Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
¿Hay margen para una sorpresa en la participación este 23J?
Varios indicadores muestran que la intención de participar en estas elecciones podría estar entre las más altas de los últimos treinta años, aunque las empresas demoscópicas pronostican lo contrario
Si estas fueran unas elecciones normales, esta entrada iría sobre si el 23 de julio estaríamos cerca del máximo histórico de participación. Hay motivos para pensar que podríamos estarlo. Eso fue precisamente lo que hicimos en este blog hace cuatro años. Unos días antes de la elecciones del 10 de noviembre de 2019 nos preguntábamos aquí si se batiría el récord histórico de abstención desde 1977, predijimos que ésta estaría entre el 30% y el 35% y, efectivamente, el récord se batió y la abstención estuvo cerca del 34%. En aquel momento teníamos buenas razones, y datos, para anticipar una participación tan baja. Era la segunda repetición electoral consecutiva y sabíamos que en la anterior había bajado la participación. Además, las solicitudes de voto por correo habían disminuido con respecto a las elecciones de abril de ese mismo año y todavía contábamos con el voto rogado que dificultaba la participación desde el exterior.
Por todas esas razones, se podía adivinar que millones de personas se quedarían en su casa el 10 de noviembre. El dato de abstención declarada en la encuesta preelectoral del CIS anterior al 10 de noviembre así lo atestiguaba. Casi un 12% de entrevistados aseguraban que no votarían, cuando antes de unas elecciones este dato suele estar bien por debajo del 10% en media. En las elecciones de abril de 2019, que tuvieron una participación bastante alta, sólo el 7% de los encuestados aseguraba en la encuesta que no votaría. En las últimas tres décadas la abstención declarada en el CIS ha predicho bastante bien la abstención que después se ha producido el día de las elecciones. Esto no es sorprendente. Se trata de una cuestión que el CIS pregunta a decenas de miles de personas sólo unos días antes de la elección. Aquí no hay cocina, sólo la proyección que hacen las propias personas encuestadas sobre lo que estarán haciendo unos días más tarde.
Si tenemos un indicador adelantado de calidad, y lo podemos complementar con otros indicadores como los mencionados más arriba, ¿qué participación tendremos el 23 de julio? Pues si las elecciones fueran normales, y definiré lo que quiero decir por normal un poco más adelante, la participación debería ser muy alta. El gráfico de más abajo muestra el nivel de abstención declarada en los barómetros del CIS desde hace 30 años. Como he explicado en otras ocasiones, la mayor abstención suele coincidir con el punto medio del ciclo electoral, a partir del cual la población se va activando hasta llegar a un mínimo de abstención declarada justo antes de las elecciones. Esta legislatura ha sido diferente; no ha habido tregua. A partir de mediados de 2021 el indicador ya se sitúa consistentemente por debajo del 10% (como en período preelectoral) y a partir de mediados de 2022 por debajo del 8% (como en período preelectoral de elecciones con participación muy alta). La población no ha dejado de estar muy movilizada en toda la legislatura.
Gráfico
No sólo la movilización era potencialmente alta durante los últimos dos años, sino que conforme se fueron acercando las elecciones de municipales y autonómicas de mayo y, especialmente, las del 23 de julio la abstención declarada ha seguido decreciendo. En el barómetro de mayo era del 7% y en el de julio se sitúa en el 6%. Este dato es el segundo más bajo de la serie, tras el 5,4% de la encuesta preelectoral anterior a la victoria de José María Aznar el marzo de 1996; unas elecciones que tuvieron la participación más alta de los últimos 30 años, situándose por encima del 77%. Si esta fuera una elección normal, ese sería el punto de comparación, y estaríamos afirmando que tenemos datos de sobra para anticipar una participación bien por encima del 75%. Algo que no pronostica ninguna empresa demoscópica.
Por si fuera poco, el voto por correo está desatado y las solicitudes doblan las realizadas en elecciones anteriores. También son las primeras elecciones sin voto rogado desde que éste se instaurara en 2011, lo que debería aumentar la participación de ciudadanos en el exterior. Todo ello aderezado por lo que hizo incrementar la participación en 1996 y lo estaría haciendo ahora: la competición electoral y las dinámicas de polarización. Aquellas elecciones fueron muy ajustadas; el PP ganó al PSOE por un solo punto y si sumamos el porcentaje de votos que sacaron los partidos que apoyaron la investidura apenas sobrepasaba éste el 45%. Casi todas las encuestas muestran hoy que el bloque de la derecha se mueve en un porcentaje sólo algo superior, en torno al 47%. Los bloques y dinámicas son distintos, pero la competición por los apoyos necesarios para formar gobierno es tan elevada como entonces. Por otra parte, cada vez tenemos más evidencia acerca del incremento de la polarización en España y de cómo ésta aboca a un incremento de la participación electoral.
Si estas fueran unas elecciones normales, podríamos estar en máximos de participación, al menos desde mediados de los noventa. Sin embargo, podría no ser así. Cuando escribo estas líneas, las principales empresas demoscópicas estiman una participación algo por encima del 70%, desde luego muy lejos del 77% de 1996 y más en línea con el casi 72% de abril de 2019. Eso no es lo que indican los datos que he mostrado más arriba, pero las elecciones se producen por primera vez a finales de julio, entre olas de calor, con millones de personas fuera de sus domicilios habituales y con un aumento del voto por correo que está poniendo a prueba la logística de nuestro sistema electoral. En estas condiciones tan poco normales, resulta difícil hacer predicciones. Aún así, personalmente sigo pensando que la participación será muy alta. Si acaba estando varios puntos por encima de lo que vienen estimando las encuestas, podremos tener sorpresas durante la noche electoral.
Sobre este blog
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