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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

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Incógnitas sobre estas elecciones europeas

Imagen de un cartel electoral para las elecciones europeas en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, Francia. EFE/EPA/RONALD WITTEK
5 de junio de 2024 22:31 h

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El pistoletazo de salida ya está dado. Entre el 6 y 9 de junio se celebrarán las décimas elecciones al Parlamento europeo desde la creación del club comunitario. Los electores de los 27 países que hoy forman parte de la UE elegirán a un total de 720 europarlamentarios para los próximos cinco años de legislatura europea (2024-2029). Y lo harán bajo el eco de que son unos comicios trascendentales por el contexto de grandes desafíos a los que se enfrenta la UE (transformaciones tecnológicas, sociales y políticas, crecientes tensiones geopolíticas, guerra de Ucrania, masacre en Gaza, emergencia climática, etc.), así como por el auge de las fuerzas políticas de extrema derecha.

Las altas expectativas demoscópicas con las que parte la amalgama de partidos ultranacionalistas, euroescépticos, antiliberales y xenófobos que, hasta ahora, estaban adscritos en el Parlamento europeo al grupo político Identidad y Democracia o al grupo Conservadores y Reformistas Europeos hace creíble la posibilidad de que se produzca un punto de inflexión. Junto al potencial cambio en la correlación tradicional de las fuerzas políticas europeas (conservadores, socialdemócratas y liberales) que dé lugar a nuevas alianzas y giros bruscos en la dirección de algunas políticas comunitarias, no se descarta que, con un mayor peso y capacidad de influencia de estos partidos en las instituciones comunitarias, el propio proyecto de la Unión Europea se vea debilitado. Al fin y al cabo, pese a las diferencias entre ellos, estos partidos comparten el objetivo de dar más poder a los Estados frente a una mayor integración europea y, aunque bajo diferentes ropajes, en muchas ocasiones no pueden ocultar sus tendencias autoritarias/iliberales.

De este modo, en el conjunto de la UE, la principal incógnita de estos comicios europeos es si, frente a las expectativas creadas, los partidos de extrema derecha, ya sea por su propio avance o por el retroceso de otras fuerzas políticas e ideológicas, verán o no aumentado de forma considerable su peso en el Parlamento europeo y las consecuencias que se pueden derivar de ello.   

Hacia el 9J en España

Al igual que en otros países de la UE, hay una gran expectación sobre los resultados que puedan alcanzar en España las candidaturas de extrema derecha el próximo domingo. En juego está el reparto de 61 escaños (dos más que hace cinco años).

VOX entró, por primera vez, en el Parlamento europeo en 2019, tras las elecciones europeas celebradas ese año. Lo hizo con 4 escaños, el 6,2% de los votos y siendo la quinta fuerza más votada, tras el PSOE, PP, Ciudadanos y Unidas Podemos.

Parece que, según los últimos sondeos públicos (es decir, publicados el 3 de junio en cumplimiento de la ley electoral española que prohíbe la difusión de sondeos seis días antes de las elecciones) VOX será el domingo la tercera fuerza política (con una estimación en torno a un 10% de voto y de 7 escaños). Si se cumplieran estos pronósticos, y más allá de la lectura triunfalista que haga VOX en comparación con sus resultados en las elecciones europeas de 2019, en realidad el crecimiento de esta formación política sería limitado. VOX ocupa ya, y desde hace cinco años, el puesto de tercera fuerza política en España. Además, en las elecciones generales celebradas hace casi un año, el 23 de julio de 2023, logró un porcentaje superior de votos (12,4%) del que le auguran ahora los sondeos. Asimismo, su potencial registro del domingo también quedaría lejos del que, por el momento, ha sido su techo electoral (15,1% en las elecciones generales que se celebraron en noviembre de 2019).  

Cualitativamente, además, en estos comicios, el deseado protagonismo del partido liderado por Santiago Abascal se ve amenazado por la candidatura “Se acabó la Fiesta” (SALF) del controvertido “infuencer” político Luis Pérez (alias Alvise) a la que los sondeos le otorgan grandes posibilidades de entrar en la Eurocámara, con al menos un escaño. Bajo un proyecto político que tiene como objetivo “eliminar la mafia política, mediática y judicial”, Alvise compite directamente por el mismo segmento de votantes que VOX. Si comparamos la primera encuesta preelectoral que hizo el CIS en la primera quincena de mayo con la segunda hecha por este organismo en la última semana de ese mes, se observa un ligero crecimiento en intención directa de voto de la candidatura de Alvise, frente a un descenso de VOX.

Cerca de un 20% de los electores que optaron por VOX en los comicios europeos de 2019 tiene la intención de escoger la papeleta de “Se acabó la Fiesta” (ver aquí). Si, finalmente, el domingo esta candidatura consigue representación en el Parlamento europeo, Alvise recibirá una gran atención mediática y política. Algo que, inevitablemente, restaría brillo a los “logros” de VOX y obligaría a Jorge Buxadé y a Santiago Abascal a dar ciertas explicaciones a sus aliados europeos, especialmente a quienes pertenecen a su mismo grupo (Conservadores y Reformistas Europeos) en el Parlamento europeo.

Otra de las incógnitas sobre estas elecciones gira en torno a la participación electoral. La cuestión es si, ante unos comicios planteados como decisivos, habrá una alta movilización (o, al menos, más elevada que en los comicios europeos de 2019, en los que, en el conjunto de la UE, acudieron a las urnas el 50,7% de los electores y el 60,7% en España).

Pese al tradicional europeísmo de la sociedad española, los ciudadanos consideran que las elecciones europeas son menos importantes que las generales, locales y autonómicas. También es habitual que los ciudadanos se muestren muy interesados en los asuntos relacionados con la UE, pero, al mismo tiempo, se consideren muy poco informados sobre ellos.

Por otra parte, puede haber una cierta fatiga electoral por el elevado número de convocatorias electorales que se han celebrado en España en el último año (locales, autonómicas, generales, gallegas, vascas y catalanas). Una fatiga que también se extendería a la atención de los ciudadanos a las campañas electorales y a las noticias políticas. En especial, si tenemos en cuenta que la ciudadanía valora de forma muy negativa a la clase política y se muestra crítica con su comportamiento. Según los datos del CIS, el 74% de los ciudadanos califica, ahora, como mala o muy mala la situación política. Es muy probable, además, que cuando el próximo 7 de junio finalice la campaña de estas elecciones, que se está caracterizando en España por un elevado enfrentamiento partidista y confrontación política, esa percepción sea aún más negativa.

Ninguno de los elementos mencionados anteriormente parece que vaya a contribuir a animar a los electores a acudir a las urnas, más allá de los que se sientan más politizados o identificados con una opción política. Es destacable que, según las dos encuestas preelectorales del CIS hechas a mediados y a finales de mayo, el número de indecisos haya crecido en la antesala electoral. Preguntados por su intención de voto en estas elecciones europeas, encontramos que mientras un 13% de los encuestados por el CIS contestaba a mediados de mayo que no sabía qué votaría, ese porcentaje creció al 19% a finales de mayo. Una respuesta en la que se infiere la posibilidad de que, al final, estos electores indecisos terminen por no votar.

Por último, en clave nacional, también estos comicios servirán para dirimir otras muchas cuestiones. Entre ellas: si el bipartidismo (PP y PSOE) volverá a ganar terreno en estos comicios; cómo quedará el pulso entre Sumar y Podemos en esta nueva contienda electoral en la que ambas formaciones han concurrido por separado; cuál será el balance de apoyos entre ERC y Junts de cara a la formación del nuevo gobierno en Cataluña; o si la pronosticada desaparición de Ciudadanos del Parlamento europeo, como último gran reducto que le quedaba, le llevará a su desaparición definitiva como partido.  

Con la mayoría de los sondeos apuntando a que el PP será el partido más votado el domingo, pero a una distancia no muy grande del PSOE, no parece que los intentos de convertir estos comicios en una “moción de censura ciudadana” contra Sánchez y su gobierno vayan a resultar creíbles. Si bien, el PP sí que parece que podrá celebrar la absorción de la mayoría de los votantes que optaron por Ciudadanos en las europeas de 2019, y que a Vox le ha salido un competidor que le resta voto.   

En todo caso, habrá que esperar a la noche del domingo para ver si los pronósticos se terminan o no cumpliendo y si quedan despejadas algunas de las incógnitas que planean sobre estas elecciones europeas (2024).

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