrinos, y al santo del día. Benito Amilcare Andrea Mussolini se llamaba así en honor a Benito Juárez (presidente liberal, indígena, revolucionario, masón, anticlerical), a Amilcare Cipriani (garibaldino, communard, internacionalista, socialista revolucionario) y a Andrea Costa (padre del socialismo italiano, primer diputado socialista italiano). Algo así como si Franco se hubiera llamado Manuel Anselmo Pablo, por Manuel Zorrilla, Anselmo Lorenzo y Pablo Iglesias.
Recordemos que Malraux hace decir a uno de los personajes de La Esperanza (1937): “A Franco le importa un bledo el fascismo. Franco es un aprendiz de dictador venezolano”. Hay en esto una intención de denigrar al enemigo -exhibiendo eurocentrismo- y es posible que haya precipitación, pero el encaje natural de la frase en el contexto es a lo que me refiero. Pueden separarse por orientación ideológica, por organización institucional, por duración, por dureza o por ambiente internacional, formando varias categorías que se solapan. Pero no teman, aquí van solo unos apuntes a la manera de “vidas paralelas”, para merodear en torno al problema de cómo son recordados. (De todos modos, háganse idea de que va en página doble)
Fascistas y nazis. El fascismo de Mussolini (el segundo dictador moderno en aparecer, en 1922) fue para otras dictaduras, durante un tiempo, la esperanza para contener al nazismo alemán (y al comunismo, se entiende) (2). Aquí habría que incluir, como mínimo, a los austriacos (llamados a veces austrofascistas o clerofasicstas…), a la Hungría del regente Horthy y a la Rumanía de Carlos II. La alemania nazi acabó deponiéndolos antes o después. Dolfuss fue asesinado por un nazi, y su sucesor Kurt Schuschnigg dijo a la prensa inglesa en 1938 “Un abismo absoluto separa a Austria del nazismo…. La Cristiandad está arraigada en nuestro suelo y solo creemos en un Dios, que no es el Estado ni la Nación ni esa cosa elusiva que es la Raza”. Mussolini había sido un poco como el coach de Dolfuss en esto de ser dictador y Hitler le agradeció de corazón que no levantara una ceja cuando intervino en Austria. Con el tiempo Mussolini llegaría a apadrinar tiranos que fueron más del agrado de Hitler, como Ante Pavelic, líder de los Ustache, dictador de la Croacia “independiente” y carnicero de los Balcanes, cuyos restos reposan en Madrid, donde murió, ya es coincidencia, en el antiguo Hospital de los Alemanes.
Guerra y dictadura. Cómo de letal es un dictador -tema que parece que interesa mucho para hacer como un ranking del mal- ilustra mal las cosas. El régimen de Franco destaca en cuanto a los muertos no combatientes de su propio país (ejecuciones y terror blanco en su zona). En eso se parece mucho más a la Unión Soviética que al fascismo o al nazismo. Como la dictadura soviética, nace de una guerra civil, con dos terrores, blanco y rojo, ambos espantosos, y se especializa en el enemigo ideológico. Otros dictadores fascistas o asimilados ni de lejos sufrieron la misma resistencia interna y fueron incomparablemente menos represivos con sus ciudadanos por motivos políticos. Las inmensas atrocidades del nazismo o el fascismo son imputables en su gran mayoría a proyectos imperialistas y etnonacionalistas que en el caso de Franco tuvieron poca o ninguna importancia. (Ni que decir tiene, el terror revolucionario soviético, no digamos el terror estalinista, fueron mucho más mortíferos que el terror franquista, por pura escala del país, y también por la escala del proyecto de transformación social, que unía la clase de los enemigos del régimen a los enemigos de clase). (3)
Dictadores campesinos. Salazar y Dolfuss fueron hijos de campesinos, ambos católicos a machamartillo, ambos sufrieron la pobreza y fueron de los pocos que estudiaron en la universidad. A Salazar le llamaban “el hijo de Manholas” al comenzar su educación (en un seminario), a Dofulss, que era hijo ilegítimo, ni eso. Los dos se especializaron en economía agraria. Salazar fue modesto en extremo -ruin, dicen algunos, nuestro Pepe Mújica, dicen otros- y descansa con sus padres en un simple hoyo en Vimiero (850 habitantes). Fue jefe del gobierno portugués entre 1932 y 1968 y se retiró por un trastazo en la cabeza (hasta su muerte, en 1970, creyó seguir gobernando el país). En 2007 la Televisión Portuguesa hizo un programa “Grandes Portugueses” (a imitación de “Greatest Britons” de la BBC) y Salazar quedó primero con el 46% de los votos No se trata de un dato fiable de opinión pública, pero buena se prepararía si aquí saliera Franco (que no saldría). Dolfuss fue un político democristiano pasado al lado oscuro en un clima en el todos los partidos se armaron; ya hemos dicho que fue asesinado por un terrorista nazi. Pétain también era hijo de campesinos muy católicos, su tío abuelo era cura y había ido con el ejército de Napoleón y eso le llevó a la carrera militar (y no a los estudios). El resto de los dictadores fueron de clase media o alta
Dos aristócratas dictadores temporales. Josef Piłsudski, héroe militar y destacado político polaco, digamos que nacionalista progresista (sus peores enemigos eran los nacionalistas ultracatólicos y antisemitas), pero de la gran vieja Polonia, incluyendo a su Lituania natal y parte de Ucrania, asumió poderes dictatoriales en 1926, con el apoyo de la izquierda, al menos inicialmente, pues los comunistas acabaron llamándole fascista (que no tiene mucho mérito, pero hay que anotarlo). Su régimen pretendía “sanar” Polonia (el movimiento político se llamaba tal cual, Sanación). No llegó a ver su final, que pretendía un regreso al constitucionalismo (pero presidencialista) pues murió de cáncer en 1935. Se le veneró instantáneamente y tiene una tumba muy solemne en una cripta en la Catedral de Cracovia, que es como estar enterrado en El Escorial en el Panteón Real. Su corazón está enterrado en Vilnus, Lituania, con su madre, en el cementerio de Rasos, en un mausoleo que fue vandalizado en 2012. Miguel Primo de Rivera tomó el poder en 1923, hasta 1930. Aunque llamó a Mussolini “inspirador y maestro” y jugó con la idea de un partido único, no avanzó tanto como otros en esa dirección. Como Piłsudski se veía a sí mismo como un regenerador que quería dar una nueva constitución al país (solo que en lugar de sanador se le describió como “cirujano de hierro”), también recibió un apoyo parcial de la izquierda (la UGT). Llegó a dimitir y preparó el retorno al orden constitucional. Está enterrado en la Basílica de la Merced, en Jerez de la Frontera, su ciudad, siguiendo su voluntad. Ningún otro se fue por las buenas.
Católico, militar, de clase media. En esto Franco parece dar el perfil medio, pero, en realidad, es bastante singular. Ningún otro tiene esas características. Antonescu se le podría parecer, pero era mucho más cercano a la élite social y mucho más fascista. Pétain se le parece un poco, pero era campesino (y un conquistador de ojos azules). Los católicos o eran mujeriegos y con una punta más liberal o fueron civiles, o ambas cosas. Una relación tan buena con la Iglesia solo la tuvo Pavelic, pero era civil y capaz de mandar matar solo por razones étnicas. (Al final dejo un cuadro con notas para perfiles, por si les ayuda).
Los visitantes. A España vino Ante Palevic -huyendo de Argentina, donde lo encontraron los agentes de Tito- y nos sacaron cantares: “En Madrid hay una tumba de oro y en ella descansa Pavelić, caudillo de todos los croatas. Levántate Pavelić, por ti moriremos todos”, esto se cantaba en Croacia en 1991, celebrando la independencia. Por cierto, su segundo descansa en Carcaixent (“Don Vicent, era una persona integrada”), no va estar todo lo malo siempre en Madrid. Pero también vino Leon Degrelle (fundador del partido rexista, condenado a muerte en 1945, muerto en Benalmádena en 1994), Vintila Horia (condenado a cadena perpetua en Rumanía, donde había sido ministro de educación), los ministros Gabolde (justicia) y Bonnard (educación) de Vichy, condenados a muerte en ausencia, pero muertos en Barcelona (1972) y Madrid (1968) respectivamente. También vino el siniestro Laval, jefe de gobierno de Vichy, pero este fue el único que Franco sí entregó a Francia, donde fue ejecutado. Luego hubo una ración de nazis alemanes ocultos, pero eso no sé si comparativamente se puede decir que fueran muchos. Más tarde vino a recibir su última sepultura Trujillo, con su siniestra familia, y se exilió Perón, (aunque este no hizo los honores de descansar aquí, por un tiempo nos dejó atrás el cadáver momificado de su señora, que sufrió aventuras mil, nivel cuarto milenio). En fin, que te haces una idea.
Cadáveres robados. Pétáin, que había sido héroe de Francia y después deplorable colaborador con el régimen Nazi, enfermó y murió en la cárcel en 1951, a la edad de 95 años. Está enterrado en un cementerio cercano a la prisión. En 1973 robaron el ataúd para exigir que fuera enterrado con los caídos de Verdún. Lo volvieron a enterrar en el mismo sitio, con una corona (anémonas y mimosas) mandada por el presidente Pompidou. En realidad, no fue ni el primero ni el último presidente en mandarle flores en alguna ocasión, pero Mitterrand le enviaba rosas todos los años . El cadáver de Mussolini sufrió una larga peripecia, execrado de diversas formas y enterrado en una tumba anónima en 1945, fue robado en 1946 por miembros del partido fascista al no ser escuchada su demanda de sepultura y estuvo oculto en la Cartuja de Parma; finalmente fue devuelto con la promesa firme de poder enterrarlo; se le hizo otro examen identificativo y en 1957 se le dio sepultura en un pequeño mausoleo en su pueblo, donde algunos lo veneran. Con todo este trasiego, se han llegado a vender trozos de su cerebro en e-Bay. La wiki italiana lo cuenta muy bien .
Momias. El culto a la personalidad es instituido por los sucesores, salvo en los casos más rematadamente locos. Se sabe bien que Lenin deseaba ser enterrado con su madre en San Petersburgo, y que Mao quería ser incinerado. También Ho Chi Minh. Pero ahí están los tres expuestos como mariposas detrás de un cristal. Cuando Mao se murió habían roto con los soviéticos y la técnica se la tuvieron que pedir a los vietnamitas, de ahí que mencione a Ho, pero momias ha habido bastantes más.
Mausoleos previstos (el Valle de los Caídos) e imprevistos (casi todos los demás). Tengo la impresión de que Franco es el único dictador (dejando de lado Corea o sitios así) que manifestó su deseo expreso de tener una tumba monumental, construida durante su vida. Si alguien puede confirmar o corregir este dato, lo agradecería (*ver addenda). Los mausoleos se han construido siempre después de muerto el dictador, creo que con la sola excepción del Valle de los Caídos. Esto vale para Turquía, Rusia, México o China. Además, el Valle es el más grande de todos.
Traslados. El único dictador cuyos restos se han movido de una tumba ostentosa a un lugar menos solemne ha sido Stalin y, en breve, el segundo será Franco. Stalin reposó embalsamado en el mausoleo de la Plaza Roja junto a Lenin de 1953 a 1961, cuando Jrushchov vio el momento de moverlo a una tumba lisa en la necrópolis del Kremlin. En 1970, en plena involución brezhnevista le añadieron un busto, y así puede visitarse en la actualidad. Al final fue Jrushchov el que salió del Kremlin para siempre: es el único líder soviético que no está enterrado en su famosa muralla. En compensación, tiene una de las tumbas más interesantes que se pueden tener.
Algunas regularidades de cara a la muerte. Los dictadores que mostraron suficiente proclividad anti-alemana sufrieron poca o ninguna represalia incluso al ser depuestos, y tienen tumbas dignas- no digo necesariamente honores- en Austria, Hungría, Rumanía o donde corresponda, mientras que los filonazis y colaboracionistas fueron represaliados y, en general, son los peor recordados. Como Hungría es un caso mixto sirve de prueba de tornasol: solo los mandatarios pro-alemanes fueron duramente represaliados. (4)
Padres de la Patria. Otra regularidad obvia es que los dictadores “padres de la patria” tienen muy buenas tumbas, y a esa categoría se asimilan, tal vez, los comunistas soviéticos y, en general, muchos dictadores orientales y postcoloniales (las tumbas de ese lado del mundo son capítulo aparte). Quizá el modelo más puro es el de Kemal, cuyo sucesor supo convertir su personalidad en un culto de masas. (Nada blanquea tanto como el nacionalismo, y eso que otros se esfuerzan, y ahí están los “Tres Pachás” responsables del genocidio armenio en el monumento a la libertad de Estambul; o, a un plano muy distinto, la colección de enemigos recíprocos reunidos para su reposo en el Monumento a la Revolución de México).
Tal vez Franco se vio a sí mismo de esta forma, como un padre de la patria, pero, por si acaso, invirtió los términos, y no esperó a que ningún sucesor mandara construir un mausoleo y convocara a las multitudes, sino que se inventó un culto a un supuesto precursor, José Antonio, y se hizo un hueco detrás. No quiso dejar en nuestras manos la institución del culto y el boato adecuado. Supongo que sabía que no iba a ser un clamor unánime.(*)
(*) Addenda 17h: Algunos lectores amablemente hacen notar que no consta que Franco deseara estar enterrado en ese lugar y me piden una referencia textual. Me disculpo por haberme dejado llevar en esto por mi memoria, pero los hechos concuerdan con ella. El hoyo tras el altar se preparó para este fin al construirse el templo (aunque no estuviera “listo” del todo, no se improvisó, como se ha escrito en algún medio), consta que lo supiera su jefe de Gobierno y, según Preston, Franco lo había mencionado en conversación. Y a los niños nos dijeron que era un gesto de humildad de Franco escoger la parte de atrás del altar, cediendo la primera posición a José Antonio. Con todo esto, sigue siendo posible que la voluntad de Franco fuera la de ser inhumado en otro sitio, pero eso tampoco consta ni existió ningún otro preparativo, por lo que es muy poco probable. También puede ser que nunca pensara en ello, pero eso resulta aún menos probable. Simplemente, no lo dejó por escrito, lo que no es tan extraño, pero es algo que debería haber precisado.
Algunas características.
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(1) Aunque en Europa hubo solo dos intentos revolucionarios culminados (Baviera y Hungría), además de la situación “pre-revolucionaria” en Austria y algunas escaramuzas en otros lugares, España incluida, el miedo al comunismo, soviético o autóctono, fue uno de los grandes estandartes de los dictadores modernos. El listado excluye a los de muy corta duración, a algunos suplentes -las casas reales son un lío- a algunos subordinados...
(2) Cosa que se demostró difícil, especialmente después de 1935 (cuando Italia pide ayuda a Alemania en África) y liquidada en 1943, con la República de Saló en plena complicidad con los crímenes nazis.
(3) Mussolini puede que fuera responsable de una forma u otra de muchas más muertes en África o en los frentes de guerra europeos, o que fuera cómplice de las deportaciones y asesinatos perpetrados por alemanes, pero enemigos políticos fusiló a muy pocos en comparación (algunos dicen docenas, otros lo suben a 400) y a lo largo de muchos años. No conozco el dato de a cuántos alemanes no judíos mató el régimen de Hitler, y seguro que fue mucho más duro que el italiano (pocos comunistas salieron de los campos alemanes; mientras que Gramsci escribió sin ocultarse -con un censor- una obra capital en la cárcel fascista, y daba charlas políticas que se conocen por la memoria de comunistas y socialistas que salían tras penas menores). Me pregunto si Hitler alcanzaría los cien mil muertos alemanes por motivos de oposición contra su régimen, que es lo que los juicios más severos atribuyen al régimen franquista. Hitler mató a muchos más, pero no por ser enemigos políticos.
(4) Horthy había estado muy implicado en el terror blanco contra la Comuna de Bela Kun y, siendo militar de carrera, se le ofreció la corona a título de Regente. Su gobierno siguió una estrategia mixta y tuvo 8 primeros ministros entre 1933 y 1944, unos más colaboracionistas con los alemanes y otros menos. Cuando fue depuesto finalmente por los alemanes le sucedió un títere filonazi (Szálasi). En la posguerra se fusiló a los dos más pro-nazis (además de a Szálasi) mientras que los otros dos supervivientes, que se les habían opuesto, salieron adelante: uno cómodamente en EEUU (Kállay) y el otro hostigado en Hungría (Lakatos) viviendo como ilustrador de libros hasta que le permitieron emigrar en los 60. Otros dos habían muerto antes del fin de la guerra y uno más se suicidó: Teleki, a quien le erigieron una estatua en Hungría en 2004, por defender la independencia, pese a haber firmado leyes antijudías. Discreta, pero estatua. Horthy murió en Estoril y sus restos se trasladaron en 1993 a un panteón familiar en Hungría.
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