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Opinión - Ni liderazgo ni autoridad. Por Esther Palomera

24M: IndeciS.O.S.

El movimiento 15M, del que mucho se ha vuelto a hablar estos días, puso de manifiesto que nuestro sistema de partidos se sostenía sobre una profunda crisis de representación. Sus efectos tardaron en penetrar en la arena política, y quizás por ello muchos pensaron que la desafección y el rechazo a la clase política acabarían canalizándose a través de un rejuvenecido tejido social y diluyéndose entre las múltiples iniciativas de protesta, en su mayoría sectoriales. El triunfo de Podemos en las pasadas elecciones europeas significó el principio del fin del panorama electoral que hemos conocido durante los últimos treinta años. El cambio parece un hecho, y sólo queda que las próximas convocatorias electorales (autonómicas, locales y generales) nos informen sobre su magnitud.

Un elemento clave a la hora de determinar la dimensión de dicho cambio seguramente se encuentra en la decisión de voto de los indecisos. Quienes en las encuestas declaran que todavía no han decidido a quién votar son uno de cada cinco en las elecciones generales (barómetro abril 2015) y uno de cada cuatro en las autonómicas y locales (prelectoral 2015). Lo interesante cuando se analiza el perfil de los indecisos es que dicho ejercicio invita a la reflexión sobre las huellas de la crisis de representación política que eclosionó en el 15M.

En primer lugar, el grupo de ciudadanos que declaran no saber a quién votar ha cambiado a lo largo de los últimos años. Como ya comentaron José Fernández-Albertos, Lluís Orriols y Alberto Penadés hace dos años, la obsesión en las encuestas por medir el estado de salud del bipartidismo ha hecho que se prestara menos atención al cambio en el número y perfil de huérfanos políticos en el sistema (ciudadanos sin una preferencia clara de voto). En el gráfico 1 pueden observarse esos cambios. En el 2011 los indecisos en las generales predominaban sobre todo entre los sectores de la población con menos formación. Sin embargo, en la actualidad las diferencias entre los grupos con distintos niveles de estudios se han suavizado. En todos ellos ha aumentado el número de quienes no declaran su voto, pero sobre todo lo ha hecho entre los votantes con formación universitaria.

Gráfico 1. Porcentaje de indecisos* en las generales según nivel de estudios.

*Porcentaje de quienes responden “No sabe todavía” en la pregunta de intención de voto

Fuente: barómetros CIS abril 2011 y abril 2015

El aumento de huérfanos políticos entre sectores de la población donde los niveles de indecisión habían sido relativamente bajos es una de las señales de la crisis de representación política que se puso de manifiesto tras el 15M. La existencia de un alto número de votantes a la espera de ser rescatados electoralmente por alguna formación se ha explicado como un S.O.S político, como un problema de oferta en el sistema de partidos. Dicho de otra manera, la indecisión se ha interpretado como insatisfacción con el abanico de opciones políticas existentes. Lo intrigante es que el número de indecisos entre los grupos de votantes con mayores estudios persiste en un contexto donde la oferta se ha ampliado con la llegada de nuevos partidos, como muestra el gráfico 1. Quizás se debe a que la naturaleza de la indecisión ha cambiado y responde ahora más a una verdadera duda sobre opciones que a la insatisfacción con el sistema. Siguiendo esta hipótesis, la indecisión podría ser la consecuencia de la incertidumbre generada por la indefinición programática de los nuevos partidos o por la dificultad de predecir la formación de gobiernos debido a la fragmentación del sistema de partidos. Aunque serían necesarios varios análisis para confirmar si este argumento es válido.

En segundo lugar, el análisis de los indecisos por Comunidades Autónomas para las elecciones autonómicas indica que las cinco regiones con porcentajes de indecisos en la media o por encima del promedio de conjunto son: Navarra, Cantabria, Castilla León, Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias y Aragón (ver gráfico 2). Si cruzamos los indecisos por el recuerdo de voto en las últimas autonómicas, en cinco de esas siete Comunidades Autónomas el perfil mayoritario de quienes no ha decidido su voto coincide con quienes no tenían edad para votar. Es decir, la orfandad política en esas regiones se da, sobre todo, entre los más jóvenes. La cuestión no es menor para los partidos políticos que allí compiten pues la elección que realicen los jóvenes de hoy definirán las lealtades partidistas de los votantes del futuro. El perfil de indecisos en el resto de Comunidades Autónomas según recuerdo de voto no muestra ningún patrón definido, y no hay ningún partido al que pueda atribuirse claramente el aumento del grupo de quienes no han decidido su voto.

Gráfico 2. Porcentaje de indecisos* en las autonómicas por CCAA

*Porcentaje de quienes responden “No sabe todavía” en la pregunta de intención de voto. Jóvenes es el porcentaje entre los indecisos de quienes “No tenían edad para votar” en la pregunta de recuerdo de voto

Fuente: Preelectoral CIS 2015

En definitiva, en la radiografía del grupo de indecisos para las próximas autonómicas y generales puede detectarse el rastro sociológico del 15M. Varios estudios sobre dicho movimiento mostraron que quienes se movilizaron hace cuatro años fueron mayoritariamente jóvenes y gente con estudios superiores, un sector de la población que se había ido alejando de los partidos tradicionales. La radiografía de los indecisos para las próximas generales y autonómicas sugiere que dichos grupos también serán decisivos a la hora de determinar el desenlace político de lo que empezó en las calles.

El movimiento 15M, del que mucho se ha vuelto a hablar estos días, puso de manifiesto que nuestro sistema de partidos se sostenía sobre una profunda crisis de representación. Sus efectos tardaron en penetrar en la arena política, y quizás por ello muchos pensaron que la desafección y el rechazo a la clase política acabarían canalizándose a través de un rejuvenecido tejido social y diluyéndose entre las múltiples iniciativas de protesta, en su mayoría sectoriales. El triunfo de Podemos en las pasadas elecciones europeas significó el principio del fin del panorama electoral que hemos conocido durante los últimos treinta años. El cambio parece un hecho, y sólo queda que las próximas convocatorias electorales (autonómicas, locales y generales) nos informen sobre su magnitud.

Un elemento clave a la hora de determinar la dimensión de dicho cambio seguramente se encuentra en la decisión de voto de los indecisos. Quienes en las encuestas declaran que todavía no han decidido a quién votar son uno de cada cinco en las elecciones generales (barómetro abril 2015) y uno de cada cuatro en las autonómicas y locales (prelectoral 2015). Lo interesante cuando se analiza el perfil de los indecisos es que dicho ejercicio invita a la reflexión sobre las huellas de la crisis de representación política que eclosionó en el 15M.