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Las huellas del conflicto territorial en el País Vasco y Cataluña

16 de noviembre de 2022 22:21 h

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El conflicto territorial en España ha tenido distintos protagonistas a lo largo del tiempo. Durante las dos primeras décadas de la democracia, el terrorismo de ETA situó la principal fractura en el País Vasco. Sin embargo, con la llegada del nuevo milenio, las tensiones fueron trasladándose gradualmente desde el País Vasco a Cataluña. Mientras el fracaso de la reforma del Estatuto vasco (el llamado Plan Ibarretxe) en el año 2005 acabó imponiendo la vía pragmática en el PNV, la aprobación en Cataluña del nuevo Estatuto y la sentencia del Tribunal Constitucional cuatro años después desencadenó el viraje de los principales actores políticos en Cataluña hacia posiciones más radicales. En otoño del 2012, un año después de la disolución de la banda terrorista ETA, Artur Mas abría la vía soberanista en Cataluña, un proceso que culminó en la declaración unilateral de independencia un lustro después.

El lastre del conflicto territorial en la opinión pública vasca y catalana es distinto. Como mostraré a lo largo de los siguientes análisis, la principal huella del conflicto en la opinión pública vasca es el silencio. En Cataluña es la división. Los votantes vascos están menos separados en la manera en la que abordan socialmente o perciben el debate sobre la independencia. Sin embargo, una parte de su población no habla o no quiere hablar de ese tema. En Cataluña esto último ocurre menos, pero las divisiones políticas sobre la cuestión de la independencia son más profundas. Veamos el análisis con los datos de la encuesta de EsadeEcPol e ICIP sobre “Polarización y Convivencia en España”.

En primer lugar, como cabría esperar, el apoyo a la independencia en Cataluña es mayor que en el País Vasco. Mientras un 13% de los vascos se declara “Totalmente a favor” de la independencia, esa cifra aumenta hasta el 31% en Cataluña. El número de “indiferentes” sobre esta cuestión es algo mayor entre los vascos (15%) que entre los catalanes (11%). Además, entre los primeros también es mayor el porcentaje de quienes “prefieren no contestar” a esa pregunta (un 10% de los vascos, frente a un 5% de los catalanes). Esto puede indicar que una parte de la sociedad vasca sigue siendo reticente a expresar su opinión sobre este tema. El sentimiento de falta de libertad para hablar de política ha sido un rasgo característico de la opinión pública vasca (ver Llera et al 2022).

 Gráfico 1. Apoyo a la independencia

En segundo lugar, a primera vista, el estatus del debate independentista en ambos territorios no es muy distinto. Como puede observarse en el Gráfico 2, cuando se pregunta a los ciudadanos si estarían dispuestos a unirse a una conversación sobre el tema de la independencia en el trabajo o entre familiares, tanto en el País Vasco como en Cataluña la mayoría de ellos evitaría el tema en su entorno profesional y también la mayoría se uniría si fuera una conversación entre familiares (los mismos resultados aplican si se tratara de un grupo de amigos), aunque la predisposición a hablar sobre el tema es en ambos escenarios (trabajo y familia) más alta en Cataluña.  El porcentaje de personas que prefiere no contestar sigue siendo algo mayor en el País Vasco que en Cataluña.

Gráfico 2. Disposición a unirse a una conversación sobre la independencia en el trabajo y en la familia.

Sin embargo, aunque los porcentajes generales mostrados en el Gráfico 2 no sean radicalmente distintos, en Cataluña existe una mayor división respecto a cómo los votantes abordan socialmente, en privado y en público, la cuestión sobre la independencia. Como puede apreciarse en los Gráficos 3 y 4, en Cataluña los electorales más favorables a la independencia - Junts y CUP - son también los que más predispuestos están a entrar en el debate si surge el tema de la independencia en una conversación de trabajo o en la familia. En cambio, la mayor parte de los votantes no independentistas prefieren evadir una conversación sobre el tema. En el caso del País Vasco, las diferencias entre votantes no son tan intensas, aunque un porcentaje mucho más alto de quienes no declaran su intención de voto prefieren no contestar a la pregunta (un 60% en el País Vasco frente a un 30% en Cataluña, datos no mostrados).

Gráfico 3. Disposición a unirse a una conversación sobre la independencia en el trabajo, según intención de voto en País Vasco y en Cataluña.

Gráfico 4. Disposición a unirse a una conversación sobre la independencia en la familia, según intención de voto en País Vasco y en Cataluña.

En tercer lugar, existen diferencias importantes entre Cataluña y País Vasco en cómo los ciudadanos perciben la división sobre la cuestión territorial en sus entornos más cercanos. Cuando se les pregunta qué opinan sus parejas, familiares, vecinos, amigos o compañeros de trabajo sobre el tema de la independencia, en Cataluña hay más ciudadanos que creen que sus opiniones son compartidas mayoritariamente en sus círculos profesionales o familiares (Gráfico 5). En el País Vasco, hay más ciudadanos que piensan que su entorno personal o profesional no tienen su misma opinión respecto a la independencia. Sin embargo, un mayor porcentaje de vascos dicen no saber lo que piensan sobre la independencia sus compañeros de trabajo o sus familiares (lo mismo ocurre cuando se les pregunta por sus vecinos, amigos o parejas).

Gráfico 5. Grado de acuerdo con lo que opinas sobre la independencia de tu entorno de trabajo/familiar

Por último, las diferencias entre grupos de electores son, de nuevo, más intensas en Cataluña (Gráficos 6 y 7). Los catalanes más nacionalistas viven —o así lo perciben— en entornos que les dan mayoritariamente la razón sobre la cuestión independentista: quienes votan a Junts o a la CUP creen en mayor medida que el resto (votantes de ERC incluidos) que sus círculos profesionales o familiares piensan mayoritariamente como ellos. No ocurre lo mismo en el País Vasco, donde tanto la percepción general sobre el grado de acuerdo del entorno como las diferencias entre votantes sobre estas percepciones son menores que en Cataluña.

Gráfico 6. En qué medida las personas de tu entorno laboral están en desacuerdo con lo que opinas sobre la independencia.

Gráfico 7. En qué medida las personas de tu entorno familiar están en desacuerdo con lo que opinas sobre la independencia.

En definitiva, los datos indican que en el País Vasco existe menos división en torno al debate independentista, aunque una parte de la población sea más reticente a hablar de ese tema. En Cataluña, en cambio, la fractura entre los ciudadanos es política, y se refleja tanto en la manera en la que abordan socialmente el debate de la independencia como en su percepción del grado de desacuerdo sobre este tema con las personas con quienes conviven. 

El conflicto territorial en España ha tenido distintos protagonistas a lo largo del tiempo. Durante las dos primeras décadas de la democracia, el terrorismo de ETA situó la principal fractura en el País Vasco. Sin embargo, con la llegada del nuevo milenio, las tensiones fueron trasladándose gradualmente desde el País Vasco a Cataluña. Mientras el fracaso de la reforma del Estatuto vasco (el llamado Plan Ibarretxe) en el año 2005 acabó imponiendo la vía pragmática en el PNV, la aprobación en Cataluña del nuevo Estatuto y la sentencia del Tribunal Constitucional cuatro años después desencadenó el viraje de los principales actores políticos en Cataluña hacia posiciones más radicales. En otoño del 2012, un año después de la disolución de la banda terrorista ETA, Artur Mas abría la vía soberanista en Cataluña, un proceso que culminó en la declaración unilateral de independencia un lustro después.

El lastre del conflicto territorial en la opinión pública vasca y catalana es distinto. Como mostraré a lo largo de los siguientes análisis, la principal huella del conflicto en la opinión pública vasca es el silencio. En Cataluña es la división. Los votantes vascos están menos separados en la manera en la que abordan socialmente o perciben el debate sobre la independencia. Sin embargo, una parte de su población no habla o no quiere hablar de ese tema. En Cataluña esto último ocurre menos, pero las divisiones políticas sobre la cuestión de la independencia son más profundas. Veamos el análisis con los datos de la encuesta de EsadeEcPol e ICIP sobre “Polarización y Convivencia en España”.