Desde que la crisis política se ha hecho más que evidente en las encuestas, una nueva mayoría social ha comenzado a abrirse paso. Está formada por los que declaran no querer votar a ningún partido político y por los indecisos (no saben o no contestan). Estos dos grupos juntos suman ahora mismo uno de cada dos españoles, aunque no siempre ha sido así. Como veremos a continuación, los dos colectivos han aumentado, aunque en distinta proporción.
Si miramos las encuestas del CIS con cierta perspectiva, los indecisos se venían situando entre el 15 y el 20 por ciento de los encuestados. Pero en el último barómetro de enero ya estaban muy cerca del 25 por ciento -ver gráfico 1-. En cambio, la abstención siempre se había situado en torno al 10 por ciento, con excepción de la última legislatura (2008-2011), que se situó entre el 10 y el 16 por ciento (alcanzó el máximo en octubre de 2010 para después descender). No obstante, en los últimos tiempos, los ciudadanos que declaran no querer votar se han incrementado de forma espectacular, rozando también el 25 por ciento -ver gráfico 1-. De hecho, desde julio de 2012, la primera opción de los españoles es no participar en las siguientes elecciones, algo que no había ocurrido antes en nuestra democracia.
Estamos, por lo tanto, ante una nueva mayoría social de abstencionistas e indecisos, siendo este escenario un reflejo más de la crisis política que vivimos. Los ciudadanos aparecen huérfanos de ofertas partidistas. Este dato también muestra que ni si quiera las terceras fuerzas políticas están siendo capaces de capitalizar el creciente desencanto hacia los grandes partidos. Si fuera así, Izquierda Unida y UPyD tendrían una mayor intención directa de voto y la orfandad partidista sería menor. Pero en estos momentos, Izquierda Unida no ha alcanzado la intención declarada de voto que tenía en los 90, mientras que el partido de Rosa Díez no ha logrado superar todavía el cinco por ciento de intención directa de voto.
Fuente: CIS
La pregunta que surge es: ¿son estos dos grupos homogéneos? No es baladí responder a esta cuestión, puesto que recuperarles para la vida política implicará estrategias distintas. No es lo mismo convencer a alguien que está indeciso entre las distintas ofertas partidistas, que “cortejar” a aquellos que expresan no querer votar. Si los perfiles ideológicos son distintos, cada partido tendrá que desarrollar estrategias distintas. Por ello, conocer cómo es esta nueva mayoría social es importante.
El gráfico 2 muestra el recuerdo de voto de los abstencionistas e indecisos. Entre los que declaran no querer participar en las futuras elecciones, podemos ver que al principio de la legislatura eran muchos más ex-votantes socialistas que conservadores. Pero rápidamente los ex-electores del PP superaron ampliamente a los del PSOE. Además, estos últimos casi no han aumentado. En cambio, en la indecisión hay una mayor igualdad entre PP y PSOE. Ambos electorados han aumentado en porcentajes similares. Si nos detenemos en los votantes de IU y UPyD, además de no haber sufrido muchas variaciones en estos grupos, su porcentaje es muy pequeño.
Gráfico 2. Recuerdo de voto por abstención e indecisión
Fuente: CIS
En el gráfico 3 podemos ver otra variable relevante para analizar a los abstencionistas y a los indecisos: el género. Mientras que la abstención se concentra por momentos más en los hombres que en las mujeres, en cambio los indecisos son mayoritariamente mujeres. Este último resultado ya aparecía en un post previo publicado por Alberto Penadés en este blog.
Gráfico 3. Género por abstención e indecisión
Fuente: CIS
Hay otras variables sociológicas relevantes como la situación laboral de los entrevistados, su edad o su ideología. Con el fin de no abrumar al lector con más gráficos y tablas, resumo brevemente las principales conclusiones:
1. Los parados se muestran más abstencionistas que indecisos
2. Los perfiles ideológicos que han aumentado en la abstención son los de izquierdas, centro derecha y derecha. En cambio, ha perdido peso el centro y el grupo sin ideología. En la indecisión, en cambio, se ha incrementado el porcentaje de ciudadanos de izquierdas y de derechas. El grupo de gente de centro es prácticamente el mismo y los sin ideología han disminuido.
3. Los ciudadanos entre 30 y 44 años son el grupo relevante en la abstención, mientras que los mayores de 60 años son mayoritarios en la indecisión.
En definitiva, todas las encuestas muestran que ha aparecido una mayoría social que no encuentra en la oferta política un espacio que les represente. Aunque no es una mayoría homogénea, sino que tiene unos perfiles sociológicos determinados. Viendo estos datos, el partido que parece más interesado en que aumente la participación electoral es el Partido Popular, puesto que es la formación más afectada por la abstención. En cambio, el Partido Socialista debería preocuparse más por la indecisión de sus ex-votantes.
Desde que la crisis política se ha hecho más que evidente en las encuestas, una nueva mayoría social ha comenzado a abrirse paso. Está formada por los que declaran no querer votar a ningún partido político y por los indecisos (no saben o no contestan). Estos dos grupos juntos suman ahora mismo uno de cada dos españoles, aunque no siempre ha sido así. Como veremos a continuación, los dos colectivos han aumentado, aunque en distinta proporción.
Si miramos las encuestas del CIS con cierta perspectiva, los indecisos se venían situando entre el 15 y el 20 por ciento de los encuestados. Pero en el último barómetro de enero ya estaban muy cerca del 25 por ciento -ver gráfico 1-. En cambio, la abstención siempre se había situado en torno al 10 por ciento, con excepción de la última legislatura (2008-2011), que se situó entre el 10 y el 16 por ciento (alcanzó el máximo en octubre de 2010 para después descender). No obstante, en los últimos tiempos, los ciudadanos que declaran no querer votar se han incrementado de forma espectacular, rozando también el 25 por ciento -ver gráfico 1-. De hecho, desde julio de 2012, la primera opción de los españoles es no participar en las siguientes elecciones, algo que no había ocurrido antes en nuestra democracia.