La carta abierta de Manuela Carmena e Íñigo Errejón plantea una situación extremadamente interesante y también una serie de interrogantes relativos a la competición política en la izquierda sobre los que merece la pena reflexionar.
En los últimos cinco años, el sistema de partidos español ha experimentado un grado de volatilidad parecido solamente al que tuvo lugar entre las elecciones generales de 1979 y las de 1982, que constituyeron un verdadero terremoto electoral y supusieron la liquidación de la entonces gobernante UCD. Esta volatilidad ha venido de la mano de un fraccionamiento progresivo del sistema de partidos, con la aparición sucesiva de nuevos contendientes en la izquierda (Podemos desde las elecciones europeas de 2014), la derecha (Ciudadanos desde las generales de 2015) y de nuevo en la derecha (Vox en las andaluzas de diciembre de 2018, con una clara proyección nacional). Ahora, una nueva brecha se abre en la izquierda con el reto que, indudablemente, le está presentando Ahora Madrid a Podemos.
Tras treinta años de bipartidismo imperfecto (1982-2011), la posibilidad de una competición con tres grandes contendientes en cada bloque (PP, Ciudadanos y Vox en la derecha; y PSOE, Podemos y Ahora Madrid más otras confluencias en la izquierda) habría parecido ciencia ficción un tiempo atrás, pero ¿quién habría predicho que Cataluña sería objeto de la aplicación del artículo 155 o que Pedro Sánchez acabaría siendo presidente del gobierno? La política española muta a gran velocidad, y quizá resultaría interesante contar con casas de apuestas sobre desarrollos políticos, pero esa es otra historia que quizá merezca ser contada en otra ocasión.
Volvamos a la carta de Carmena y Errejón y a lo que supone para la competición electoral en la izquierda. Más allá de su dimensión más personal, de la relación entre líderes como Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, esta carta ha sido interpretada por algunos analistas como el pistoletazo de salida de una nueva opción política en la izquierda, que definiría tres bloques u opciones posibles en este campo ideológico: el PSOE (socialistas o socialdemócratas tradicionales), el Podemos post-Vista Alegre 2 (marxistas o comunistas, de la mano de IU) y Ahora Madrid (asimilables, en cierta manera, a los verdes de distintos países europeos, de la mano de Compromís, En Marea y otras confluencias). Así, por ejemplo, se podría decir, con las debidas salvaguardas, que el PSOE es al SPD lo que Unidos Podemos es a Die Linke y Ahora Madrid a die Grünen, si hiciésemos la comparación con Alemania.
La siguiente figura muestra, según el recuerdo de voto en las elecciones generales de 2016, dónde se ubican los electores de Unidos Podemos, PSOE, Ciudadanos y PP en función de las diez categorías ideológicas que el CIS presenta como opciones de respuesta. Así, los votantes del PP se autodefinen mayoritariamente como conservadores, los del PSOE como socialistas, los de Unidos Podemos entre progresistas, socialdemócratas y socialistas y los electores de Ciudadanos como conservadores, liberales y progresistas. De esta forma, y aunque las bases electorales de los partidos hayan podido cambiar mucho desde que se celebraron las elecciones, parecería, tal y como apunta la Figura 1, que hay espacio para que un partido entre en las dimensiones de ecologista y feminista, puesto que hasta ahora no parecen pertenecer a ninguna de las cuatro formaciones principales.
Figura 1. Votantes e ideología en las elecciones generales de 2016
Así, y dado que los partidos verdes no han tenido tradicionalmente mucho recorrido en España, cabría anticipar que la apuesta de Ahora Madrid podría ser flor de un día, con escasos visos de éxitos perdurables a nivel nacional en nuestro país. No obstante, esta interpretación podría ser precipitada. Es importante aclarar que el presunto paralelismo de Ahora Madrid (y otras confluencias) con los verdes no tiene tanto que ver con su defensa de temas relacionados con el medio ambiente o el cambio climático, sino con su carácter más transversal y en todo caso menos escorado a la izquierda que su hasta ahora socio Unidos Podemos. Como explica Luis Cornago en un artículo reciente, los verdes “se nutren a menudo de un electorado con un nivel educativo alto, urbano y valores marcadamente cosmopolitas, que se manifiesta en posiciones favorables a la inmigración y la integración europea”. A buen seguro, una parte importante del electorado de izquierdas en Madrid (pero también en Barcelona y Valencia) encaja bien con este perfil, y podría sentirse atraído por opciones como Ahora Madrid, En Comú Podem o Compromís.
¿Hay, entonces, espacio para un partido de estas características en España? Por una parte, la observación de la evolución del voto en varios países vecinos sugiere que sí. Como apuntan José Rama y Carlos Fernández Esquer, estamos ante un resurgir de los partidos verdes en distintos países, entre los que cabe mencionar Alemania, Luxemburgo y Bélgica. Por otra parte, como argumenta de nuevo Carlos Fernández Esquer, esta vez acompañado de José Ramón Montero, en algunas circunscripciones no hay espacio para tantos partidos. En efecto, tomando datos de 2016, en las elecciones generales había dos circunscripciones de un escaño (Ceuta y Melilla), una de dos (Soria), ocho de tres; diez de cuatro, y siete de cinco: en total, 28 circunscripciones en las que, simplemente, es imposible que seis partidos puedan obtener representación. Es decir, en la mayoría de estas 28 circunscripciones, no hay espacio para tres partidos de izquierdas. A medio plazo, ello implicará inevitablemente una de las siguientes opciones: o bien la integración de perspectivas diversas dentro de alguna de ellas, o bien la absorción de unas por parte de otras, o bien la eliminación electoral de alguna de ellas (una cuarta posibilidad sería la especialización territorial de distintos partidos). En otras palabras, así como los votantes, en función del tipo de elección y según nuestro distrito electoral, podemos optar por maximizar nuestro voto (hacemos voto estratégico), los partidos deberán hacer lo mismo y coordinarse electoralmente en aras de que los votantes no desperdicien su voto.
Todo esto nos llevaría a nuestra consideración final. Las elecciones municipales, autonómicas y europeas pueden servir para definir cuáles de las opciones serán percibidas por los electores como más relevantes. Por ello, el órdago de Carmena y Errejón va mucho más allá de Madrid: su eventual victoria allí puede alterar de forma significativa el mapa electoral para las generales. Por el momento, y a falta de que los ciudadanos se expresen, ya han recibido dos espaldarazos iniciales: el apoyo de En Marea, y la ruptura de IU con Podemos en Madrid.