Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
En fechas en que forma un nuevo gobierno en España, es importante recordar un importante desafío de política pública: abordar la situación económica y las dificultades de emancipación de las generaciones más jóvenes.
16 de noviembre de 202311:17 h
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Los jóvenes que se han ido incorporando a la vida adulta en los últimos quince años se han enfrentado a desafíos económicos significativos. Desde la Gran Recesión de 2008, la crisis de deuda pública, la pandemia de COVID-19, y más recientemente, los efectos económicos de la invasión rusa de Ucrania en 2022, estos jóvenes han ido accediendo a la educación superior y al mercado laboral en un entorno volátil y de fragilidad económica constante. En países como el nuestro, además, esto ha ocurrido en un entorno con mecanismos de distribución desiguales y con dificultades para ofrecer oportunidades y protección a sus jóvenes, exacerbando las desigualdades ya existentes.
Esta semana se ha publicado un informe de Esade Ec Pol y la Fundación Friedrich Naumann Madrid realizado por Jorge Galindo y yo mismo donde analizamos cuál es el legado de estas crisis en la generación de jóvenes que ha transitado a la vida adulta en estas condiciones. En el estudio repasamos las percepciones sobre el presente, las expectativas de futuro, la de los jóvenes mediterráneos. Para ello, realizamos una encuesta a jóvenes (definidos como de 18 a 34 años) de siete países: España, Italia, Portugal, Líbano, Marruecos, Túnez y Jordania. Quiero aquí centrarme en cómo evalúan los jóvenes su situación actual y cuáles son sus expectativas de futuro (el resto de cuestiones se pueden consultar en el informe aquí)
Los jóvenes mediterráneos se encuentran en general una situación económica precaria y ajustada, con una educación que no siempre prepara adecuadamente para el mercado laboral y un mercado de trabajo segmentado que limita el acceso a empleos estables y bien remunerados. Esto se refleja en que un porcentaje significativo de jóvenes en países mediterráneos que asegura tener dificultades para cubrir gastos básicos. En países como Portugal y España, casi un tercio de los jóvenes entre 18 y 35 años consideran que tienen una mala o muy mala capacidad para cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda, transporte y energía (gráfico 1). La situación es peor si preguntamos a los jóvenes sobre su capacidad de ahorrar. Entre el 48% (España) y el 70% (Túnez) de los jóvenes, dependiendo del país, considera que no tiene capacidad de ahorro a largo plazo.
Gráfico 1: Evaluación de la capacidad de cubrir gastos básicos
Gráfico 2: Evaluación de la capacidad de ahorrar a largo plazo
Esto se refleja en sus dificultades para la emancipación y el acceso a la vivienda. En los países del sur de Europa y el resto del mediterráneo se refleja una tendencia de independización tardía, con una notable proporción de adultos jóvenes que aún viven en el hogar familiar. En países como Portugal, España e Italia, entre el 23% y el 30% de las personas de 30 a 34 años residen con sus padres, cifras que aumentan mucho en el resto de países. Específicamente en España, la mayoría de los jóvenes se independizan alrededor de los 28 años.
Cuando preguntamos a los jóvenes sobre esa emancipación tardía, la atribuyen en gran medida a la falta de ingresos y la falta de estabilidad laboral. En España, más de dos tercios de los jóvenes afirman que la insuficiencia de ingresos es una barrera significativa para no emanciparse, una percepción compartida por la mayoría en Portugal e Italia (aunque en menor medida en Túnez, Líbano y Marruecos donde razones personales y familiares parecen tener más peso).
Cuando se emancipan, el alquiler es la opción predominante para los jóvenes. Sin embargo, para aquellos que consiguen acceder a una vivienda en propiedad, la ayuda familiar es crucial. En España, un 65% de los jóvenes recurren a esta ayuda, lo que nos está indicando que las desigualdades sociales ya existentes se hacen presentes en estos hitos fundamentales de nuestra vida. Serán las personas de familias con mayores recursos las que tendrán más capacidad de que su familia los ayude, profundizando las brechas ya presentes.
Gráfico 3: Financiación de la compra de vivienda
De hecho, la capacidad de ahorro se vincula directamente con la posibilidad de emancipación y adquisición de vivienda propia, especialmente en los países europeos. Aproximadamente seis de cada diez jóvenes que aún viven en casa en España, Italia o Portugal califican la falta de ahorros como un factor importante que les impide independizarse y comprar su propia casa.
A pesar de las dificultades a corto plazo, es interesante resaltar que solo una minoría de jóvenes en estos países considera poco o nada probable poder comprar una vivienda en la próxima década. Además, las diferencias entre jóvenes de distinto nivel educativo en cómo evalúan la situación que están muy patentes en el corto plazo desaparecen cuando preguntamos por sus expectativas a largo plazo (gráfico 4).
Gráfico 4: Expectativas de emancipación por nivel educativo y horizontes temporales
Esto indica una desconexión entre las expectativas a corto y largo plazo, sugiriendo que los jóvenes, a pesar de su situación presente, tienen un optimismo subyacente, una expectativa de que sus condiciones económicas cambien. Este optimismo, en contraste con la realidad actual, explica por qué los jóvenes no han terminado de consolidarse como un actor político cohesionado y con capacidad de ejercer presión política para que las políticas públicas atiendan más su situación. Si los jóvenes entienden su precariedad como transitoria y a largo plazo aspiran a mejorar, probablemente su capacidad o voluntad de demandar políticas que mejore su realidad presente será menos articulada.
¿Cómo cerrar la brecha entre evaluación del presente y expectativas sobre el futuro? Esta situación nos lleva a la necesidad de plantear políticas que faciliten la inserción de los jóvenes y su acceso a las oportunidades. La necesidad de mejorar los mercados laborales para darles estabilidad y expandir las oportunidades de aprendizaje son fundamentales. La inversión en capital humano y la mejora de la formación profesional facilitará la integración de los jóvenes en el mundo laboral.
Paralelamente, el apoyo económico inicial es fundamental. Se requieren medidas que proporcionen seguridad financiera a los jóvenes, como prestaciones para los de hogares con bajos ingresos, posibilidades de acceso a préstamos y la creación de fondos y dotaciones que permitan a los jóvenes invertir en su futuro, ya sea para contingencias extraordinarias, como la compra de una vivienda, o el emprendimiento.
En resumen, es urgente iniciar una estrategia clara que no sólo mejore el acceso de los jóvenes al mercado laboral y su estabilidad, sino que proporcione un colchón financiero para los jóvenes en los inicios de sus carreras profesionales y que facilite su emancipación asegurando que las opciones de vivienda sean accesibles y viables. Estas propuestas no solo atienden a las dificultades inmediatas, sino que también nos acercarán a la construcción de un futuro más próspero y equitativo para la juventud mediterránea.
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