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Felipe VI, ¿una monarquía de todos?

El pasado miércoles se celebró el quinto aniversario de la abdicación de Juan Carlos I y el acceso al trono de su hijo, Felipe VI. En las tertulias políticas de esta semana se ha puesto encima la mesa la siguiente pregunta: ¿ha conseguido Felipe VI reflotar el crédito de la Corona? Lamentablemente, desde una perspectiva demoscópica es difícil abordar esta cuestión con rigor pues el CIS dejó de preguntar por la Monarquía en abril de 2015, justo un año después de que Felipe de Borbón accedía al trono. Los datos del CIS no nos ayudan a analizar con detalle la popularidad del monarca actualmente, pero sí muestran una tendencia muy preocupante para la institución: el paso de una monarquía de consenso a una monarquía percibida cada vez más como de parte. 

Durante mucho tiempo, el reinado de Juan Carlos I gozó de una gran popularidad entre la opinión pública española. La serie del CIS que pregunta sobre la confianza en esta institución arranca en marzo de 1994. En ese año, la Corona recibía una nota de 7,4 sobre 10, erigiéndose como la institución mejor valorada, por encima del parlamento, el gobierno, las fuerzas armadas, la administración publica o el defensor del pueblo. Además, el rey Juan Carlos I gozaba de la confianza tanto de la izquierda como de la derecha. Se trataba de una institución que contaba con un elevado consenso entre los españoles. 

Sin embargo, el crédito de Juan Carlos I se deterioró muy considerablemente a partir de 2011, alcanzando sonados suspensos por debajo del 4 sobre 10. En cierto modo la creciente desconfianza con la monarquía estaba en sintonía con los tiempos. Fueron años en el que la crisis política arrastró la popularidad de la mayoría de instituciones y de actores políticos a mínimos históricos. Aún con ello, la caída de popularidad de la monarquía fue particularmente acusada y dejó de ser la institución mejor valorada, quedando por detrás de las fuerzas armadas, la policía, el defensor del pueblo o los medios de comunicación. 

La llegada de Felipe VI logró revertir el descrédito que sufría la Corona: tras un año de reinado, la confianza con la institución pasó de 3,7 al 4,3. Se trata de un aumento considerable a pesar de que aún se mantuviera en la zona de suspenso (como, por otra parte, ocurría con la totalidad de las instituciones exceptuando los cuerpos de seguridad del Estado). Aun así, no sabemos si tal aumento respondió realmente a un verdadero cambio de tendencia o en un mero efecto “luna de miel” típico cuando se produce una renovación, pues el CIS dejó de preguntar por esta institución justo ese año. 

Si bien el CIS es una herramienta precaria para valorar la situación de la Corona en la actualidad, sí nos permite observar una tendencia clara hasta 2015: la monarquía se percibe cada vez más una institución “de parte”. Es cierto que los españoles conservadores siempre han valorado mejor a la monarquía que los de izquierdas. Sin embargo, en los últimos años las diferencias entre derecha e izquierda aumentaron de forma muy acusada. El gráfico de abajo muestra de forma clara cómo se han polarizado las preferencias por la monarquía en nuestro país. 

 

El gráfico muestra la evolución de la confianza en la Corona según ideología. Los datos indican que se ha producido un proceso de polarización, pues la distancia entre la derecha y la izquierda se ha duplicado entre el período 2006-2016. Si bien en la década de los 90 las diferencias eran mínimas o incluso imperceptibles, en 2015 las distancias ya eran considerables, especialmente si comparamos la extrema derecha y la extrema izquierda. Y lo más importante, en términos de polarización, no se produjo un efecto “luna de miel” con la llegada de Felipe VI, pues entre 2014 y 2015 las diferencias entre izquierda y derecha aumentaron. 

Así pues, los datos del CIS muestran un claro proceso de polarización de las opiniones sobre la monarquía hasta 2015. El importante consenso que gozaba la institución en la década de los 90 se ha ido desvaneciendo en las últimas décadas y el primer año de reinado de Felipe VI no ayudaron a revertir esa tendencia. La abdicación de Juan Carlos I ayudó a que la confianza con la Corona se recuperara, pero el aumento de popularidad se produjo muy en particular entre el electorado conservador, como se muestra en siguiente gráfico. 

 

En definitiva, existen indicios de que la monarquía ha ido perdiendo el consenso del que gozaba en el pasado y progresivamente se ha ido convirtiendo en una monarquía de parte. Se trata de una tendencia que, sin duda, debería preocupar, y mucho, a quienes consideran que la monarquía es una herramienta útil y necesaria para fomentar la unidad de todos los españoles.

El pasado miércoles se celebró el quinto aniversario de la abdicación de Juan Carlos I y el acceso al trono de su hijo, Felipe VI. En las tertulias políticas de esta semana se ha puesto encima la mesa la siguiente pregunta: ¿ha conseguido Felipe VI reflotar el crédito de la Corona? Lamentablemente, desde una perspectiva demoscópica es difícil abordar esta cuestión con rigor pues el CIS dejó de preguntar por la Monarquía en abril de 2015, justo un año después de que Felipe de Borbón accedía al trono. Los datos del CIS no nos ayudan a analizar con detalle la popularidad del monarca actualmente, pero sí muestran una tendencia muy preocupante para la institución: el paso de una monarquía de consenso a una monarquía percibida cada vez más como de parte. 

Durante mucho tiempo, el reinado de Juan Carlos I gozó de una gran popularidad entre la opinión pública española. La serie del CIS que pregunta sobre la confianza en esta institución arranca en marzo de 1994. En ese año, la Corona recibía una nota de 7,4 sobre 10, erigiéndose como la institución mejor valorada, por encima del parlamento, el gobierno, las fuerzas armadas, la administración publica o el defensor del pueblo. Además, el rey Juan Carlos I gozaba de la confianza tanto de la izquierda como de la derecha. Se trataba de una institución que contaba con un elevado consenso entre los españoles.