Tras una semana de crisis intensa, el PP se encamina hacia un Congreso Extraordinario que encumbrará a Núñez Feijóo como nuevo líder del partido. Una vez tome pleno control del partido, el gran dilema al que se enfrentará es qué estrategia ha de seguir el PP cuando tiene a Vox pisándole los talones en las encuestas. En este aspecto, el liderazgo de Pablo Casado ha sido errático y la posición del partido no ha sido clara. Ha oscilado entre llegar a acuerdos para permitir, desde fuera, gobiernos en diversas Comunidades Autónomas y el discurso duro frente a Vox en la moción de censura que presentaron los de Abascal. El dilema de Feijóo, además, no pasa solo por qué decisión tomar respecto a los pactos con Vox, como ya analizó Pedro Riera aquí la semana pasada, sino más en general sobre si el PP, para contrarrestar la subida en las encuestas del partido de Abascal, debe endurecer su perfil o, por el contrario, presentarse, como hace el PP en Galicia, como un partido moderado.
Dado que este dilema surge en un momento en que el PP goza de un apoyo reducido, podemos hacer una comparativa entre los ciudadanos que votaron al PP en las pasadas elecciones de 2019 y hoy seguirían haciéndolo con los que lo votaron y hoy no declaran un voto al PP para arrojar luz sobre esta cuestión.[1]
Un primer vistazo a los datos muestra que el PP tiene un problema muy importante de fuga de voto hacia Vox, como ya se ha venido acreditando desde hace tiempo. Si miramos la última encuesta disponible del CIS (barómetro de febrero de 2022), un 40% de los votantes que han abandonado al PP hoy declaran voto o simpatía por Vox. Esta es la opción más citada con mucha diferencia. Un 18% declaran que hoy no votarían y solo un 8% optarían hoy por Ciudadanos.
No obstante, determinar que la mejor estrategia para el PP de Núñez Feijóo es reforzar el perfil derechista del PP podría ser una conclusión apresurada. En primer lugar, si bien las fugas del PP son mayoritariamente a Vox, cuando realizamos este análisis se suele obviar que el PP de 2019 ya parte de una posición menguada en la que, además, Ciudadanos todavía era un partido importante. La caída de Ciudadanos deja un margen de crecimiento importante para el PP en el centro que si bien no son votantes que les hayan abandonado desde 2019, son, muchos de ellos, votantes potenciales del PP. Un 48% de los indecisos se sitúan ahora mismo en el centro de la escala ideológica y un 20% en las posiciones naturales del PP en la derecha (del 6 al 8 en la escala del CIS). Solo los indecisos de centro ya son más numerosos que los exvotantes del PP que ahora se decantarían por Vox. Por tanto, recuperar relevancia dentro de los indecisos parece una estrategia electoralmente al menos tan rentable como recuperar las fugas a Vox.
En segundo lugar, cuando realizamos un análisis más detallado del perfil de los votantes que a día de hoy abandonarían al PP frente a los que permanecen fieles, comprobamos que existen muy pocas diferencias. El perfil del votante que permanece leal es de edad ligeramente mayor (40 años de media, frente a 37 años de los que abandonan) y un poco más religioso (el 20% acude a misa todos los domingos frente al 17%). Pero en general las diferencias sociodemográficas son pequeñas. No hay un patrón claro de que sea un segmento social muy específico el que haya abandonado al PP. Más importante aún, no hay evidencia de que los votantes que se fugan sean ni más extremos ni más ideológicamente de derechas. En el siguiente gráfico se muestra la distribución ideológica de los fieles al PP y de las fugas. Es tal vez sorprendente comprobar que los que han abandonado al Partido Popular tienen, si acaso, un perfil ideológico más moderado que los que se han quedado. Más de un 30% se declaran de centro, situándose en la categoría del 5 en la escala ideológica del CIS (donde el 1 es la extrema izquierda y el 10 la extrema derecha). Esto puede ser porque en la escala ideológica el centro funciona también como categoría residual de los que no tienen una ideología clara, pero esto seguiría indicando que, si bien los que han abandonado al PP no son más moderados ideológicamente, simplemente tienen un perfil ideológico menos marcado y claro.
Por último, hay pocas diferencias también en términos de las preferencias políticas. En el barómetro de octubre de 2021 del CIS, se presentó a la ciudadanía una serie de políticas y se le preguntó si consideraban que se destinaban demasiados recursos, los recursos justos o demasiado pocos recursos a las mismas. En general, las posiciones son muy parecidas y, tal vez, solo destaca que los que han abandonado al PP consideran en mayor medida que se gasta poco en Defensa.
Estos datos arrojan algo de luz sobre qué puede hacer Feijóo. La tentación de tapar la salida de votos a Vox adquiriendo un perfil más ideológico y de derecha puede, a priori, parecer razonable. En cambio, un análisis algo más detallado no muestra que los votantes que durante el liderazgo de Casado han abandonado al PP sean ni más ideológicos ni tengan un perfil marcadamente distinto. La estrategia de Feijóo puede tener más rendimiento a largo plazo si, teniendo en cuenta la caída de Ciudadanos, consigue unir a una parte importante de los votantes que han abandonado el partido y que tienen posiciones menos extremas con el espacio que Ciudadanos deja libre en el centro.
[1] Para hacer esta comparativa utilizo la categoría de recuerdo de voto de las encuestas del CIS y comparo los que muestran intención de voto o simpatía por el PP frente a los que no.
Tras una semana de crisis intensa, el PP se encamina hacia un Congreso Extraordinario que encumbrará a Núñez Feijóo como nuevo líder del partido. Una vez tome pleno control del partido, el gran dilema al que se enfrentará es qué estrategia ha de seguir el PP cuando tiene a Vox pisándole los talones en las encuestas. En este aspecto, el liderazgo de Pablo Casado ha sido errático y la posición del partido no ha sido clara. Ha oscilado entre llegar a acuerdos para permitir, desde fuera, gobiernos en diversas Comunidades Autónomas y el discurso duro frente a Vox en la moción de censura que presentaron los de Abascal. El dilema de Feijóo, además, no pasa solo por qué decisión tomar respecto a los pactos con Vox, como ya analizó Pedro Riera aquí la semana pasada, sino más en general sobre si el PP, para contrarrestar la subida en las encuestas del partido de Abascal, debe endurecer su perfil o, por el contrario, presentarse, como hace el PP en Galicia, como un partido moderado.
Dado que este dilema surge en un momento en que el PP goza de un apoyo reducido, podemos hacer una comparativa entre los ciudadanos que votaron al PP en las pasadas elecciones de 2019 y hoy seguirían haciéndolo con los que lo votaron y hoy no declaran un voto al PP para arrojar luz sobre esta cuestión.[1]