Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Del rescate en el mar al cierre de la frontera oriental europea

Desde finales de febrero se ha producido un cambio trascendental en la situación de la frontera oriental europea entre Grecia y Turquía. La decisión del gobierno turco de anunciar a los migrantes residentes en el país, la apertura de la frontera con Europa, desencadenó el intento de entrada a Grecia de decenas de miles de migrantes. La reacción del gobierno griego ha sido firme y orientada a evitar su acceso al país a cualquier precio. Para ello, ha anunciado la suspensión de las solicitudes de asilo durante un mes. La policía griega no solo ha utilizado gases lacrimógenos y cañones de agua, sino que además hay constancia del uso de armas de fuego y de estrategias de detención de las embarcaciones en el mar.

Estas decisiones contrastan con la reacción de la población griega durante los momentos más críticos de la crisis de los refugiados en 2015 y 2016, cuando los flujos de personas llegados a las islas griegas más cercanas a la costa turca sobrepasaron con creces el tamaño de la población local. Por ejemplo, Lesbos, con una población de 80.000 habitantes, recibió durante el período de enero a noviembre de 2015 a 379.000 personas. La población de las islas no solo acogió, sin medios apenas, a las personas llegadas, sino que se implicó en el rescate de las embarcaciones en circunstancias en ocasiones heroicas, como la de Kyriakos Papadopoulos, que salvó a 5.000 personas en el mar.

Todo parece indicar que la crisis de los refugiados ha dejado huella en la opinión pública griega. Además, la percepción negativa de la inmigración se habría acentuado en los dos últimos años. Según datos de una encuesta realizada por el think tank griego diaNEOsis, en diciembre de 2019 nueve de cada 10 griegos opinaban que la presencia de inmigrantes en el país era excesiva. Esta opinión, que había sido predominante desde 2015, se había suavizado levemente a finales de 2016 para repuntar de nuevo en 2018 y 2019 (gráfico 1). Por otra parte, la asociación entre inmigración y desempleo es muy frecuente, pero lo es más aún la relación entre inmigración y criminalidad, que ha crecido en 10 puntos porcentuales desde 2016. En 2019 tres de cada cuatro griegos opinaban que la presencia de inmigrantes aumentaba la criminalidad. Por otra parte, la percepción de contribuciones positivas sobre la economía, la cultura o el problema demográfico es asimismo muy reducida.

Gráfico 1. Actitudes ante la inmigración, Grecia 2015-2019

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la encuesta “What Greeks Believe” de diaNEOsis

El cambio en la actitud de los griegos se traduce, sobre todo, en las preferencias sobre las medidas a tomar respecto a la inmigración irregular. De los datos de la encuesta de diaNEOsis, se desprende que han ganado peso las preferencias por las expulsiones inmediatas, frente a aquéllas en las que se tenían en cuenta las preferencias del inmigrante (gráfico 2). Mientras que la opción de la expulsión inmediata ha crecido del 16 al 28% entre 2016 y 2019, la expulsión al país de preferencia del inmigrante disminuyó, en el mismo periodo, del 45 al 30%.

Gráfico 2. Opiniones de los ciudadanos griegos sobre la solución a la inmigración irregular, diciembre de 2019

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la encuesta “What Greeks Believe” de diaNEOsis/Pregunta: “¿Qué debería hacerse con los inmigrantes irregulares?”

Entre los factores que explican este endurecimiento de las actitudes hacia la inmigración cabe pensar que se encuentra el impacto social que supuso la incorporación a la población griega de un notable volumen de personas procedentes de un ámbito cultural lejano, en un corto espacio de tiempo y sin los recursos y apoyos suficientes por parte de la Unión Europea. En el caso de algunas islas, esto ha supuesto la destrucción de sus economías, basadas fundamentalmente en el turismo.

La aparición de conflictos entre la población autóctona y la foránea, tanto sociales como religiosos, ha contribuido al malestar en la sociedad griega. Pero además de estas dificultades, existen otros elementos que contribuyen a dibujar el contexto en que se están produciendo los altercados en la frontera greco-turca:

Una menor presencia de refugiados sirios entre las personas en la frontera

Aunque no se dispone de datos estadísticos sobre el origen de las personas que están actualmente intentando cruzar la frontera con Grecia, miembros de la OIM sobre el terreno han declarado que la diversidad de orígenes es mucho más amplia que en periodos anteriores y confirman la menor presencia de refugiados sirios. En efecto, muchos de los entrevistados por los medios de comunicación declaran que, ante el anuncio de la apertura de fronteras, dejaron sus trabajos y casas en Estambul para intentar cruzar. Parece, por lo tanto, que no se trata de un flujo asociado exclusivamente al recrudecimiento de la guerra en Idlib, sino a población ya establecida en Turquía. Esta situación ha generado quejas entre los refugiados sirios que perciben que sus oportunidades de entrar en Europa se ven perjudicadas por la presencia de migrantes procedentes de países en una situación menos dramática.

Los datos sobre los solicitantes de asilo sugieren una presencia sustancialmente menor de refugiados sirios, que representarían el 20% del total de nuevas solicitudes al menos durante el último año y medio. Han ganado peso los nacionales de Afganistán, Iraq y Paquistán, así como de somalís, congoleños y bangladeshís (gráfico 3). También los datos de la OIM sobre la composición de las personas llegadas por mar a las costas griegas confirman la presencia mucho menor de los sirios entre los llegados durante 2019. Este cambio en la composición de los flujos puede tener consecuencias sobre la opinión pública griega, que percibiría la situación de estas personas como de menor urgencia que la de los refugiados sirios

Gráfico 3. Nacionalidad de los solicitantes de asilo (primeras solicitudes) en Grecia, 2014-2019

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de primeras solicitudes de asilo de Eurostat [migr_asyappctza].

Las tensiones históricas entre Grecia y Turquía

La utilización de los migrantes por parte del gobierno turco para presionar a la UE debe entenderse también en el contexto de conflictividad que define las relaciones entre Grecia y Turquía y que ha sido creciente durante el gobierno de ErdoÄŸan. De hecho, las relaciones con Turquía aparecen como la tercera amenaza señalada, tras la reducción de la población y la inmigración, entre la opinión pública griega. Se debe considerar que tanto Grecia como Turquía son dos países muy militarizados. Grecia es uno de los países europeos que más gasta en defensa (2% del PIB, frente al 1,2% de la media europea). Por su parte, Turquía es el segundo país de la OTAN en personal militar, solo por detrás de Estados Unidos. Los conflictos en frontera son habituales entre los dos países, como ilustran las repetidas quejas de Grecia sobre la invasión de su espacio aéreo por parte de aviones militares turcos.

Estas frecuentes hostilidades están muy presentes en el conflicto de las últimas semanas, en el que han producido lanzamientos de gases lacrimógenos y cañones de agua desde los dos lados, el derribo de parte de la valla fronteriza por parte de militares turcos, o enfrentamientos directos entre embarcaciones del ejército y de la guarda costera de los dos países. La patente hostilidad por parte del gobierno turco y la percepción de chantaje han encontrado en las autoridades griegas un rechazo frontal.

La pasividad de la Unión Europea

La opinión pública en Grecia se muestra muy crítica respecto a la UE. A la luz de los datos del Eurobarómetro de noviembre de 2019, no solo es el país en el que menos ciudadanos declaran sentirse europeos (solo el 51%, frente a una media europea del 70%), sino que además el 62% no confía en la UE (47% en la UE28) y el 72% piensa que su opinión no cuenta en la UE (50% en la UE28). Aunque el grado de desaprobación se ha suavizado desde 2015, en 2019 Grecia era aún el país comunitario que presentaba las actitudes más negativas hacia la UE en casi todas las dimensiones planteadas en el Eurobarómetro.

Sin embargo, los ciudadanos griegos también destacan en el contexto europeo por su apoyo a la mayor implementación comunitaria de la política exterior, la política de defensa y seguridad, y las de migración y asilo. También nueve de cada 10 apoyan el refuerzo de las fronteras europeas (tan solo 7 de cada diez del total de la UE28).

De estos datos se desprende que la negativa opinión que recibe la UE por parte de los ciudadanos griegos estaría más vinculada a su insuficiente desarrollo en algunas dimensiones que a un rechazo a la delegación de competencias en la esfera supranacional. No cabe duda de que la relación entre la UE y Grecia durante la recesión ha deteriorado el europeísmo de los griegos. Pero, además, la percepción de falta de solidaridad comunitaria durante la crisis de los refugiados ha podido conducir a la opinión pública griega a una falta de confianza en el apoyo que las instituciones comunitarias ofrecerán para afrontar este nuevo conflicto en la frontera.

En definitiva, el cambio en la forma de afrontar esta nueva crisis por parte de la población y del gobierno griego debe entenderse no solo por la erosión que, en sus actitudes, ha producido el impacto de la crisis de los refugiados, sino también por la menor presencia de refugiados sirios en frontera y la falta de colaboración por parte de la Unión Europea ante una contraparte manifiestamente hostil como ha sido Turquía.

En efecto, la reacción de la Unión Europea ante este nuevo conflicto en su frontera oriental ha sido nuevamente tímida, y la enorme crisis desencadenada por el COVID-19 no hace presagiar que los recursos disponibles, tanto financieros como en términos de capacidad organizativa, vayan a estar disponibles para Grecia.

Desde finales de febrero se ha producido un cambio trascendental en la situación de la frontera oriental europea entre Grecia y Turquía. La decisión del gobierno turco de anunciar a los migrantes residentes en el país, la apertura de la frontera con Europa, desencadenó el intento de entrada a Grecia de decenas de miles de migrantes. La reacción del gobierno griego ha sido firme y orientada a evitar su acceso al país a cualquier precio. Para ello, ha anunciado la suspensión de las solicitudes de asilo durante un mes. La policía griega no solo ha utilizado gases lacrimógenos y cañones de agua, sino que además hay constancia del uso de armas de fuego y de estrategias de detención de las embarcaciones en el mar.

Estas decisiones contrastan con la reacción de la población griega durante los momentos más críticos de la crisis de los refugiados en 2015 y 2016, cuando los flujos de personas llegados a las islas griegas más cercanas a la costa turca sobrepasaron con creces el tamaño de la población local. Por ejemplo, Lesbos, con una población de 80.000 habitantes, recibió durante el período de enero a noviembre de 2015 a 379.000 personas. La población de las islas no solo acogió, sin medios apenas, a las personas llegadas, sino que se implicó en el rescate de las embarcaciones en circunstancias en ocasiones heroicas, como la de Kyriakos Papadopoulos, que salvó a 5.000 personas en el mar.