Las elecciones en el País Vasco y Galicia del próximo domingo son el primer escenario electoral en el que evaluar los efectos de la crisis sanitaria y económica abierta por el coronavirus. Muchos se preguntan en qué medida el destino en las urnas de Feijóo y de Urkullu estará vinculado a los acontecimientos de los últimos meses y si acabarán condicionando el desenlace de la legislatura. La respuesta es que los vientos desatados por el coronavirus parecen soplar a favor de los partidos en los gobiernos autonómicos.
Tres son los motivos que juegan a favor de los partidos que gobiernan en el País Vasco y Galicia:
1) El Estado de alarma y la centralización de las decisiones
Encontramos que el Estado de Alarma ha neutralizado en gran medida el efecto que una valoración retrospectiva (qué ha hecho el gobierno de Urkullu y el de Feijóo en la gestión de la crisis sanitaria en su territorio) hubiera podido tener sobre el voto. Aunque la incidencia del coronavirus ha sido desigual entre territorios, la centralización de las decisiones en el Ministerio de Sanidad ha situado a las comunidades autónomas en un segundo plano, así que apenas ha habido espacio para una gestión autonómica diferenciada. Esto no significa que la opinión pública haya olvidado de repente que los gobiernos autonómicos gestionan la sanidad o los servicios sociales (en abril de 2020 un 69,4% de los ciudadanos en el País Vasco y un 54,7% de los de Galicia creían que la principal administración responsable de la sanidad era el gobierno autonómico), sino que han asimilado que el principal responsable de esta crisis ha sido el gobierno central (un 48,9% de la opinión pública en Galicia y un 56,7% en el País Vasco creían que el gobierno central era el principal responsable de la gestión del coronavirus en sus territorios, de acuerdo con una encuesta on-line realizada por Netquest el pasado mesde abril, a partir de una muestra de 2.611 individuos, ponderada por género, edad y región).
2) Buena valoración previa de la gestión gubernamental
Si pensamos en una valoración prospectiva (quién es el mejor partido para afrontar los efectos económicos que se derivan de la pandemia) tanto Urkullu como Feijóo contaban con liderazgos sólidos y con una valoración positiva de su gestión en el gobierno antes de la llegada de la pandemia, lo que les sitúa en una buena posición para que los ciudadanos renueven su confianza en estos gobiernos a la hora de liderar la crisis económica que se deriva de la pandemia. En abril de este año, la confianza que generaba el gobierno autonómico en todas las comunidades autónomas era más elevada que la que generaba el gobierno central, y era especialmente alta en Galicia y en el País Vasco.
3) Sesgos ideológicos en la lectura de lo que ha ocurrido
La crisis sanitaria y económica ha sido devastadora. Pero la profundidad de sus efectos no suaviza el peso de los sesgos ideológicos de la opinión pública a la hora de asignar responsabilidades y explicar los problemas en la gestión. En consecuencia, el potencial de transformación de una crisis como la de la covid-19 se aminora cuando la lectura de los hechos pierde transversalidad. Por ejemplo, en abril se les preguntó a los ciudadanos por los principales problemas en la gestión del coronavirus. Hemos clasificado los 7 posibles problemas que se les ofrece en el cuestionario* en tres grupos: los que no indican claramente un culpable (o “factores neutros”), los que atribuyen el problema a las CCAA y los que atribuyen el problema al gobierno central. Si cruzamos las respuestas con la intención de voto, los sesgos son evidentes: los votantes socialistas y los de Unidas Podemos son más proclives a señalar factores “neutros” o a las comunidades autónomas (esto último especialmente si son votantes que viven en comunidades autónomas gobernadas por el PP); mientras que los votantes del PP señalan con mayor frecuencia factores que culpabilizan al gobierno central (ver tabla 1).
En definitiva, los efectos de la pandemia sobre los resultados de las próximas elecciones autonómicas no parece que puedan canalizarse ni a través de la valoración retrospectiva (qué ha hecho mi gobierno en la gestión de la crisis), ni de la prospectiva (cuál es el partido mejor situado para abordar los problemas que deja la pandemia). En ninguno de estos casos la crisis del coronavirus parece suponer una fuente de preocupación para la supervivencia en el poder de Urkullu y Feijóo. Todo indica que, si el coronavirus tiene efecto alguno sobre los resultados de las elecciones del próximo domingo, será a través de su incidencia sobre la participación electoral.
Las elecciones en el País Vasco y Galicia del próximo domingo son el primer escenario electoral en el que evaluar los efectos de la crisis sanitaria y económica abierta por el coronavirus. Muchos se preguntan en qué medida el destino en las urnas de Feijóo y de Urkullu estará vinculado a los acontecimientos de los últimos meses y si acabarán condicionando el desenlace de la legislatura. La respuesta es que los vientos desatados por el coronavirus parecen soplar a favor de los partidos en los gobiernos autonómicos.
Tres son los motivos que juegan a favor de los partidos que gobiernan en el País Vasco y Galicia: