Empecemos por lo evidente: todas las encuestas muestran que Podemos sigue creciendo. Que pese a lo extraordinario de los resultados del 25M y la consolidación posterior, mantiene varios meses después un ritmo de crecimiento desconocido en nuestra democracia. De acuerdo con el barómetro de Octubre del CIS, Podemos es ya con claridad el primer partido en intención de voto directa, lo que se traduce en un 22,5% de estimación de voto, prácticamente empatado con el PSOE y a tan sólo cinco puntos del PP. En los últimos tres meses, Podemos ha conseguido aumentar sus apoyos directos en un 50%. Son cifras espectaculares, no hay discusión posible.
Examinando los datos, algo que resulta muy sorprendente es que, en todo este periodo, y siempre de acuerdo a las encuestas del CIS, Podemos crece a este ritmo vertiginoso sin que se altere sustancialmente la naturaleza de sus votantes. Si en Julio los exvotantes del PSOE eran un 30% de todos los que manifestaban intención de votar a Podemos (un 17% eran exvotantes de IU, y un 6% del PP), en Octubre los exvotantes socialistas eran un 29% (un 16% eran exvotantes de IU, y un 7% del PP). Como Podemos ha crecido mucho en términos absolutos en este tiempo, esa estabilidad en la distribución de sus “votantes” quiere decir que ha tenido que absorber a un cada vez mayor número de simpatizantes socialistas, su principal fuente de trasvases.
Sin embargo, el mismo barómetro de Octubre refleja un aumento significativo de los apoyos al PSOE. En intención directa de voto, el PSOE pasa del 10,3% en Julio al 14,3% en Octubre. ¿Cómo son estas dos cosas posibles a la vez? ¿Cómo Podemos crece –atrayendo principalmente a votantes socialistas- y a la vez el PSOE logra remontar sus malos resultados de Julio? Una parte de la explicación puede estar en que el recuerdo de voto al PSOE en Octubre es algo mayor que el de Julio (algo de este aumento puede ser por motivos únicamente azarosos, pero es posible que este mayor recuerdo de voto refleje al menos parcialmente un cambio del estado de ánimo de los exvotantes socialistas). Pero lo que de verdad explica la paradójica coexistencia del crecimiento de Podemos y la mejora del PSOE es el siguiente gráfico, que muestra la distribución de la intención de voto de los votantes socialistas del 2011 en el barómetro de Junio y en el de Octubre.
Gráfico 1. Distribución de la intención de voto entre votantes del PSOE en 2011 según barómetros CIS de Julio y Octubre de 2014.
En el electorado socialista, la intención de voto a Podemos ha aumentado no a costa de una reducción de la intención de voto al PSOE, sino gracias a una sustancial reducción del número de abstencionistas e indecisos y, sobre todo, del número de votantes del PSOE en 2011 que anunciaban una preferencia por otros partidos (en su gran mayoría, exvotantes socialistas que declaran intención de voto a IU y, en menor medida, a UPyD). Dicho de otra manera, todo apunta a que Podemos logra crecer en Octubre atrayendo a votantes socialistas que ya habían decidido abandonar el PSOE en Julio. Es difícil que Podemos siga capturando más votantes de este tipo en el futuro, sencillamente porque ya apenas quedan. Y las tasas de indecisión y abstencionismo entre el electorado socialista no son ya tan altas (no lo son desde luego en comparación a las de los demás electorados), por lo que tampoco parece que haya allí un caladero donde atraer a muchos votantes con facilidad.
El “caladero” de votantes socialistas mengua porque el PSOE mejora mucho entre su antiguo electorado respecto a Julio. En el anterior barómetro, el PSOE tenía una tasa de fidelidad (el porcentaje de exvotantes que muestran intención de volver a votar al partido) 12 puntos porcentuales inferior a la del PP. En el barómetro de Octubre, está ligeramente por encima de la de su principal rival. Esta mejora del PSOE se detecta en muchos indicadores, pero sin duda la renovación del liderazgo parece ser una variable importante en este cambio (no era muy difícil, dada la impopularidad de Rubalcaba entre sus propios votantes en Julio).
Podríamos especular sobre las implicaciones de todo esto para la evolución futura de la intención de voto a Podemos. Mi conclusión es que, a menos que las tendencias cambien bruscamente y el voto más fiel al PSOE se derrumbe (creo que hay motivos para ser escépticos sobre esta posibilidad), me temo que el patrón de crecimiento del voto a Podemos que hemos visto hasta ahora está tocando a su fin. Caben dos posibilidades. Una, que el voto a Podemos se estabilice o al menos reduzca el ritmo de crecimiento ante el cada vez menor tamaño del grupo de votantes “disponibles” de los que se ha estado nutriendo hasta la fecha. Otra, que Podemos siga creciendo, pero de una forma diferente a la que lo ha hecho hasta ahora. Y para que ese crecimiento mantenga el intenso ritmo de los meses pasados, mucho me temo tendrá que atraer a cada vez un mayor número de exvotantes populares, que, al menos en los datos del CIS, han sido hasta ahora mucho menos permeables al mensaje de Podemos. Veremos si esto sigue siendo así en los próximos meses.
Empecemos por lo evidente: todas las encuestas muestran que Podemos sigue creciendo. Que pese a lo extraordinario de los resultados del 25M y la consolidación posterior, mantiene varios meses después un ritmo de crecimiento desconocido en nuestra democracia. De acuerdo con el barómetro de Octubre del CIS, Podemos es ya con claridad el primer partido en intención de voto directa, lo que se traduce en un 22,5% de estimación de voto, prácticamente empatado con el PSOE y a tan sólo cinco puntos del PP. En los últimos tres meses, Podemos ha conseguido aumentar sus apoyos directos en un 50%. Son cifras espectaculares, no hay discusión posible.
Examinando los datos, algo que resulta muy sorprendente es que, en todo este periodo, y siempre de acuerdo a las encuestas del CIS, Podemos crece a este ritmo vertiginoso sin que se altere sustancialmente la naturaleza de sus votantes. Si en Julio los exvotantes del PSOE eran un 30% de todos los que manifestaban intención de votar a Podemos (un 17% eran exvotantes de IU, y un 6% del PP), en Octubre los exvotantes socialistas eran un 29% (un 16% eran exvotantes de IU, y un 7% del PP). Como Podemos ha crecido mucho en términos absolutos en este tiempo, esa estabilidad en la distribución de sus “votantes” quiere decir que ha tenido que absorber a un cada vez mayor número de simpatizantes socialistas, su principal fuente de trasvases.