Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Lo siento Elvira, las cifras no cantan

En las últimas semanas la cuestión de la nueva emigración de los españoles ha recibido cierta atención. Muchos se han hecho eco del artículo del Real Instituto Elcano. Sin ir más lejos, la propia Elvira Lindo lo citaba indirectamente ayer al escribir: “el periodista e investigador William Chislett ha publicado datos (que nos empeñamos en no leer) que nos definen como un país poco dado a la emigración. Las cifras cantan. No se han ido tantos. Hay más drama dentro de nuestras fronteras que fuera.”

En las líneas que siguen mostraré que el drama de las cifras, si queremos llamarlo así, curiosamente no procede de dentro, sino de fuera, de las cifras que nos proporcionan los gobiernos de nuestros principales destinos migratorios. Y por tanto, si queremos acusar a alguien de alarmismo deberíamos a lo mejor dirigirnos a ellos, en lugar de cuestionar a quienes escriben cartas en clave personal para ilustrar a la perfección el abandono de la investigación en España, o a quienes expresan a su modo la pena de estar lejos o la alegría de reencontrarse.

Como yo sí que he leído a Chislett y sus cifras sé que, en realidad, los datos no los ha publicado él sino la investigadora Carmen González; y también sé por qué no me convencen las conclusiones que extrae de ellos. Dedicaré este post a explicarlo y haré referencia al informe que elaboré para la Fundación Alternativas recopilando y completando los post publicados en Piedras de Papel, con la sana intención de tener un debate que permita mejorar nuestras fuentes de información sobre esta cuestión para que aquellos a quien corresponda hagan lo que consideren oportuno al respecto.

El estudio de Elcano afirma que la emigración española actual es muy pequeña, que desde 2009 solo han emigrado fuera unos 40.000 españoles nacidos en España (20.000 a Europa, 7.000 a América Latina y 13.000 a otros países) y unos 105.000 inmigrantes naturalizados españoles. En cambio, el informe para Alternativas afirma que han salido unos 220.000 españoles desde 2008 y además mantiene que la cifra real podría ser mucho mayor y acercarse a los 700.000.

Expondré primero a qué se debe un desfase de tal entidad en las cifras manejadas y después discutiré brevemente las interpretaciones y conclusiones que se pueden extraer de la comparación.

La primera diferencia y fundamental es que el estudio de Elcano analiza las variaciones en el número de residentes en el exterior para calcular el tamaño de la emigración mientras que el de Alternativas usa solo cifras de flujos. Flujos, stocks y saldos son conceptos relacionados pero diferentes y sin correspondencia inmediata. Para ilustrarlo pondré un ejemplo sencillo: el estudio de Elcano afirma, siempre de acuerdo con los datos del PERE, que la población nacida en España se ha reducido en 40.000 personas (saldo). Nótese que esta cifra es potencialmente compatible tanto con flujos de salida de 1.000.000 de personas, como con flujos de salida de tan solo 40.000. Todo depende de cuántos españoles regresen del exterior. En el primer caso tendrían que haber regresado 960.000 españoles, en el segundo ninguno. En ambos casos el saldo resultante sería el mismo, pero seguramente la valoración del fenómeno habría de ser distinta. De hecho, el propio informe de Elcano reconoce esta posibilidad y dice puede suceder que las cifras de stock (las que exclusivamente usa su estudio) oculten un fuerte movimiento, es decir, que muchos emigrantes españoles hayan abandonado el país de destino y hayan sido sustituidos por otros.” Dicho de otro modo, el stock de residentes puede variar poco pero las personas que lo componen ser diferentes. Para comprobar si esto está ocurriendo, algo que la autora da por hecho para Alemania o Reino Unido pero no ilustra con cifra alguna que permita comprobarlo, en el gráfico 1 he representado el perfil por edad de los españoles que se marcharon en 2012 (barras azules) y de los que retornaron del exterior ese mismo año (barras rojas). Y para ello he usado exclusivamente los datos del INE, en este caso la Estadística de Migraciones, que recoge los flujos de altas y bajas entre España y el exterior con los que se construye el PERE.

Gráfico 1. Perfil de edad de las salidas y regresos de españoles por destino según INE, 2012

Fuente: Estadística de Migraciones 2012. INE

Como puede apreciarse, es evidente que las personas que se están marchando no son las mismas que las que están regresando, en especial en Francia y en Alemania. Mientras que los emigrantes son predominantemente personas en los grupos centrales de la edad activa (azules) entre los que recuperamos están claramente sobre-representados los que ya han agotado su vida laboral. Al menos en el corto plazo no podemos ignorar el impacto fiscal de este escenario: perdemos mucha más población joven, en edad activa, con capacidad de aportar al sostenimiento de nuestro estado del bienestar y al crecimiento de nuestra economía, de la que estamos recuperando. Así de simple. Y esto no se ve en las cifras de stocks ni en las cifras de saldos. Esto se ve comparando flujos de salida y de retorno.

Dejando al margen la composición de los flujos, nos interesa también explicar por qué en su informe Elcano habla solo de unos 40.000 emigrados, frente a la estimación de 700.000. En primer lugar, los 40.000 excluyen todos los inmigrantes naturalizados españoles de los que opina que “en la mayoría de los casos, no puede considerárseles emigrantes puesto que viven en su país de origen”. Parece esta una razón entendible pero torpe pues estos españoles, aunque se marchen, pueden regresar a España cuando y como lo deseen, puede solicitar ayudas para emigrantes retornados, pueden transmitir la nacionalidad y libertad migratoria consiguiente a sus descendientes, etc., y por tanto, cualquier política migratoria seria debería tenerlos en cuenta a la hora de planificar.

De todos modos, no es este el motivo fundamental del desfase en las cifras de ambos estudios sino la afirmación de que “las fuentes estadísticas españolas no infravaloran el número de españoles residiendo en el extranjero”. Esta es, quizá, la parte más sorprendente del estudio. Tanto el INE como los propios responsables de emigración actualmente en el gobierno admiten que muchos de nuestros jóvenes no se registran en los Consulados en el extranjero porque no hay incentivos ni facilidades para ello (pueden verlo aquí, por ejemplo).Sin embargo, como al comparar las cifras de residentes españoles dadas por la EPA, el Censo o el Registro de Población de diferentes países europeos con las cifras del PERE, las diferencias o son escasas o el PERE registra incluso muchos más españoles afuera que las fuentes de esos países, se deduce que no hay sub-registro en el PERE (antes al contrario) y que las cifras son fiables.

Es extraño no sólo que no se examinen con cuidado las limitaciones del PERE sino que tampoco se haga lo propio con las fuentes extranjeras, en especial cuando el propio Ministerio en su web contiene documentos elaborados por las Consejerías de Empleo y Seguridad Social de nuestras embajadas en el exterior que explican tales diferencias. Para Alemania, por ejemplo, se explica que “el Instituto alemán de Estadística (Destatis) no considera españoles a los nacidos en Alemania aunque tengan padre o madre de nacionalidad española, ya que automáticamente se les concede la nacionalidad alemana. De ahí que la cifra de españoles residentes en Alemania sea menor según Destatis que según el Registro de Matrícula de los Consulados españoles en este país. Así por ejemplo llama la atención que la estadística alemana fije en 991 el número de españoles menores de cinco años residentes en Alemania el año 2010, mientras que según los datos de los Registros de Matrícula españoles su cifra es más de cinco veces mayor”; y algo muy similar para Francia.

Por todo ello y porque en esos mismos países hay estadísticas directas de lo que queremos medir, que son los flujos de entrada de emigrantes españoles a ellos en los años recientes, en el Informe de Alternativas comparamos tales cifras con las equivalentes españoles que proceden de las inscripciones consulares, como se ve en la Tabla 1. En 2012 las cifras de llegadas de españoles fueron, respectivamente, 7 y 6 veces mayores que las ofrecidas por el INE. Pese a ello, no corregimos la cifra oficial ofrecida por el INE para el mismo periodo (220.000) ni por 6 ni por 7 sino que lo hicimos aproximadamente por 3, teniendo en cuenta que el subregistro tiende a ser mayor en países de la Unión Europea que en el resto y que, además, las cifras de los países receptores tampoco son perfectas.

Tabla 2. Estimación del sub-registro de la emigración española en las fuentes publicadas por el INE al compararla con las fuentes de los países de destino

Fuente: España: Estadística de Variaciones Residenciales, varios años. INE. Alemania: Bevölkerung und Erwerbstätigkeit 2010, 2011 y 2012. Statistisches Bundesamt. Reino Unido: NINo Registrations to Adult Overseas Nationals entering the UK. Department for Work and Pensions. 2013.

Hasta aquí la explicación técnica. En cuanto a las conclusiones ¿podemos aún así decir que la emigración reciente de los españoles al exterior es pequeña? Pues depende. ¿Pequeña en relación a qué? El estudio de Elcano dice que es pequeña en comparación con el total de emigrantes españoles y sus descendientes que han marchado desde comienzos de siglo XX. Obviamente ¿Se imaginan cuántos tendrían que haberse marchado en estos cinco años para igualarlos en peso? No parece que este sea un punto de referencia muy acertado para valorar el crecimiento e importancia de la emigración más reciente y la atención que debe recibir, o no, de nuestros responsables políticos.

Ahora bien, incluso si aceptamos como posible la cifra de 700.000 salidas de españoles a los largo de la crisis, tampoco me atrevería yo a afirmar de forma tajante que esto es una catástrofe nacional. En el corto plazo no parece un buen indicador; los países que van bien rara vez pierden población. Sin embargo, lo que ocurra a medio y largo plazo es difícil de anticipar. En primer lugar, en España solo tenemos noticia de los que retornan si alguna vez se registraron en el Consulado, pero si de entre los que se van y no se registran están volviendo muchos, las figuras del gráfico 1 podrían modificarse sustancialmente para bien. De todos modos, las cifras alemanas y las suizas no sugieren un incremento de los retornos sino todo lo contrario, con lo cual es probable que el desequilibrio por edades se esté acentuando. En segundo lugar, incluso si diésemos por buenas y completas las cifras españolas, como hacen en Elcano, y por tanto también el panorama que sugiere el gráfico 1, bastaría con recuperar a estos jóvenes en un plazo razonable (antes de agotar su vida activa) o diseñar programas que aprovechen la nueva colonia española en el extranjero para estimular la creación de empleo en España. Sin embargo, me permitirán ustedes que dude de que esto ocurra pronto con el panorama laboral que tenemos y un gobierno y unos think-tanks que niegan el fenómeno.

En las últimas semanas la cuestión de la nueva emigración de los españoles ha recibido cierta atención. Muchos se han hecho eco del artículo del Real Instituto Elcano. Sin ir más lejos, la propia Elvira Lindo lo citaba indirectamente ayer al escribir: “el periodista e investigador William Chislett ha publicado datos (que nos empeñamos en no leer) que nos definen como un país poco dado a la emigración. Las cifras cantan. No se han ido tantos. Hay más drama dentro de nuestras fronteras que fuera.”

En las líneas que siguen mostraré que el drama de las cifras, si queremos llamarlo así, curiosamente no procede de dentro, sino de fuera, de las cifras que nos proporcionan los gobiernos de nuestros principales destinos migratorios. Y por tanto, si queremos acusar a alguien de alarmismo deberíamos a lo mejor dirigirnos a ellos, en lugar de cuestionar a quienes escriben cartas en clave personal para ilustrar a la perfección el abandono de la investigación en España, o a quienes expresan a su modo la pena de estar lejos o la alegría de reencontrarse.